El 8 de diciembre se impuso como una costumbre cristiana, pero tiene reminiscencias de los celtas. También recuerda al manzano del Paraíso de cuyos frutos comieron Adán y Eva.
El 8 de diciembre se impuso como el día para comenzar a armar el Arbol de Navidad, normalmente un pino o un abeto, tradición cristiana que reconoce raíces paganas, especialmente de los celtas, que al comenzar el solsticio de invierno adornaban un roble -su árbol sagrado- para asegurarse el regreso del Sol.
Aunque el árbol navideño y la Virgen María no tengan ninguna relación, la Iglesia buscó la forma de establecerla, promoviendo que se comenzara a armarlo el Día de la Inmaculada Concepción, a lo que la superstición le añadió que «es para tener suerte».