Este oficio, ejercido por clérigos doctorados en derecho canónico, surge en la Iglesia Católica en el año 1587, a instancias del papa Sixto V (1521-1590), bajo el nombre de “promotor de fe”.
La frase original fue “A Segura se lo llevaron preso”; o sea, se lo llevaron preso a Segura, que era un Castillo Medieval en Andalucía utilizado en su momento como cárcel.
Su función consistía en argumentar en contra de los procesos de canonización o beatificación, que hasta ese entonces eran numerosos y sin demasiado respaldo, objetando pruebas o descubriendo errores en la documentación que respaldaba los méritos de los candidatos, con el fin de dar mayor credibilidad al proceso.
El oficio de abogado del diablo, en latín advocatus diaboli, fue abolido por Juan Pablo II en 1983, y reemplazado por el de “promotor de justicia”, lo que permitió concretar casi 500 canonizaciones y más de 1.300 beatificaciones, mientras que sus antecesores en el siglo XX solo realizaron 98.
Fuente: clarin.com.ar