Quiero pagar el peaje

Quiero pagar el peaje

Dr. Amor.

Vivo en el barrio de Martinez, al norte de la ciudad de Buenos Aires. Todos los días voy a mi trabajo en el centro de la ciudad en mi automóvil particular. Así es que todos los días paso por las casillas de peaje de la Autopista Illia.

Este recorrido lo hago desde hace 3 años, aproximadamente. Sin pena ni gloria, nunca preste mayor atención en el momento de abonar la tasa de peaje, quien era el o la que me atendía. Hasta que -hará unos 6 meses- me atendió una simpática señorita. Ella, con sus pelos rubios, y su mirada penetrante, captó mi atención, brindándome una amplia sonrisa, cada vez que me atiende. Como imaginará, las situaciones de encuentro duran segundos nada más, lo que tardo en entregarle la moneda y que ella me dé el ticket. Pero cada vez que paso por las casillas, desde lejos voy mirando en cual se encuentra ella y busco la posibilidad de pasar, para ser atendido por esta belleza. Además, siempre voy con algún billete de alta denominación para intentar tardar más y así poder charlar algo. Y así logré comenzar un diálogo -breve- pero diálogo al fin. Y creo que me gusta demasiado. Cada vez que hablo con ella, es como que quiero quedarme allí, para intentar concretar algo. Ya le dí mi teléfono, pero ella no me llama. Ya le pedí el suyo, pero me dice que algún día me lo dará. Ya la invite a salir, pero a esto no contesta nada. Y así, todos los días laborales. Y todo esto llegó a generar situaciones bochornantes. Por ejemplo, el otro día, me planté en la casilla esperando una respuesta de ella. Y nada, me decía que no podía responder. Y yo que no quería arrancar. Mientras, detrás de mí se juntaban los autos. Sus conductores comenzaron a tocar bocina. «Ves lo que lográs…» le dije con tono firme. «Respondéme y listo, me voy…» le dije con tono suplicante. Pero nada, sonreía pícaramente, pero no emitía palabra. Mientras, los conductores eran una mezcla de Rambo y Silvia Suller, por la cantidad de cosas que me dijeron -la mayoría insultos irreproducibles- y por como tocaban las bocinas de los autos. Parecía que había mil autos detrás de mi.
Doctor, no se que hacer. Estoy loco con este tema. No se me ocurre nada como para lograr el objetivo de salir con ella. Por favor, un consejo.

Tito de Martinez. Buenos Aires


Respuesta del DR AMOR:

Estimado Tito:

No nos aclarás que edad tenés. Por la situación que contás en tu carta, nosotros diríamos que tenés 15 años de edad -al menos mentales o de madurez-, pero como decís que manejas en tu automóvil particular todos los días al centro, intuimos que al menos tenés 18 años -ya cumplidos-. Lo tuyo es increíblemente coincidente con la época del año en que estamos. Llegó la primavera, llegó la época del amor, del romance, del escarceo, de la taradez, de la franela y de la calentura. Por lo visto, en vos ocurren todas estas cosas juntas y más. Te vemos como un ganso en celo. (Hemos utilizado la metáfora del ganso, por usar algún animal) (También podríamos decir como un pavo, un gaznate, un salame, etc). Pero también vemos que ella es media histericona. ¡Guarda con esto! ¡Guarda con este tipo de mujeres! Porque si ahora se comporta así, imaginate como puede ser más adelante. Como se puede comprtar si llegan a algo. Por eso, intentá no joder más con este tema. Olvidate de ella y listo. Pero si sos medio cabeza dura e igual querés lograr su atención, hay varias maneras:
a) Chocá la casilla con tu auto, lanzándolo a 120 kilómetros por hora de velocidad.
b) Andá desnudo en tu auto y cuando vas a pagar decile: «Mirá el muñequito».
c) Cuando le pagues decile que es una tonta, boba y re tarada.
d) Pasá el peaje sin pagar, rompiendo la barrera.
e) Pisá a alguno de los policías que están paraditos cerca de las casillas.
Si después de algunas de estas opciones, no estás preso, o en algún hospital o deportado a Cuba, quizás ella preste un poco más de atención a tu persona.

Dr. Amor

PD: ¡Qué presupuesto debes tener en peajes! ¿…..no?. ¿De que laburás? ¿De político?