En la época de los césares, la prevalencia de Roma era tal, que todos los caminos del Imperio llevaban a la capital.
No existía forma de no poder llegar a la gran ciudad, centro del Imperio.
Posteriormente, la trascendencia de la máxima figura de la Iglesia católica -el Papa- dio lugar a la difusión de la frase.
Trasladada a la actualidad, la locución representa la idea de que hay muchas maneras de llegar a un lugar.
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