Atreverse a acometer una acción peligrosa o difícil. Surgió de un cuento anónimo llamado «De los mures con el gato», colección de cuentos satíricos.
Posteriormente, la expresión fue popularizada por Félix María de Samaniego en «El congreso de los ratones», en la que los roedores de Ratópolis, para tratar de detener los pies de su perseguidor, el gato Miauragato, acordaron en ponerle un cascabel para prever cuando se acercaba. Pero el problema surgió cuando hubo que llevar a cabo la hazaña: nadie se animaba.
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