Baila conmigo

Baila conmigo

Dr. Amor, no sé de qué forma comenzar mi relato, tal vez deba hacerlo de manera ordenada y contarle todo desde el principio, pero me apena y me avergüenza hablar sobre ciertos episodios relacionados con mi niñez así que prefiero postergar para más adelante la descripción de los hechos más oscuros y desdichados de mi vida.

Soy soltero, tengo 34 años y comparto el techo con mi padre. Desde que mi madre murió, me preocupo en que el viejo se sienta feliz y bien acompañado. Más adelante daré una descripción detallada sobre los otros integrantes que componen mi familia, por lo pronto creo que no hubiese sido correcto presentarme sin antes haber nombrado los dos pilares que me sostuvieron a lo largo mi vida como mi padre y mi madre que aunque ya no está con nosotros siempre la tenemos presente.
Le cuento que soy muy tímido y por causa de esto me es difícil conocer mujeres y concretar con ellas cualquier clase de vínculo, esto no significa que no me gusten, todo lo contrario, me gustan y mucho, pero me intimidan en la misma proporción en que las deseo, ya hablaremos de eso más adelante cuando pueda proporcionarle más detalles sobre la relación con mi hermana mayor. No quiero desviar el motivo de mi consulta así que continuaré explicándole. Luego de cobrar mi jornal, el primer sábado de cada mes, acostumbro visitar algún prostíbulo. Todos los meses, durante años, practiqué el mismo ritual sin ningún inconveniente, hasta que la semana anterior, luego de que Cavallo anunciara las medidas económicas que todos bien conocemos, yo también fui uno de los millones de argentinos que no pudo cobrar su sueldo en efectivo por lo que recurrí a pedirle un pequeño préstamo a mi padre de tan sólo $ 10, todo lo que necesitaba para pagar la compañía de una señorita. Mi padre, con la severidad que lo caracteriza, contestó que me adelantaría ese dinero, pero antes debía ganármelo. Mientras su antiguo tocadiscos reproducía valses de Strauss, trajo desde de su ropero una pequeña caja que contenía el viejo vestido de novia que había usado mi madre el día de su casamiento, cuidadosamente doblado y todavía perfumado. No pude ocultar mi emoción y me largué a llorar. Mi padre rompió el silencio, «Ella era menudita como vos», dijo mientras quitaba el vestido de la caja y lo estiraba. En efecto, el vestido era tan pequeño como el que podría usar una niña el día de su comunión, mi padre continuó, «por qué no te lo probas y bailas para mi». Su propuesta me pareció algo extraña, jamás pense que me tentaría a probarme algo tan ajustado, pero no pude negarme, el viejo estaba tan emocionado que hasta se animó a tomarme de la cintura y juntos bailamos el vals de los novios.
Finalmente mi padre me dio los $10 y fui al prostíbulo, pero hay algo que me inquieta Dr. Amor ¿a Usted le parece correcto, que a mi edad tenga que pedirle dinero prestado a mi padre?.

Raimundo de Pajuelas. España


Respuesta del DR AMOR:

Estimado Raimundo:

Realmente notable el relato que realizaste sobre los hechos que te han tocado vivir. Veo que vas a ser una fuente inagotable de vivencias, porque en los primeros párrafos se nota que tienes inconvenientes con tu hermana, que los tuviste con tu madre y que los tienes con tu padre. ¿Perro no tenés, no?.
Lógicamente esperamos que continúes compartiendo todo esto con nosotros. ¡Nos hace bien…!
En relación a tu timidez, el serlo no es nada malo, pero debes intentar vencerla, en especial para acercarte a una mujer. Busca el camino como para perder el miedo al acercamiento. Porque por lo visto, cuando pagás a una señorita, se te van los miedos y los problemas de timidez. ¿ No será que buscás someter -en cualquier sentido- a la otra persona, y lo hacés a través del dinero ?. En el caso de obtener una relación normal, quizás tengas miedo se ser sometido por la otra persona, como vemos que te ocurre con tu padre. Porque en definitiva, tu padre hace exactamente lo mismo que vos hacés con las mujeres de la calle, con la diferencia que el sometido en este caso sos vos. Nos llamo mucho la atención el tema que vas a un prostíbulo y que pagas $ 10.- por los servicios de una señorita. ¿Solamente $ 10.- ?.
En el cambio que te proponemos, invertí algo más, buscando mejor «calidad» -miserable !!-.
El tema del pedido de ponerte el vestido, el baile, la música y todo lo que ocurrió, se encuentra en un terreno verdaderamente difícil de tratar por este medio, que es la perversión. Pero al releer tu carta con los profesionales que me acompañan, nos surgieron muchas dudas:
¿Te sentiste agredido cuando tu padre te solicitó que te pongas el vestido?
¿Te gustó ponerte el vestido?
¿Bailaste bien el vals?
¿Luego del baile, el vestido se lo devolviste a tu viejo o te lo guardaste en el placard?
¿Qué tenés que hacer este sábado?
En relación al tema dinero y tu padre, el próximo día hábil acercarte a alguna institución bancaria, y urgente abrí una cuenta corriente o caja de ahorro. Así podrás administrar tu dinero, sin que tu padre se entrometa. Además, no te preocupes con las limitaciones de extracción de efectivo que impuso Cavallo, porque por lo que vemos, vos con $ 250.- en el bolsillo, hacés maravillas !!.
Por último nos gustaría saber más de vos y tenemos la necesidad imperiosa de hacerte una pregunta:
Si te mandamos $ 10.- ¿no nos enviarías una foto tuya con el vestido puesto?.

Dr. Amor