Tiene un origen lejano. En la antigua Inglaterra, los matrimonios sólo podían tener sexo si el Rey los había autorizado a ello (salvo que se tratara, claro, de un miembro de la familia real).
Quienes deseaban tener un hijo, pedían entonces permiso al monarca, cuyo consentimiento se materializaba en una placa que los amantes debían colgar en su puerta mientras tenían relaciones. La leyenda con que se declaraba conformidad al acto decía «Fornication Under Consent of the King» (cuyas iniciales dan «F.U.C.K.». Aparentemente, el acortamiento se lexicalizó, y hoy es una palabra usada mucho más allá de las fronteras inglesas.
Sin embargo, hay etimólogos que sostienen un origen menos pintoresco, pero más fundado. Argumentando que la práctica de convertir acrónimos en palabras aparece por primera vez en el siglo XX, plantean que fuck tiene que ser la derivación de la antigua palabra danesa fokken, que entre otras acepciones tiene, precisamente, la de copular.
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