El templo de Kukulkán (Chichén Itzá, México) esconde en su interior una pirámide que seguramente fue construida por los primeros mayas que ocuparon el asentamiento.
Dos veces al año, coincidiendo con los equinoccios, miles de personas se congregan alrededor de la pirámide maya de Kukulkán para ver un espectáculo único: Quetzalcóatl o Kukulkán, una deidad con forma de serpiente, desciende la inmensa escalinata para bajar a la tierra y unirse a las labores agrícolas.
El fenómeno óptico del descenso de la serpiente emplumada se debe a una combinación de luces y sombras ideada por los mayas, grandes conocedores de la astronomía y la geometría, que construyeron la pirámide de tal manera que cada 21 de marzo, antes del comienzo de la época de lluvias, las sombras de sus plataformas se proyectaran dando forma a Quetzalcóatl.
Situado en el conjunto arqueológico de Chichén Itzá, en la península de Yucatán (México), el templo de Kukulkán ha fascinado siempre a los historiadores e investigadores de todo el mundo. Y no es para menos: de vez en cuando un hallazgo sorprendente nos revela nuevos secretos de la misteriosa cultura maya.
En las entrañas del templo de Kukulkán
El último descubrimiento ha sido posible gracias a la tomografía eléctrica tridimensional, una nueva técnica no invasiva que ha permitido ‘cotillear’ en el interior de la construcción, revelando la existencia de una pirámide más pequeña y antigua en su interior. Este método consiste en colocar detectores alrededor de los cuerpos de la pirámide y enviar una corriente eléctrica al subsuelo mediante electrodos.
Los resultados revelaron la existencia de una subestructura por debajo de la primera: se observó una rampa, que pudo ser una escalinata, y la probable existencia de un adoratorio, según han indicado los científicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia y de la Universidad Autónoma de México que han realizado las investigaciones. Además, se calcula que la edificación tendría unos 10 metros de altura y parte de su tejado podría haberse derrumbado.
No es la primera construcción que se encuentra en el interior del templo. En los años 30 ya se descubrió otra estructura dentro de la gran pirámide, que, como si de una muñeca rusa se tratara, parece que fue ampliándose en las sucesivas épocas de la civilización maya.
Los análisis de termoluminiscencia han determinado que el periodo habitacional más importante de Chichén Itzá se divide en tres etapas: una época de ‘mayas puros’ entre el año 550 y el 800 d.C.; un momento transicional, cuando llegan pobladores del centro de México y comienza el estilo maya-tolteca, del 800 al 1000; y por último, del 1000 al 1300 d.C., cuando ocurrió la decadencia del asentamiento.
La estructura descubierta en los años 30 correspondería al periodo de transición, mientras que la que se acaba de encontrar sería del periodo inicial. «Si se puede investigar a futuro esta estructura sería significativo, porque hablaría de los primeros periodos de población del sitio y daría información de cómo evolucionó el asentamiento», ha explicado Gerardo Cifuentes, uno de los investigadores.
Además, expuso, existe la probabilidad de que el adoratorio o el área de templo en la cima de la estructura esté intacto; la primera subestructura fue encontrada intacta, estaba simplemente rellena de materiales. «Puede ser que se haya conservado de la misma manera la más antigua».
En una fase anterior del proyecto de investigación, los investigadores habían revelado que la pirámide de Kukulkán fue construida sobre un cenote de unos 20 metros de profundidad, lo que confirma el carácter sagrado de la edificación.
Fuente: www.muyinteresante.es