Planta orquidácea que se caracteriza por crecer subiendo por las ramas y troncos de los árboles. La flor de esta planta, es la orquídea, la cual se caracteriza por sus vivos colores y vistosas formas, con un pétalo que se desarrolla más que el resto: cientos de orquídeas blancas decoraban el salón de su casa.
Las orquídeas son plantas angiospermas monocotiledóneas, pertenecientes a la familia
Orquidáceas. Viven no solo en todos los continentes, a excepción de la Antártida y el Polo Norte, sino en cualquier hábitat, exceptuando los desiertos, hielos eternos de las altas montañas y los polos.
Las especies terrestres cuentan con una especie de bulbos que funcionan como órganos de reserva. Su forma es generalmente globosa en las especies terrestres, cilíndrica, elíptica, filiforme o provistos de nódulos. Las especies europeas pertenecen al grupo de orquídeas terrestres provistas de uno o más pseudobulbos.
Tallo
Los tallos son así mismo variables; los que constan de un solo pie desarrollan pseudobulbos y las flores crecen sobre un único ápice. Este tipo de tallos suele ser largo y cilíndrico, y aloja una o varias flores u hojas. En las orquídeas del tipo Vanilla, sus largos tallos ejercen función de lianas que cuelgan de las altas capas de la fronda tropical. Hay especies que desarrollan tallos múltiples o prácticamente carecen de él. La importancia central de las flores en la familia de las orquidáceas hace que los tallos sean casi exclusivamente florales y las hojas ocupen la parte baja o basal de la planta, si es que no nacen de ellas.
Hojas
La mayoría de las orquídeas poseen hojas alternas (dísticas), raramente aparecen con hojas opuestas o verticiladas. En algunas especies como las subterráneas, éstas se encuentran reducidas a escamas. Muchas de las hojas de las epífitas, como las del género Phalaenopsis, son gruesas y carnosas, ya que poseen una función de reserva de agua. Las hojas poseen nervios foliares paralelos, característica común a la mayoría de las plantas monocotiledóneas.
Flores
Las flores normalmente aparecen en racimos o espigas terminales y más raramente solitarias o en las axilas de las hojas. En general, contienen los dos sexos, es decir, son hermafroditas.
La reproducción suele realizarse por polinización, pues son raros los casos de autofecundación, recurso al cual recurren algunas especies de manera «programada» cuando la fertilización externa no se ha realizado.
Las flores generalmente se encuentran sobre un pecíolo más o menos largo, a veces retorcido. Poseen sépalos dispuestos axialmente de color verde o del mismo tono que la corola. La forma de las flores normalmente sigue la simetría bilateral aunque excepcionalmente son asimétricas.
Las orquídeas poseen un aparato reproductor simplificado por la evolución, donde el ovario se prolonga en un único estilo grueso rematado por un único estambre; solo excepcionalmente poseen dos o tres estambres como restos del pasado evolutivo caso.
En el centro de la estructura periántica o verticilo interno, aparece la columna como centro reproductor hacia el que confluye toda la estructura arquitectónica de gran poder atractivo, ya que su función es la de atraer a los insectos. En la parte de atrás de la flor se encuentra el ovario, donde se forma el fruto y las semillas.
Cultivo
Las orquídeas constituyen las plantas más estudiadas y mimadas por los jardineros. La belleza de las flores que se consiguen contrasta con la dificultad para conseguir el éxito en su cultivo y mejoramiento. Durante muchos años estas plantas mantuvieron el secreto de su fecundación y reproducción. La relación hongo y semilla era condición indispensable para la germinación de las semillas. Especies muy concretas de insectos eran los responsables de la polinización, realizada por la naturaleza en su tiempo y lugar adecuado.
Temperatura
La temperatura que requieren es específica para cada especie; en general, las plantas cultivadas provienen de bosques tropicales donde la temperatura es templada y más o menos homogénea. La humedad y el régimen de agua es muy especial. Las plantas son generalmente epífitas y reciben el agua en forma de rocío en la mañana; o bien se encuentran sujetas al régimen de lluvias de la zona. Phalaenopsis por ejemplo, es una planta que requiere temperaturas nocturnas superiores a 18 ºC y diurnas por encima de los 24 a 30 ºC. En Cattleya, la temperatura nocturna no puede descender de 15 ºC. Sin embargo, orquídeas que provienen de regiones tropicales montañosas, como Odontoglossum, necesitan temperaturas nocturnas entre 12 y 15 ºC. Otro factor importante es que entre el día y la noche no exista una diferencia de temperatura muy grande. Se consideran 5 ºC de variación como máximo. En las regiones meridionales no se recomienda colocar las orquídeas en orientación sur ni norte, debido a sus temperaturas extremas.
Luz y humedad relativa
La luz que reciben es importante a la hora que se elige el sitio. Muchas plantas viven a plena luz y otras se encuentran naturalmente en las regiones oscuras de la floresta. En invernaderos para orquídeas se suele regular la luz con mayas de sombra de distintos calibres. En los hogares, pueden utilizarse cortinas como protectores de un exceso de luminosidad. El sol directo es generalmente desaconsejado.
Riegos
En general, las orquídeas requieren de un suelo húmedo aunque uno de los enemigos de las raíces exteriores son los hongos que florecen con una humedad excesiva. Lo mejor es rociar la superficie para alternar superficie seca con húmeda y realizar un riego de las macetas o las bandejas cada dos días en verano y cada 6 en invierno. Algunos jardineros utilizan ciertos helechos o musgos para favorecer la retención de humedad.
Su hábitat natural se encuentra siempre rodeado de restos de hojas y excrementos de pájaros. El suelo más recomendable debe contener suficiente materia vegetal. Las turbas o cortezas de coníferas o ambos son los suelos predilectos para el cultivo de estas plantas.
El abonado de las orquídeas requiere una cantidad equivalente de los elemento fundamentales: nitrógeno fósforo y potasio; la cantidad de nitrógeno se dobla en la época de crecimiento vegetativo que suele coincidir con el fin del invierno o del otoño.