Esta es una expresión tomada del arte de la tauromaquia (corrida de toros), donde el acto de picar tiene mucho que ver con la habilidad del alanceador de toros.
Pero, su origen nos remonta a una corrida de toros realizada en la Plaza Mayor de Madrid durante el reinado de Felipe IV, celebrando el día de su onomástico. Sucede que uno de los más destacados picadores era don Juan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana, que también era conocido por una relación amorosa con la reina. Ese día, el conde tuvo una actuación destacada, lo que hizo que la soberana exclamara: «¡Qué bien pica el conde!», a lo que el rey replicó, con toda ironía: «Sí, pica muy bien… pero pica muy alto», sugiriendo lo excesivo de las aspiraciones del noble súbdito. El conde, finalmente, murió asesinado a manos de un desconocido, instigado o pagado según dicen, por algún cortesano ofendido o, muy probablemente por el propio rey, no sin antes haber salvado a la reina de un incendio producido en el palacio de Aranjuez, aunque había quienes sostenían que fue el propio don Juan el que habría provocado el fuego, para poder «salvar» a la reina. Con el tiempo, la expresión pasó al uso popular para dar a entender que alguien pone su mira en objetivos muy por encima de sus posibilidades.
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