Desde pequeño supe que dentro mío, existían tres hermanas, que están agarraditas de sus manos.
Una se llama “Inocencia”.
Es la que todos tuvimos desde muy chiquitos.
Se dice que los niños de hasta los 2 años de edad son totalmente inocentes. Porque tienen el alma pura, porque no tienen maldad.
La inocencia es la falta de malicia y de mala intención.
Si lo viéramos desde el aspecto de la religión, podríamos decir, que no tienen pecado.
Agarrada de su mano se encuentra la otra hermana, que se llama “Ilusión”.
Es la esperanza de que ocurra algo.
¿A qué hora vendrá papá o mamá de su trabajo?,
¿iremos a ver a los abuelos?,
¿me traerán la bicicleta nueva?,
¿qué comeremos hoy?
“Milanesas con papas fritas”. “Vamooooos”
Y si se cumplía lo que estábamos esperando, aparecía la alegría y la satisfacción.
Y si no pasaba lo esperado, estaba la desilusión acompañada de la tristeza.
Y la tercera hermana, que está tomada de las manos de sus otras dos, se llama “Sorpresa”.
La que se presenta cuando pasan cosas, muchas veces inesperadas.
Y los niños la tienen a flor de piel.
Ante un sonido, una sonrisa o mueca graciosa, al conocer el mar, al sentirse querido, al ver un payaso, al pasear por la plaza con su madre, al recibir un gesto de cariño de alguien que poco conocemos, cuando un perro nos llena de besos, o cuando la abuela viene con un tarro de dulce de leche.
Y muchos dirán, que la sorpresa es inherente a los niños, y que se pierde con el paso de los años.
¿Quién no ha escuchado decir a alguien alguna vez: “¿A mí, ya no me sorprende nada”?
Pobrecito, ¿no?
Y estas tres hermanas, muchos las tienen aletargadas a la espera de despertarse, otros las han perdido, algunos no se dieron cuenta que existen y a otros, se les han muerto.
Porque a ellas hay que cuidarlas, arroparlas, protegerlas, abrazarlas y alimentarlas.
Lo maravilloso de todo, es que ellas afloran en los momentos menos pensados y los más indicados.
Ellas aparecen cuando quieren.
Alguna vez quise manejarlas, quise decidir que aparecieran o no y no pude. No me dejaron. Ellas deciden.
Estas tres hermanas están vivas en mí.
Afloran en muchos momentos de mis días.
Y verdaderamente me hacen sentir bien. Muy bien.
Me hacen sentir vivo.
Cuando organizo algo que es lindo o bueno, Inocencia aparece vigilando que es lo que voy a hacer e intenta estar presente en todo el proceso.
Mientas, Ilusión, se refriega las manos, sabiendo lo que se viene, esperanzándose que todo será maravilloso.
Y Sorpresa, es la que más se entusiasma, esperando que ocurran las cosas, manteniendo su origen y su esencia.
Estas tres hermanitas están vivas en mí.
Quiero que así sea.
Espero que las tuyas estén bien de salud.
Y si sentís que no las tienes o no las encuentras, busca bien en tu interior.
Recuerda cosas de tu infancia, rememora situaciones de cuando eras niño, y verás que allí están, quizás escondidas en un rinconcito de tu corazón.
Descúbrelas, despiértalas, bríndales amor e intenta que renazcan.
Verás, que linda sensación es tenerlas nuevamente contigo.
De Ale Ramírez