Me enamoré de quien no debía

Me enamoré de quien no debía

Doctor Amor:

Soy Rosaura, tengo 28 años y vivo en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Trabajo como promotora de empresas que necesitan publicitar sus productos. En los últimos meses, estoy trabajando en los supermercados, haciendo probar a los clientes una bebida alcohólica dulce, ideal para ser consumida después de las comidas.

Así es que todos los días de 5 de la tarde a las 10 de la noche, me encuentro parada, al lado de un mostrador lleno de botellas de esta bebida, dando a probar el licor en cuestión. También, como corresponde en este trabajo, estoy vestida con un uniforme de la empresa, que es una «diminuta» pollera roja, una blusa blanca -bastante ajustada- y un saquito de color rojo. Para que se dé idea de cómo soy, mido 1,75, de pelo rubio hasta la cintura y mis medidas son 100-62-93.
Así es que hace días, viene un cliente -muy amable él- a probar el licor. Es una persona que tendrá unos 40 años, siempre muy bien vestida, y lo que más me sorprendió es su forma de dirigirse, con altura, respecto y demostrando una gran cultura. A medida que se iba repitiendo su visita, comenzamos a hablar cada día un poco más. Y así comenzamos también, a conocernos un poco más. Y fuimos avanzando en los temas, sintiéndome verdaderamente muy bien con sus charlas. Es más, hubo un día que no pasó, y lo llegué a extrañar. Después de 15 días de vernos casi ininterrumpidamente, él me dijo que quería invitarme a cenar. Así fue como un martes fuimos a comer, a un lindo restaurante de la ribera de Rosario. Y fue un grato momento que compartimos juntos, donde privó la calidez, el buen humor y mucho de romanticismo. Al finalizar la cena y caminando hacia el auto, me propuso ir a un hotel alojamiento. A pesar de que me sorprendió un poco esta propuesta, una siempre piensa que esto puede ocurrir. Y……..doctor…….le dije que sí. Verdaderamente la pasamos excepcionalmente bien. Fue maravilloso. Luego, nos continuamos viendo, y continuamos saliendo, que a cenar, que al cine, que a pasear por la costanera, y siempre terminábamos teniendo sexo, ya no solamente en un hotel, sino en los lugares menos pensados, pero más excitantes, que usted pueda imaginar. Y me enamoré. Todo iba bien, hasta que comencé a notar, que él no quería salir los sábados y los domingos. Siempre me decía que algo tenía que hacer. Que su trabajo no se lo permitía. Y a pesar de creer conocerlo lo suficiente, me daba la sensación que algo ocultaba. Así fue como un sábado falte a mi trabajo y lo esperé en la parada de colectivo donde generalmente nos encontrábamos, siendo este un lugar con muchos recuerdos para nosotros, ya que él mismo me manifestaba que todos los días tomaba el colectivo allí. Y así lo vi subir al colectivo. Con un remisse, lo seguí. En una de las paradas, en las afueras de la ciudad, se bajó. Caminó tres cuadras e ingresó a un local que en su frente tenía luces de colores, en su mayoría rojas. Me acerqué a la puerta principal, donde un portero me preguntó que quería. Viendo que allí entraban mujeres y hombres, le dije que venía a buscar a una amiga. «Excelente…» respondió. «Seguro que aquí la encontrarás…» sentenció. Y al entrar -un salón demasiado oscuro- me encontré con gran cantidad de personas. Algunas bailaban al son de una música ensordecedora, otros tomaban bebidas y otros, en sillones, mantenían relaciones sexuales, sin temor a ser descubiertos. Y allí descubrí que era un lugar extraño, ya que casi todas las parejas eran iguales. Es decir, hombres con hombres y mujeres con mujeres. ¿Me entiende, doctor?. Era un lugar de encuentro para homosexuales. Pero esto no hubiera sido nada, sino descubrir que él -mi enamorado- estaba en un afiche del local como «la estrella gay porno». No lo podía creer. Le pregunté al barman donde podía encontrarlo y me indicó que estaba haciendo un servicio en la habitación número 5. Raudamente fui hacia allí, abrí intempestivamente la puerta y me encontré con una imagen lamentable. Mi amor, mi sol, mi cuchi cuchi estaba teniendo relaciones con otro hombre. La imagen fue lamentable.
Doctor, creo que me equivoqué, pero no entiendo muchas cosas.
Por favor, un comentario.

Rosaura de Rosario. Santa Fe


Respuesta del DR AMOR:

Dulce Rosaura:

¡Que linda ciudad es Rosario! Lamentamos mucho que te haya tocado vivir semejante situación. No es lindo descubrir cosas que una pareja nos oculta. Y más este tipo de cosas, donde seguro te debes haber sentido herida en lo más profundo de tu corazón. Ahora bien, debes pensar que fue lo que te molestó. Que tu pareja te haya ocultado algo, que no te haya contado todo, o que sea homosexual. Porque quizás, lo que más te martiriza es esto. Que siendo una hermosa mujer, este hombre que estuvo con vos íntimamente, le gusten los hombres. Quizás él toma a esto como un trabajo, pero bueno sería que analizarás primero tus sensaciones y luego vieras que le ocurre a él. Por lo visto nos falta algo de la historia, que es saber que pasó cuando te vió, si siguió dándole a la matraca o dejó todo y se fue detrás de ti. También si lo volviste a ver en el super, y si volviste a ir a ese local, en búsqueda de alguna «amiga», que te ayude a calmar las penas, Deberías contarnos más. Lo importante es que debés tomar una resolución urgente, para que todo esto que te pasó no te atormente más. En un pasaje de tu carta decís que hicieron el amor en lugares muy excitantes, que ni nos imaginamos. Te comentamos que los profesionales de nuestro consultorios son tremendamente imaginativos -especialmente las doctoras- pero, si querés en otra carta contarnos con más detalles, bienvenido. Ojalá puedas sobrellevar esta situación y a no bajar los brazos. Sos joven y tu vida debe continuar. La próxima vez que conozcas a alguien, la primer pregunta -antes de inquirir sus nombre- debería ser: ¿sos gay?

Dr. Amor

PD: ¡Que linda ciudad Rosario!