¡No!…¿tu también?

¡No!…¿tu también?

Estimado Doctor Amor:

Me llamo Claudio y vivo en la ciudad autónoma de Buenos Aires. Por suerte o gracias a Dios tengo una empresa que anda bárbaro y no tengo problemas económicos. Tengo 35 años, soy soltero y con buena pinta. Sin problemas económicos y soltero, la relación con las mujeres se me facilita notablemente.

 Es decir, no tengo problemas para salir con la mujer que quiera, especialmente me gustan las más jóvenes. Porque mi presencia, el auto importado 0 km y la posibilidad de ir a comer a los lugares más lujosos, me permiten ganar rápidamente. Además, ayudo económicamente a mis viejos y mis dos hermanitos: José que tiene 16 años y Lucía -que es mi sol- que tiene 18 años recién cumplidos. Debo confesarle Doctor, que me enloquecen las mujeres menores de 22 años. Tengo cierta debilidad de tener relaciones con ella. Y como le anticipara, generalmente lo logro en la primer salida. Muchas veces -y creo es mi problema- después de ese primer encuentro sexual, no las vuelvo a llamar ni las vuelvo a ver. Pero me encanta ir de mujer en mujer. Muchas mujeres me dicen que soy un guacho y que lo único que me interesa es tener sexo y nada más. No sé si será así, lo que pienso es que todavía soy joven para acollararme a una sola mujer. Pero debo contarle algo que me ocurrió el otro día, y que me preocupa mucho desde ese momento. Conocí en una estación de servicio del barrio de Caballito, a una chica que estaba haciendo una promoción de cigarrillos. Era un bombón. Rubiecita, alta, muy fuerte y tendría apenas 18 años. Realmente era un bocato di cardenale. Como corresponde la abordé violentamente invitándola a cenar esa misma noche. También, como siempre ocurre, me dijo que sí. Que la esperara, que en 15 minutos salía. Así fue. Fuimos a cenar a un restaurante muy coqueto que hay cerca de la estación de servicio y luego nos fuimos a un hotel alojamiento que se encontraba a la vuelta del mencionado restaurante. El hotel no era muy bueno, pero era tal las ganas que ambos teníamos, que nos metimos igual. Nos tocó en el tercer piso, la mejor suite que tenían. Estábamos en «plena tarea», y no podía creer el físico que tenía esta chica. Realmente una maravilla por lo bella y fuerte. Quedamos totalmente desnudos y íbamos a comenzar con lo bueno, cuando ella me dice: «Podés bajar un poco las luces, ¡amor!». Así lo hice. Me estiré hasta la mesita de luz y moví las perilla para bajar la luz, cuando de golpe se siente una explosión y comienzan a prenderse fuego los cables que iban por toda la pared. ¡A la merda! ¡Fuego, Fuego! Comencé a gritar desesperado. Enseguida se comenzó a sentir que la gente empezó a bajar las escaleras corriendo, entre gritos de miedo y llanto. Tomamos nuestras ropas y así como Dios nos trajo al mundo, salimos al pasillo y empezamos a bajar las escaleras. Era cómico como nos íbamos encontrando a las diferentes parejas, que en bolas, salían de sus respectivas habitaciones. Pero cuando llegamos al primer piso, al doblar por el pasillo, se abre la puerta de una habitación, y……..¿sabe quien salió? . ¡Lucía,…….mi hermanita! También totalmente desnuda, con sus ropas en las manos y lo peor, acompañada por Cacho, el hijo del portero del edificio de mis viejos.
Doctor, no sé que hacer. Esto me quitó el sueño y la alegría de vivir. ¡Mi sol……!

Claudio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires


Respuesta del DR AMOR:

Estimado Claudio:

¡Qué cosas tiene esta vida!. Justo a vos te tenía que pasar algo así. Porque lamentablemente, cuando realizás la introducción de tu carta, demostrás como cierto desprecio hacia las mujeres. Nos da la sensación que son para ti, o que las considerás, solamente un objeto sexual. «Se aborda, se usa, se tira y ya está». Pero dentro de todo, tenés que considerar algo que es bueno. Que Lucía, al menos, se encontraba con un hombre. Además, que te pensás, ¿que tú hermanita no lo hace?. ¿Que se va a mantener virgen toda la vida?. Nos parece un poco infantil este pensamiento, a pesar de tu edad. ¿No serás de los tipos que piensan que nuestros viejos no tienen sexo? ¿Cómo te crees que nos concibieron? ¿Enviando una carta a París?.
Además, esperamos que tu bronca sea por descubrir que tu hermana ya hace lo que todos hacemos y no porque esté con el hijo del portero. ¡Discriminador!
Por eso, lo mejor es olvidarte del tema, acercate a tus hermanitos -a ambos- y charla sobre el sexo seguro, riesgos y todo lo que se debe saber al respecto. Regalales varios preservativos, y que cada uno haga su vida. Con responsabilidad pero recordá siempre, que cada cual tiene su vida para que sea vivida.

Dr. Amor.

PD: Unos inspectores de la AFIP nos pidieron tus datos. ¿Qué hacemos? ¿Se los damos?