La preparación más versátil del mundo se pone el kimono y se va de vacaciones al país del sol naciente. La soja, el sésamo, el wasabi y las algas –entre otros– le acompañan en el viaje.
Como ya hemos comentado alguna vez antes en éste, vuestro blog amigo, el tartar es una de las recetas más versátiles y fáciles de tunear del mundo. Simplemente cambiando los aderezos y los ingredientes podemos hacerle viajar de Italia a Tailandia y convertirlo en un trampantojo verdulero o un plato de alta cocina con un par de trucos. En esta ocasión, el destino de su viaje no es otro que Japón.
La única complicación que tiene esta receta es, como en cualquier tartar, la de cortar la carne. De ninguna manera intentéis hacer trampa y picarla a máquina, el tartar tiene que tener trozos que se noten, más o menos regulares según la habilidad con el cuchillo de quien lo prepare, pero nunca tiene que ser un puré. Para hacer el proceso más sencillo podéis pedir en la carnicería que os corten la ternera en filetes muy finos.
Con cortes magros y con sabor como la babilla, la cadera, la tapa, el lomo o la tapilla, entre otros, podéis conseguir un tartar campeón, no hace falta dejarse el presupuesto en un pedazo de solomillo. Si podéis encontrarlo con facilidad, un poco de takuan –nabo daikon encurtido y fermentado, lo venden envasado al vacío en tiendas de alimentación asiática– también le dará mucho rollo.
La mezcla de sésamo, wasabi y alga nori –con un poco de sal– se vende en Japón como una de las versiones más clásicas de furikake para aliñar el arroz. Yo siempre tengo un bote en casa, y también lo uso para ensaladas, sopas, fideos o platos de pescado crudo. Una amiga japonesa me contó que era un auténtico salvavidas para los que no sabían cocinar, así que cualquier despensa se puede beneficiar de sus bondades.
La finalidad de poner la soja en la base del plato es meramente estética: si la mezcláis con el resto antes de llevarlo a la mesa la salsa lo teñirá todo y llegará una masa de color marrón oscuro bastante menos bonita a la vista. Si os gusta que el tartar quede más amalgamado, podéis cambiar la soja por un poco de salsa teriyaki, pero tened en cuenta que también le dará un punto dulce.
Dificultad
No hay que haber nacido en Tokyo. Ni siquiera haber estado.
Ingredientes
Para 4 personas
• 600 g de carne de ternera
• 1 cebolleta
• Jengibre encurtido al gusto (yo puse una cucharadita colmada, picado)
• 1 cucharada rasa de sésamo
• Vinagre de arroz
• 1/2 hoja de alga nori para sushi (u una cucharada de copos de la misma)
• 2 yemas de huevo
• Salsa de soja al gusto (yo usé una cucharada por ración)
• ½ pepino
• Wasabi al gusto
• Snacks de arroz o una base de arroz para sushi como acompañamiento
Preparación
- Pelar la parte blanca de la cebolleta (reservar la verde) y cortarla en daditos. Cortar también el pepino en daditos (con piel) y marinar ambos en vinagre de arroz durante una media hora.
- Picar la carne de ternera, mezclarla con el jengibre, el sésamo –reservas un poco para decorar–, las algas y la cebolla y el pepino bien escurridos.
- Añadir las yemas de huevo y wasabi al gusto, mezclar bien y servir en platos individuales con un poco de salsa de soja en el fondo.
- Decorar con el resto del sésamo y el tallo de la cebolleta cortado muy fino al bies. Acompañar de snacks de arroz o una base de arroz preparado para sushi.
Fuente: https://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2016/07/29/receta/1469769681_709764.html