No hace mucho tiempo, tuve la oportunidad de ver un video de una entrevista al actor estadounidense hongkonés Bruce Lee.
Allí esgrimió su famosa frase en inglés: «Be water, my friend», “SÉ COMO EL AGUA, MI AMIGO”
Su filosofía, basada en el Jeet Kune Do, se resume en esta famosa frase.
Y él explicaba el significado, diciendo: «Vacía tu mente, sé amorfo, moldeable, como el agua. Si pones agua en una taza se convierte en la taza. Si pones agua en una botella se convierte en la botella. Si la pones en una tetera se convierte en la tetera. El agua puede fluir o puede golpear. Yo soy agua, sé cómo el agua, mi amigo».
Algo similar pude ver en la película “El último Samurai”.
En una escena, Tom Cruise, que interpreta a un soldado norteamericano, intenta aprender a pelear con las katanas japonesas.
En este caso, con palos que tienen forma de esas katanas.
Lógicamente, no le es sencillo, sufriendo todo tipo de golpes y magullones. De parte de quienes le están enseñando.
Al ver esto, el hijo del Gran Samurai, se acerca a él y le dice: “Mucha mente”.
Indicándole, que debe dejarse llevar por su instinto, por sus sentimientos, por lo que su cuerpo sienta.
Y no por lo que la mente le dicte hacer en esos momentos.
Y ambas situaciones, ambas escenas, me hicieron reflexionar, sobre esta filosofía oriental, relacionada a la mente.
“La maldita mente” diría alguien, que debe estar lidiando demasiado con su cabecita.
Lógicamente, la mente es importantísima en nuestra vida, porque sin ella, directamente no viviríamos.
Pero a medida que vamos cumpliendo años, nos damos cuenta, que la cultura, la sociedad, la familia, la educación, el pertenecer, nos va cargando de preceptos y mandatos, que llevan mucho de culpa y temor.
Nuestra mente está continuamente hablándonos.
Y habitualmente, poniéndonos fichas negativas.
Como nos ocurre a todos, alguna vez nos fue mal en algo, la mente se retrotrae a esas circunstancias, haciéndonos dudar de que hacer.
Todo saldrá mal, todo será difícil, lo que hacemos no corresponde, etc.
Y he aprendido con el paso de los años, que ser intuitivo no está mal.
El tener sensibilidad y utilizar el amor como arma precisa, ante muchas circunstancias de mi vida, me dieron muchas más satisfacciones, que no haciendo nada, porque la mente me lo indicaba.
Siempre fui una persona ejecutiva y muy directa.
Para muchos, tomo decisiones demasiado rápidas.
Para mí, hago lo que mi sensibilidad, mi corazón, mi instinto o como quieran llamarlo, me indica.
Y no me fue tan mal.
Al menos, no me siento tan mal con esta forma de ser.
Lógicamente, muchas veces, me he equivocado.
Y por allí, los sesudos de siempre, me indicaban que era porque no lo pensé antes.
O no lo pensé lo suficiente.
Puede ser.
Pero, rebatiendo este concepto, puedo decirles que he realizado muchas cosas en mi vida, que me han dado una impresionante satisfacción.
Y siempre, esas decisiones, salieron desde acá, desde mi pecho con mezcla de algo de panza.
Desde lo más profundo de mi corazón.
Y la gran mayoría de las veces, tuve satisfacciones cuando decidí por allí.
Por esa zona.
La vida te lleva a recorrer caminos que no imaginaste nunca.
En ese trayecto, trata de que tu mente se calle un poco y te acompañe en silencio.
Y deja abierto, los canales de la intuición, la sensibilidad, y el amor profundo.
Y verás, que vida maravillosa te tocó vivir.
La mejor.
Una vida, que ni tu mente imaginó.
De Ale Ramirez