El Bosque Encantado

El Bosque Encantado

Casi todas las noches, antes de irme a dormir, voy de visita Al Bosque Encantado.
Cierro un poco mis ojos, y llego a la entrada de este bosque.

El Bosque Encantado por Ale Ramírez

Apenas me encuentro casi, casi entrando, siento el ruido del río que corta de norte a sur todo el bosque. Un río torrentoso, llevando a su paso todo lo que encuentra en su camino. Algunas veces me inclino en su orilla, y juntando mis manos hago una especie de cucharita para intentar beber de él. Y es maravilloso, porque este río es muy marrón, porque es de leche chocolatada.
Algunos días de sol, cuando estoy arrodillado bebiendo, veo pasar por el río, las hermosas ballenas blancas y los delfines colorados, saludándome con sus aletas.
Luego, continúo internándome en la espesura de los árboles y arbustos. Habitualmente me acompaña un conejo en bicicleta y un zorro en patineta. Ellos van más rápido que yo, así que generalmente debo apurarme para no quedar muy atrás.
Cuando miro hacia arriba, veo a dos tucanes tocando la guitarra, cantando una serenata a una mona celeste que salta de rama en rama. ¡Qué lindo tocan los tucanes! Se nota que tomaron clases de música. Porque para poder tocar bien la guitarra, hay que estudiar mucho, mucho.
De repente, y en lo más oscuro del bosque, siento un rugido profundo, ensordecedor. Y aparece el puma, avisándome que ya tiene listos los chorizos que hizo a la parrilla. «Están listos los choripanes» dice la nutria gorda, refregándose la panza con sus manos.

Si tengo hambre, como uno o dos choripanes. Es que me encanta el choripán. ¿a vos no?
Algunas ocasiones, el bosque está más poblado.
Las garzas bailan al son de una canción de Luis Miguel, o los carpinchos hacen carreras de postas, saltando a más no poder las supuestas vallas que no son otra cosa que ramas caídas en el suelo.
Pero lo mejor de todo, es cuando el oso marronoso enciende una fogata en el medio del bosque.
Allí, nos sentamos todos al alrededor del fuego, mientras el águila real nos ceba unos mates.
Hasta que el venado más viejo del bosque comienza a contar historias. Y por lo general, estos cuentos son de miedo. Y eso no me gusta mucho, porque me da miedito. Especialmente en la oscuridad de la noche. Cuando esto pasa, me agarró de la mano de la serpiente, dándome seguridad.
Todo esto hasta que de repente, los animalitos comienzan a irse a sus guaridas, a sus casas, a sus nidos, es hora de ir a dormir.
Abro mis ojos, y me encuentro en mi habitación, dentro de mi cama.
Allí está como todas las noches, mi mamá, sentadita al lado mío.
Me dá un beso, y me desea que descanse.
«Gracias mami» le dijo medio bostezando.
Y quizás mañana, si tengo tiempo, volveré a ir de visita al Bosque Encantado.
Es sencillo. Solamente hace falta, cerrar los ojos.
Si te animás, intentalo.
Es re fácil.
Y después me contas.

FIN

Autor: Ale Ramírez

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