Frase originada en una costumbre-castigo nacida durante la Segunda Guerra Mundial, por la cual los colaboracionistas locales de los nazis eran literalmente rapados por sus compatriotas como señal de advertencia para quienes se sintieran tentados de imitar esa actitud.
Lo mismo sucedía con las amantes nativas de los oficiales alemanes. En nuestro país, en la década del 50, la frase se popularizó con un sentido festivo, ignorando muchas veces su cruel origen. Fuente: http://www.ciudad-real.es/varios/dichos/p.php