Doctor Amor:
Soy un empresario uruguayo, y a pesar de tener solamente 35 años, puedo decir que tengo un buen pasar económico, soy soltero y sin novia y por ende, las mujeres que desean relacionarse conmigo, son muchas y por suerte muy bellas.
Quizás parezca un poco rimbombante y engreído el comienzo de esta carta, pero es importante que se ubique en la descripción de la situación. Hace poco mi secretaria, que era la misma que tenía mi padre, se jubiló. Entonces comencé a realizar la búsqueda de una nueva secretaria. Puse un aviso en el diario, siendo muy exigente en los requisitos que solicitaba tenía que tener la postulante al trabajo. El día de la convocatoria, con sorpresa me encuentro que solamente una señorita se encontraba esperando sentada en los sillones de mi despacho. Rubia, 1,82 mts de altura, ojos claros, medidas 100, 60, 90, cuerpo escultural, un andar fabulosamente sensual y toda la simpatía posible. Estaba vestida con un trajecito verde musgo, de pollera corta y blusa blanca, abotonada hasta arriba. Cuando comencé a leer su currículo, con grata sorpresa vi, que cumplía en más con todos los requisitos que solicitaba. Sabía cuatro idiomas fluidamente, conocía a la perfección las tareas de comercio exterior, manejaba a la perfección cualquier computadora e internet, no tenía problemas para viajar, ni límite de horarios de trabajo. Era la secretaria ideal. Lógicamente la contraté. Comenzamos a trabajar juntos, y día a día que pasábamos juntos, comenzamos a darnos cuenta que algo comenzaba a pasar entre nosotros. Un día descubrí que le gustaba ver fútbol. Cuando le pregunté sobre esto, me dijo: » A mi me gusta lo mismo que a vos…» Otra vez le pregunté si quería ir a ver polo, y me respondió: «A mi me gusta lo mismo que a vos…». Fuimos a escuchar jazz, al hipódromo, a jugar squash, a fumar habanos al bar, y comenzamos así, a compartir cada vez más tiempo juntos.
Se presentó un viaje a Porto Alegre, Brasil, y le dije que debía venir conmigo. Que solamente era por dos días y una noche. Sin ningún inconveniente, viajamos en avión con destino esa hermosa ciudad brasileña. Al llegar al hotel, nos encontramos que por error de los empleados del hotel solamente había una sola habitación disponible y rápidamente nos aclararon que en la ciudad iba a ser muy difícil conseguir algún hotel libre porque se estaba desarrollando una importante convención de testigos de Jehová. Con un poco de vergüenza, y aclarándole que no existió mala intención le dije a mi secretaría que íbamos a tener que pasar la noche juntos en la misma habitación. A lo cual me respondió: «no importa, vos sabés que a mi me gusta lo mismo que a vos…» Estuvimos todo el día en continuas reuniones, con diferentes empresarios brasileños, quienes cada vez que podían, ponderaban la belleza y eficiencia de mi secretaria. Al llegar la noche, muertos, fuimos a nuestra habitación a pegarnos un baño, para luego salir a cenar con unos clientes. «Te bañas vos primero…» le dije sabiendo que las mujeres necesitan más tiempo luego del baño, para maquillarse y peinarse. «Esta bien…»respondió displicentemente. Y sorprendiéndome, comenzó lentamente a desvestirse en la habitación. Lentamente se fue sacando la ropa. Primero la blusa, dejando ver sus hermosos pechos. Después, se sacó la pollera, sentándose en la cama, para sacarse los medias negras que tenía puestas con los portaligas. GUAU!!! Una belleza escultural, una diosa del Olimpo. Y como soy un winner, no me quedó otra cosa que hacer lo que debía hacer un verdadero macho latino. Me tiré encima de ella, para comenzar a besarla toda, cuando me paró en seco y me dijo: «No te dije muchas veces, que a mi me gusta lo mismo que a vos…»
A la mañana siguiente volvimos a Montevideo, y me dijo que me iba a presentar a Sandra, su pareja. Así fue como me enteré que era lesbiana.
Doctor, a mi, al super winner, me viene a pasar esto. Por favor, un comentario.
Washington de Montevideo. Uruguay
Respuesta del DR AMOR:
Estimado Washington:
Te comento que entre los profesionales que formamos el equipo, nos cuesta ponernos de acuerdo en el comentario que debemos hacer sobre lo que te tocó vivir. Porque entre los que no pueden creer lo que leyeron y aquellos que todavía se están matando de risa, nos es difícil coordinar alguna respuesta coherente a tu caso.
Lo que te ocurrió no te quita la categoría de winner. Es mejor que te haya pasado algo así y no que te hubiera pasado algo al revés. ¿Te imaginás que hubieras sentido si cuando tu secretaria comienza a desvestirse, y se saca la prenda inferior, de golpe descubrís un «sobre peso»?. Creo que esto hubiera sido notablemente peor. (je…..notablemente) Por eso, borrón y cuenta nueva. Que se le va a hacer. Debés pensar que quizás ella se lo perdió. Y que esto fue solamente una circunstancia más de tu vida.
Preguntas:
a) ¿qué tal está Sandra, su pareja?
b) del tema de una buena partusa…¿no hablaste?.
Dr. Amor