No más Delivery

No más Delivery

Estimado Dr:

Tengo 23 años y he podido mudarme e ir a vivir solo en un departamento en Palermo, ciudad de Buenos Aires. Habitualmente no cocino nada para comer, entonces suelo pedir delivery de todo tipo de alimentos. A veces pizza, empanadas, pollito al spiedo, o platos elaborados a restaurantes de la zona.
Soy solterito y me encantan las mujeres. Hago esta aclaración porque lo que me ocurrió fue fabuloso.

El otro día me llegó un papelito de publicidad de un nuevo local de venta de tamales y comidas originarias del norte argentino. Me llamó la atención y quise probar. Realicé un pedido y a la media hora tocaron el timbre. Al abrir la puerta de mi departamento me encontré con “una” motoquera, que traía la bolsita con la comida en su mano derecha y un casco en su otra mano. La señorita en cuestión medía 1,75 mts, de busto 120, cintura 60 y cadera 100. Era una yegua infernal!. Además estaba vestida con un jean tres números más chico que lo que era su talle, y una camperita de cuero abierta hasta el pupo, dejando ver esos hermosos pechos turgentes. Guau!, pensé. Lógicamente a “un macho cabrío” como soy, hablé un rato, notando que ela era super desenvuelta y simpática. Para colmo, tenía una voz profunda, estilo Graciela Borges. ¡Calentura total!.

Como noté que respondía muy bien a mi charla y la ví muy amable para conmigo, avancé y le pregunté si no quería venir a tomar una copa al finalizar su trabajo de delivery. “Pero como no, bombón” respondió dulcemente con su voz sensual.

Quedamos que a las 2 de la mañana venía. Rápidamente preparé todo: buena música, velitas, bastante desodorante de ambientes y me pegué un buen baño.

A la hora prevista llegó a mi departamento. Entró y ni lenta ni perezosa me dijo: “Flaquito, desde que me fui de tu casa, que estoy caliente con vos”. Épale! Pensé. Estoy matando este año!.

Fuimos a nuestro dormitorio y sin mediar palabras, me bajo los pantalones y comenzó a hacerme una fellatio. Y antes de que terminara, se sacó la camperita y la blusa y dejó ver un par de pechos dignos de una muestra de cirujanos plásticos. No sabe Dr que par de tetas fabulosas. Eran un cuadro de Quinquela Martín.

Me dijo: «-Desnudate todo amorcito. Y juguemos a los besitos en la espalda”. Sí, sí, contesté ilusionado, ya que me pueden los besitos en la espalda.

Sacó de su mochila unas esposas típicas de las fuerzas de seguridad y me ato de pies y manos a mi cama en posición boca abajo estilo Tupac Amarú. Y comenzó a darme besitos en mi espalda, lógicamente apoyando y refregando sus enormes pechos por todo mi cuerpo.

Mi excitación era fabulosa. Descomunal. Tenía el miembro erecto que se me quebraba contra la cama.

Recuerdo que a eso de la 7 de la mañana, el portero del edificio me despertó con cara de asombro y diciéndome: “Ramoncito, que te pasó queridooo”. “Estás pálido, tenés el culo sangrando, y te afanaron hasta las ollas de la cocina”

Doctor, siento mucha vergüenza por lo que me ocurrió y tengo terror de pedir deliverys a mi casa.

Necesito una palabra de apoyo.

Ramón de Palermo Chico.


RESPUESTA:

Estimado Ramón:

Como primera medida hablá con Maru Botana y empezá un curso de cocina rápida. Porque si no vas a pedir más deliverys, vas a quedar famélico.

Muy buena tu aclaración de que me gustan las mujeres, pero vemos que te falto “olfato” ya que por como venía el relato y cuando contabas sobre la voz “profunda”, muchos en esta consulta nos dimos cuenta que la cosa no iba a terminar bien. (para vos)

Además decís que lo que te pasó fue fabuloso. Defininos FABULOSO. Para nosotros la definición correcta sería: una verdadera rotura de ojete.

Cuando describís los pechos de la señorita(o) hablás de eran dignos de un cuadro de Quinquela Martín. Decime; ¿donde merda viste un cuadro de ese pintor con mujeres con las tetas al aire?

Cuando te propuso los besitos en la espalda y te amarró con las esposas, no tuviste la idea de mirar hacia atrás? Quizás hubieras evitado “algunas situaciones”.

Otra cosa que no entendemos como y porque entró el portero a la mañana.

Si imaginamos la “carita” del profesional de la escoba y la manguera, tratando de no reírse a carcajadas delante tuyo.

Además, imagino los comentarios posteriores con el resto de los propietarios del edificio. ¿Ya te compraste la máscara de Hugo Chavez para entrar y salir de vuestra propiedad?

En relación al robo manifestás que te afanaron hasta las ollas de la cocina. Justo eso no debería preocuparte, porque por lo que nos contás, no las usabas mucho.

Al finalizar la carta decís que sentís mucha vergüenza. Creemos que no debe ser lo que más sentís………………

Andá a la farmacia y comprate un cicatrizante y ponete una curita ahí donde te duele.

No le temas a los deliverys.
Y menos si son mujeres, ya que lo que te pasó difícilmente vuelva a ocurrir, porque entendemos que no podés ser tan boludo de volver a invitar a una desconocida a entrar en tu departamento luego de verla tan solo 5 minutos.

Por último, uno de los colegas de nuestro consultorio solicita que nos pases el teléfono de dicho delivery. Por lo que nos manifiesta, le encantan los tamales.

Será por eso?

Cuidate……………….donde termina la espalda.

Dr. Amor