«culo» en una profusa fraseología cotidiana, que el hablante emplea, por su efecto humorístico, su carga expresiva o su voltaje agresivo, en lugar de las formulaciones académicas.
La literatura y los diccionarios recogen muchas de estas construcciones metafóricas. «Cara de», «pelarse el», «cerrar el», «caerse de», «venir de» o «meterse en el» circulan indistintamente combinados con cualquiera de las dos voces, y con un sentido tan familiar que no admite aclaraciones.
La RAE recoge como «malsonante» el sustantivo «lameculos»: persona aduladora y servil. El Diccionario del habla de los argentinos se ocupa de una acepción de «culo» originada en el antiquísimo juego de la taba, popular en las zonas rurales, que consiste en tirar al aire una taba o hueso de carnero (el astrágalo), dependiendo el resultado de la posición en la que caiga la taba: suerte (si cae con la parte lisa hacia arriba) o culo (si cae con la parte hueca). En El casamiento de Laucha (Roberto J. Payró, 1920) aparece: «Agarraba una taba y ¡culo! sin fallar». Es el origen de la expresión «echar culo», aunque esta derivó en múltiples usos, desde «engreírse» hasta «engordar». Curiosamente, «culo» es sinónimo extendido de buena suerte y no de mala como en la taba. Tener «más culo que cabeza» se emplea para atribuir los logros de alguien a su buena suerte más que a su mérito personal.
Coloquialmente se le dice a una persona que logra cosas con mucha facilidad, y da la sensación que el azar y la buena fortuna, es la que le hace lograr esas cosas, más que el mérito personal.