Manuel de Falla

Manuel de Falla

Manuel María de los Dolores Falla y Matheu (Cádiz, 23 de noviembre de 1876-Alta Gracia, Argentina, 14 de noviembre de 1946) fue un compositor español.

Representante del nacionalismo musical, es uno de los compositores españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX, junto a Isaac Albéniz, Enrique Granados, Joaquín Turina y Joaquín Rodrigo.

Infancia y juventud

Falla nació en el domicilio familiar de la plaza de Mina nº 3, en Cádiz, hijo de José María Falla y Franco, de origen valenciano y de María Jesús Matheu y Zabala, de origen catalán. Recibió sus primeras lecciones de solfeo de su madre, intérprete de piano, y su abuelo. A los nueve años de edad continuó sus estudios musicales con una profesora de piano llamada Eloísa Galluzo. Además su nodriza le enseñó nanas y canciones populares que dejaron huella en él.

En el Archivo Histórico Provincial de Cádiz se encuentra custodiado su expediente escolar. Expediente que estaba en posesión de los fondos del Instituto Columela, colegio donde estudió, hasta que fue transferido al Archivo en diciembre de 2003. En él, aparte de sus excelentes notas, se destaca su manejo a la hora de resolver una operación aritmética y la excelente caligrafía que tenía a pesar de contar con solo once años de edad. En 1889 prosiguió sus estudios de piano con Alejandro Odero y aprendió armonía y contrapunto con Enrique Broca.
A los quince años sus intereses eran principalmente la literatura y el periodismo. Con un grupo de amigos fundó la revista literaria El Burlón y en 1890 participó en una segunda titulada El Cascabel, que terminó dirigiendo. En 1893, tras asistir a un concierto en Cádiz donde se interpretaron, entre otras, obras de EdvardGrieg sintió, según sus propias palabras, que su «vocación definitiva es la música».
Traslado a Madrid
A partir de 1896 comenzó a viajar a Madrid, donde asistió al Real Conservatorio de Música y Declamación. Allí se perfeccionó en piano con José Tragó, un condiscípulo de Isaac Albéniz. En 1897 compuso Melodía, una obra para violonchelo y piano y dedicada a Salvador Viniegra, ya que Falla participaba en las sesiones de música de cámara que se realizaban en casa de este. Ese mismo año se trasladó definitivamente a Madrid, donde al año siguiente finalizó con honores sus estudios en el Conservatorio. Al año siguiente superó, con la calificación de sobresaliente, los tres primeros años de solfeo y cinco de piano en el Conservatorio, en calidad de alumno libre, y compuso Scherzo en do menor. En 1899 terminó los estudios oficiales en la Escuela Nacional de Música y Declamación y obtuvo, por unanimidad, el primer premio de piano de dicho centro. Ese mismo año estrena sus primeras obras: Romanza para violonchelo y piano, Nocturno para piano, Melodía para violonchelo y piano, Serenata andaluza para violín y piano, Cuarteto en Sol y Mireya. Por esa época, el joven músico añadió el «de» a su apellido, con el que sería conocido.

En 1900 compuso Canción para piano y algunas piezas vocales y para piano. Estrenó Serenata andaluza y Vals-Capricho para piano en el Ateneo de Madrid. Debido a la precaria situación económica de la familia, comenzó a impartir clases de piano. Realizó sus primeras obras de zarzuela, como La Juana y la Petra o La casa de tócame Roque (inspirada en la popular casa madrileña).

Falla conoció a Felipe Pedrell en 1901 en Madrid. Este fue una gran influencia para el compositor gaditano ya que despertó en él el interés por el flamenco y, en especial, por el cante jondo.
En 1901 conoció a Felipe Pedrell, quien tendría notable influencia en su posterior carrera ya que despertó en él el interés por el flamenco y, en especial, por el cante jondo. Compuso obras como Cortejo de gnomos y Serenata, ambas para piano y tras componer algunas zarzuelas, hoy perdidas u olvidadas, como Los amores de Inés y Limosna de amor.
El 12 de abril de 1902 estrenó, en el Teatro Cómico de Madrid, Los amores de la Inés y ese mismo año conoció a Joaquín Turina y la Sociedad de Autores publicó Vals-Capricho y Serenata andaluza. Al año siguiente compuso y presentó Allegro de concierto al concurso convocado por el Conservatorio de Madrid, que finalmente ganó Enrique Granados y la Sociedad de Autores publicó las obras Tus ojillos negros y Nocturno. Ese mismo año, comenzó su colaboración con Amadeo Vives las zarzuelas Prisionero de guerra, El cornetín de órdenes y La cruz de Malta, de las que sólo se conservan algunos fragmentos.
Los años de estudio en la capital española culminaron con la composición, en 1904, de la ópera La vida breve, en colaboración con Carlos Fernández Shaw, que se hizo acreedora del primer premio de un concurso convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Aunque las bases del concurso estipulaban que el trabajo ganador debía representarse en el Teatro Real de Madrid, Falla hubo de esperar ocho años para dar a conocer su partitura, no en Madrid sino en Niza (Francia). Dado que no conocía todavía Granada, la ciudad en la que se ambienta esta ópera, Falla pidió información a su amigo Antonio Arango, el cual escribió el 8 de septiembre de 1904 lo siguiente:
Siento no poderte dar muchos detalles de lo que me pides de Granada, pues allí vi poco y oí menos.
Concretando: el Albaicín, según tengo entendido, es un barrio extremo de la ciudad, que por cierto está en cuesta y son muy pintorescos estos sitios llamados «las cuestas del Albaicin».
Tengo dos tabletas pintadas por un granadino que representan, la una, la otra, una calle, que acaba en una iglesia; los balcones de las casas son antiguos y las farolas o percances son las apropósito para quinqués de petróleo. Ambas son vistas del Albaicín. Respecto a pregones, casi no recuerdo ninguno.
La fuente de donde dices que es buena el agua, es la del Abellano; pero esta no creo que se venda a gritos por la calle, sino que la trae un tío en cántaros desde la fuente y en un borrico y se sitúa en donde ya lo van a buscar sus marchantes. Lo que sí se pregona es «¡agua de los aljibes de la Alhambra!» en un tono que casi es rezado y con un deje un poco parecido al de los cubanos, que es como casi todo el mundo habla allí.
Mucho siento no poderte dar más detalles de Granada; pero chico, son ya 10 años los que hace que estuve y la memoria no me es fiel.»
De esta época son los Cantares de Nochebuena.
En abril de 1905 obtuvo el premio de piano convocado por la firma Ortiz y Cussó. El 15 de mayo de ese año estrenó en el Ateneo de Madrid la obra Allegro de concierto. El 13 de noviembre la Academia de Bellas Artes otorgó el premio de su concurso a La vida breve.
Etapa parisina

Paul Dukas, al que Manuel de Falla conoció durante su estancia en París, fue una gran influencia para el compositor gaditano durante su estancia en la ciudad.
La siguiente etapa de su formación tuvo lugar en Francia. En 1907 se afincó en París, por consejo de Joaquín Turina y Víctor MireckiLarramat, y allí entró en relación con Claude Debussy, Maurice Ravel, Paul Dukas, Isaac Albéniz, Alexis Roland-Manuel, Florent Schmitt, Ricardo Viñes y Pablo Picasso. Es difícil saber qué experiencia vívida puede cambiar el rumbo de una sensibilidad artística creadora pero la relación que Falla mantuvo con estos músicos en París influyó de manera determinante en su música posterior. Por ejemplo, Debussy quien había oído y admiraba el arte flamenco de España, le aconsejó que tomara esta música como fuente de inspiración; consejo que el español debió tener en cuenta en obras como Noches en los jardines de España, en que el impresionismo contemporáneo se utiliza casi como soporte para armonías, ritmos y sonoridades flamencas.
Una de las cartas que se conocen de Claude Debussy, dirigida a Manuel de Falla, que el mismo adjuntó con una postal con la Puerta del Vino y que posteriormente fue el título del 3er Preludio del 2º Cuaderno, decía así:
«Gracias infinitas por vuestra amable manera de enviarme la felicitación; usted ha lisonjeado mi gusto por las bellas estampas, por una de las cuales que me apasionan más pues sabe cuanto ansío conocer ¡ay! su país. Realmente estoy confuso con semejante atención y le ruego que encuentre aquí la expresión más sincera de mis deseos por sus logros que merece talento. Yo me empeñaré para ayudaros con la simpatía que encontrará siempre en mi. Esperando vernos le estrecho la mano con afectuosa cordialidad.»
En 1908 y debido a la mediación de Albéniz, el rey Alfonso XIII le otorgó una beca para que pudiera seguir residiendo en París y concluir las Cuatro piezas españolas. En enero de ese año inició una gira por el norte de España, junto con el violinista Antonio Fernández Bordas y el violonchelista Víctor Mirecki. Durante ese periodo, se empapó de las grandes obras de la literatura francesa, quedando fuertemente marcado por la obra de Víctor Hugo. El 23 de marzo terminó la obra Con afectos de júbilo y gozo, inspirada en la obra Les Misérables. Paul Milliet tradujo al francés el libreto de La vida breve para que el estreno de la obra fuera posible en Francia.
El 27 de marzo del año siguiente se estrenaron en la Salle Érard las Cuatro piezas españolas interpretadas por Ricardo Viñes, que más tarde fueron publicadas por el editor Jacques Durand gracias a la recomendación de Dukas, Debussy y Ravel. Ese mismo año comenzó a componer Noches en los jardines de España y revisó sustancialmente la orquestación de La vida breve. El 4 de mayo de 1910 la soprano Ada Adiny-Milliet estrenó en la Société NationaleIndépendante, acompañada al piano por Falla, las Troismélodies, realizadas sobre textos de Théophile Gautier y que fueron publicadas por Rouart, Lerolle et Cie. En ese mismo año se produjo su primer encuentro con Ígor Stravinski y conoció a Georges Jean-Aubry, Ignacio Zuloaga, Joaquín Nin y Wanda Landowska. Un año más tarde realizó su primera visita a Londres y en marzo ofreció algunos recitales.

Manuel de Falla, ca. 1913
En 1912 realizó un viaje a Suiza e Italia. En Milán negoció con Tito Ricordi la publicación de La vida breve. El 30 de noviembre, Ricardo Viñes presentó en la Sociedad Filarmónica Madrileña las Cuatro piezas españolas de Falla. El 1 de abril de 1913 se estrenó en el Casino Municipal de Niza La vida breve y el 30 de diciembre de ese año se realizó en el Teatro Nacional de la Opéra-Comique de París el ensayo general, con público y crítica. La obra se estrenó oficialmente el 7 de enero de 1914 en dicho teatro. Max Eschig publicó la partitura y se convirtió en el editor de Falla. Ese mismo año conoció a Gregorio Martínez Sierra y a su esposa, María Lejárraga.
En 1914 compuso las Siete canciones populares españolas. Tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, Falla regresó a su país natal y fijó su residencia de nuevo en Madrid. El 14 de noviembre se representó La vida breve en el Teatro de la Zarzuela y en el mes siguiente termina la Oración de las madres que tienen a sus hijos en brazos.
Vuelta a Madrid

El 15 de enero de 1915, Joaquín Turina y Manuel de Falla fueron homenajeados por el Ateneo de Madrid. En dicho homenaje se estrenaron las Siete canciones populares españolas, interpretadas por la soprano Luisa Vela y acompañada al piano por el propio Falla. El 8 de febrero se realizó el concierto de presentación de la Sociedad Nacional de Música en el Hotel Ritz de Madrid, en el que la soprano Josefina Revillo interpretó por primera vez la Oración de las madres que tienen a sus hijos en brazos. El 15 de abril tuvo lugar el estreno de la primera versión de El amor brujo en el Teatro Lara, interpretado por Pastora Imperio en el papel de Candelas y bajo la dirección orquestal de José Moreno Ballesteros, padre de Federico Moreno Torroba, quien tocó la parte de piano. A finales de marzo y principios de abril acompañó a María Lejárraga en viaje por Granada, Ronda, Algeciras y Cádiz. Poco después se trasladó a Barcelona con el matrimonio Martínez Sierra y su estancia en la ciudad se prolongó casi seis meses. Fue invitado por Santiago Rusiñol a pasar unos días en el CauFerrat de Sitges y allí trabajó intensamente en las Noches en los jardines de España. El 23 de septiembre, el sexteto de José Media-Villa estrena en Portugal una versión de El amor brujo realizada por el mismo Falla. El 18 de diciembre concluyó El pan de Ronda que sabe a verdad, una obra realizada sobre un texto de María Lejárraga.
El 28 de marzo del año siguiente la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por Enrique Fernández Arbós, estrenó la primera versión de concierto de El amor brujo en el Hotel Ritz de Madrid. El 9 de abril, se estrenó en el Teatro Real la obra Noches en los jardines de España a cargo de la misma orquesta, junto con el pianista José Cubiles y dirigida de nuevo por Fernández Arbós. Junto con el matrimonio Martínez Sierra, comienza a trabajar en la pantomima El corregidor y la molinera, basada en la novela El sombrero de tres picos de Pedro Antonio de Alarcón. En el número de abril de la Revista Musical Hispano-Americana se publicó el texto de Falla «Enrique Granados, Evocación de su obra» y el periódico La Tribuna del 5 de junio hizo lo propio con «El gran músico de nuestro tiempo: Igor Stravinsky». Falla entabló contacto con Ígor Stravinski y SergéiDiágilev, cuyos célebres Ballets Rusos se hallaban por aquella época en Madrid, e inició un viaje por el sur del país acompañado por Diágilev y el bailarín LéonideMassine. A lo largo de esa primavera y verano se realizaron varios conciertos en Sevilla, Cádiz y Granada. El 26 de junio interpreta Noches en los jardines de España junto a la Sinfónica de Madrid dirigida por Arturo Saco del Valle, en el Palacio de Carlos I de Granada. Además, realizó el prólogo de la obra La música francesa contemporánea, de Georges Jean-Aubry y en el número de diciembre de la Revista Musical Hispano-Americanapublicó un nuevo artículo titulado «Introducción al estudio de la música nueva».

En 1916 Manuel de Falla entabló contacto con Ígor Stravinski y SergéiDiágilev, cuyos célebres Ballets Rusosse hallaban por aquella época en Madrid, e inició un viaje por el sur de España con este.
El 7 de abril de 1917 se estrenó en el Teatro Eslava la obra El corregidor y la molinera a cargo de una orquesta formada por profesores de la Sociedad Filarmónica de Madrid, dirigidos por Joaquín Turina. El 29 de abril, la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por Enrique Fernández Arbós realizó una interpretación en el Teatro Real de una versión de concierto para pequeña orquesta de El amor brujo. Ese mismo año Falla realiza el prólogo de la Enciclopedia abreviada de Música, de Joaquín Turina, y publicó Nuestra música en el número de junio de la revista Música. Durante el verano inició un nuevo viaje por España con Diágilev y Massine y el 8 de octubre acudió a Fuendetodos a la inauguración de un monumento en homenaje a Francisco de Goya. Antes de finalizar el año, inició una nueva gira por el norte de España acompañando a la soprano AgaLahowska.
En 1918 comenzó a componer la ópera cómica Fuego fatuo, con libreto de María Lejárraga, pero que no llegó a estrenarse. El 27 de abril, Falla pronunció una conferencia titulada El arte profundo de Claude Debussy en un homenaje que rindió el Ateneo de Madrid al compositor francés.
En 1919 fallecieron sus padres, el 12 de febrero su padre y el 22 de julio su madre. El 22 de julio los Ballets Russos de Diágilev realizaron el estreno de El sombrero de tres picos en el Alhambra Theatre de Londres, con coreografía de Massine y decorados y figurines de Pablo Picasso. Esta obra pasó a formar parte del repertorio fijo de la compañía rusa. Por encargo de Arthur Rubinstein comienza a componer FantasiaBaetica e inició las negociaciones del contrato con J. & W. Chester de Londres, que pasaron a ser sus principales editores. El Centro Artístico, Literario y Científico de Granada le tributó un homenaje el 15 de septiembre, por lo que Falla realizó un viaje a la ciudad, en compañía de su hermana María del Carmen y del matrimonio Vázquez Díaz. Durante su estancia en la ciudad, se hospedó primero en la Pensión Alhambra, donde su amigo desde su estancia en París, Ángel Barrios, le reservó habitaciones, y más tarde en la Pensión Carmona, según su primer biógrafo, John Brande Trend, al que conoció durante ese viaje. Ambas pensiones estaban situadas en la Calle Real de la Alhambra. Allí llevó una vida retirada, rodeado de un grupo de amigos entre los que se encontraba Federico García Lorca.
Etapa granadina
El 4 de enero de 1920, tuvo lugar el estreno en París de Noches en los jardines de España, bajo la dirección de Enrique Fernández Arbós y con Joaquín Nin en el papel solista, y ese mismo mes, los Ballets Rusos realizaron una exitosa representación de El sombrero de tres picos en el ThéâtreNational de l’Opéra de París. El 8 de febrero, Arthur Rubinstein estrenó en Nueva York la FantasiaBaetica. El compositor gaditano concluyó su primera obra en Granada en agosto, Homenaje pour le Tombeau de Claude Debussy para guitarra. A mediados del mes siguiente fijó su residencia en dicha ciudad en las mismas habitaciones que ocupó anteriormente Daniel Vázquez Díaz en la Pensión Carmona y más tarde, a mediados del verano de 1921, se trasladó al carmen de Santa Engracia en la Calle Real de la Alhambra, número 40. En diciembre publicó su artículo «Claude Debussy et l’Espagne» en La RevueMusicale.
El estreno de Homenaje pour le Tombeau de Claude Debussy tuvo lugar el 24 de enero de 1921 en París, con la interpretación del arpa-laúd a cargo de Marie-Louise Henri Casadesus. El estreno en su versión para guitarra fue realizado por Miguel Llobet durante una gira por España un mes más tarde. En esa época, Falla estuvo muy vinculado con la vida cultural de la ciudad andaluza y frecuentó las amistades de personajes como Miguel Cerón, Fernando de los Ríos, Hermenegildo Lanz, Manuel Ángeles Ortiz y, sobre todo, Federico García Lorca. En mayo realizó un viaje a París y Londres, ciudad en la que interpretó la parte para piano de Noches en los jardines de España en el Queen’s Hall. A su regreso a España coincidió en la capital con Ígor Stravinski que estaba dirigiendo en el Teatro Real su ballet Petrushka. Durante años había mantenido una estrecha relación personal y profesional con el matrimonio Martínez Sierra, que se rompió debido a desacuerdos en torno al proyecto de una obra titulada Don Juan de España. Tras esta ruptura, comenzó la composición de las dos suites de El sombrero de tres picos y termina Fanfarepour une fête, por encargo de la revista Fanfare de Londres, que sería publicada en su primer número en agosto.

Manuel de Falla llegó a convertirse en uno de los ejes de la vida cultural granadina gracias a su amistad con Miguel Cerón, Fernando de los Ríos, Hermenegildo Lanz, Manuel Ángeles Ortiz y, sobre todo, Federico García Lorca (en la imagen).
A comienzos de 1922 estableció definitivamente su residencia en el carmen de la Antequeruela Alta, número 11. El diplomático Ricardo Baeza, amigo de Falla, le encomendó el encargo de componer Canto de los remeros del Volga, en favor de los refugiados rusos. Realizó un viaje durante la Semana Santa de Sevilla, durante el cual conoció a Segismundo Romero y a Eduardo Torres, con los que en un futuro colaboraría para formar la Orquesta Bética de Cámara y que finalmente se presentaría el 11 de junio en 1924 con un concierto en el sevillano Teatro Llorens. Se unió a Miguel Cerón, Federico García Lorca, Hermenegildo Lanz y otros miembros de la «tertulia del Rinconcillo», para celebrar un concurso de cante jondo a fin de rescatar el «canto primitivo andaluz». El festival musical se materializó los días 13 y 14 de junio en la Plaza de los Aljibes de la Alhambra.
El 6 de enero de 1923, festividad de los Reyes Magos, en Granada, Falla participó en una fiesta privada montada por Federico García Lorca, Adolfo Salazar y el artesano, titiritero y artista polifacético Hermenegildo Lanz. Se representó una adaptación lorquiana para títeres de cachiporra del cuento andaluz «La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón», un entremés atribuido a Cervantes y el Misterio de los Reyes Magos, un auto sacramental del siglo XIII, para el que Falla había colaborado en la composición de la música incidental.
En febrero, La RevueMusicale publicó dos artículos de Falla: «Felipe Pedrell, (1841-1922)» y «Wanda Landowska à Grenade», que detallaba la visita de dicha clavecinista a Granada en noviembre del año anterior. Los días 23 y 24 de marzo se realizó el estreno en público de la versión de concierto de El retablo de Maese Pedro en el Teatro San Fernando de Sevilla. La escenificación de la obra tuvo lugar en París, en el palacete de la princesa Edmond de Polignac el 25 de junio de 1923; los decorados y figurines fueron obra de Manuel Ángeles Ortiz y los títeres con cabezas y figuras planas del aguafuertista y titiritero aficionado Hermenegildo Lanz.
Realizó algunos viajes a Francia, Bélgica e Italia y en Madrid conoció a Ernesto Halffter. Comenzó a componer Concerto para clavecín a instancias de Wanda Landowska y el 12 de diciembre, Manuel de Falla y Ángel Barrios fueron propuestos como académicos por la Real Academia de Bellas Artes de Granada, siendo finalmente admitidos por unanimidad como académicos de número el 21 de febrero del año siguiente.
A comienzos de 1924 finalizó la obra Psyché, sobre un texto de Georges Jean-Aubry, y que se estrenaría el 9 de febrero del año siguiente en el Palacio de la Música de Barcelona. El 7 de abril fue nombrado académico de honor de la Real Academia Hispano-Americana de Ciencias y Artes de Cádiz. En junio de dicho año tuvo lugar la presentación de la Orquesta Bética de Cámara, por la que llevaba trabajando desde hacía dos años. El 10 de diciembre se estrenó una revisión orquestal del Prélude à l’après-midid’unfaune de Claude Debussy que Falla había compuesto para dicha orquesta. Esta interpretación corrió bajo la dirección de Ernesto Halffter y tuvo lugar en el Teatro San Fernando de Sevilla.

El año siguiente aceptó el cargo como académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de Granada. El 22 de mayo tuvo lugar el estreno en París de la versión definitiva para ballet de El amor brujo en el TrianonLyrique, con decorados y figurines de Gustavo Bacarisas, Falla ejerciendo como director musical y Antonia Mercé «La Argentina» y Vicente Escudero en los papeles de Candelas y Carmelo, respectivamente. El 20 de noviembre, la Orquesta Bética interpretó la revisión orquestal realizada por Falla de la obertura de El barbero de Sevilla de Gioachino Rossini en el Teatro San Fernando de Sevilla, dirigida por su discípulo Ernesto Halffter.
El 29 de diciembre tuvo lugar la representación de El retablo de maese Pedro en Nueva York, con la PhilharmonicSymphonyOrchestra, Wanda Landowska y WillemMengelberg, como director. Fue nombrado miembro de la HispanicSociety of America.
En 1926 participó en el homenaje que realizó el Centro Artístico en honor al caricaturista Luis Bagaría. Las representaciones de El retablorealizadas en Ámsterdam el 26 de abril, que contó con Luis Buñuel como director de escena y con WillemMengelberg como director de orquesta, y Zúrich el 20 de junio en el Festival de la Sociedad Nacional de Música Contemporánea fueron un éxito. Terminó la composición del Concertopara clavecín y orquesta de cámara, que fue estrenado el 5 de noviembre en el Palacio de la Música de Barcelona por Wanda Landowska, acompañada por un grupo de profesores de la Orquestra Pau Casals y dirigidos por el propio Falla. Se trata de la última obra importante que llegó a acabar, y la última que todavía es popular. Fue homenajeado con motivo de su quincuagésimo aniversario y recibió la distinción de «hijo adoptivo» de la ciudad de Sevilla el 20 de marzo e «hijo predilecto» de la ciudad de Cádiz en abril.
Los homenajes continuaron en 1927, ya que fue nombrado «hijo adoptivo» de Guadix el 28 de febrero. Anteriormente, los días 8 y 9 de ese mismo mes, se realizaron sendos conciertos de la Orquesta Bética de Cámara en el Coliseo Olympia de Granada, dirigidos por Ernesto Halffter y el propio Falla, respectivamente. En Barcelona, el 17 de marzo tuvo lugar el «Festival Falla», que contó con la presencia del compositor. El mes siguiente, Falla se unió al homenaje que el Ateneo de Granada rindió al compositor alemán Ludwig van Beethoven. Falla compuso la música para el Soneto a Córdoba de Luis de Góngora como conmemoración del tercer centenario del fallecimiento del escritor, obra que fue estrenada el 14 de mayo en la Salle Pleyel de París, con Madeleine Greslé y el propio compositor al piano. En esa época comenzó la preparación de la música incidental para la representación del auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca El gran teatro del mundoque se realizó en la Plaza de los Aljibes de la Alhambra el 27 de junio (aunque en un principio estaba planeada para el 18, problemas técnicos impidieron la representación) que fue organizada por el Ateneo de Granada y la Junta de Damas de Honor y Mérito. En dicha representación intervinieron además, Antonio Gallego Burín como director artístico, Hermenegildo Lanz como escenógrafo y Ángel Barrios como director de orquesta. El 5 de noviembre se realizó un «Festival Falla» en Madrid, en el que el propio compositor interpretó el Concerto. Sus actuaciones finalizaron ese año el 11 de diciembre con un homenaje a DomenicoScarlatti, del que interpretó catorce sonatas en el Ateneo de Granada.
El 30 de enero de 1928 tomó posesión de su cargo como académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de Granada. En marzo realizó un viaje a París para supervisar una producción de El amor brujo, que contaba con la presencia de Antonia Mercé «La Argentina» y los decorados y el vestuario fueron elaborados por Gustavo Bacarisas. En el ThéâtreNational de l’Opéra-Comique se estrenó una producción de El retablo de maese Pedro dirigida por Ignacio Zuloaga. El día 14, recibe la condecoración de caballero de la Legión de Honor. En septiembre viajó a Siena, en compañía de su amigo Juan GisbertPadró, para actuar como solista en una audición del Concerto y el 29 de octubre fue nombrado miembro de la KungligaSvenskaMusikaliskaAkademienVágnar de Estocolmo. Por esas mismas fechas fue visitado en Granada por Maurice Ravel.

En diciembre de 1930, Manuel de Falla realizó un viaje al islote de Sancti Petri mientras estaba trabajando en Atlántida.
En un principio, y para no entrar en disputas con Conrado del Campo, que había preparado durante años la elección de Falla como miembro de la Real Academia de San Fernando, rechazó la invitación formulada por miembros de ésta para cubrir la plaza vacante a raíz del fallecimiento de Manuel Manrique de Lara.¿fuente? El 13 de mayo de 1929, y tras las presiones de los académicos, Falla fue elegido por unanimidad, aunque nunca llegó a leer su discurso de ingreso. John Brande Trend publicó el primer libro monográfico sobre Falla en Nueva York, titulado Manuel de Falla and Spanishmusic. En esa época estaba totalmente inmerso en Atlántida y tenía la esperanza de poder estrenar la obra en la Exposición Universal de Barcelona o en la Exposición Iberoamericana de Sevilla que se celebraban ese mismo año.
A finales de enero de 1930, fue visitado por Alfredo Casella, que se encontraba en la ciudad realizando unos conciertos con el Trío Italiano. En junio, realizó la grabación del Concerto y algunas de sus canciones en París, en la que acompañó al piano a María Barrientos. En diciembre realizó un viaje a Cádiz para dirigir un concierto en el teatro que lleva su nombre. Durante esta estancia en su tierra natal aprovechó la ocasión para realizar una excursión, inspirada por sus trabajos en Atlántida, al islote de Sancti Petri, lugar en el que supuestamente estarían las ruinas del templo de Hércules.
En 1931 realizó su última visita a Londres para dirigir El retablo de maese Pedro en una retransmisión de la BBC. El 14 de mayo, un mes después de la proclamación de la Segunda República en España, escribió junto con otros amigos granadinos, al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y a su amigo Fernando de los Ríos, ministro de Justicia, para pedirles que tomaran las medidas oportunas para detener la quema y saqueo de iglesias, así como el creciente proceso de «desevangelización» de España. Ese mismo año fue designado vocal de la recién creada Junta Nacional de Música.
En 1937, tras presiones de José María Pemán escribe un himno marcial para las tropas nacionales, pero lucha por reducir la visión franquista en su obra. Posteriormente, Pemán nombra al compositor director del Instituto de España (la institución cultural de referencia en la época), nombramiento rechazado con la excusa de su frágil salud.
Exilio en Argentina y fallecimiento
El 28 de septiembre de 1939, un poco después de la Guerra Civil Española y ya comenzada la Segunda Guerra Mundial, Manuel de Falla se exilió en Argentina, a pesar de los intentos del gobierno del dictador Francisco Franco, que le ofrecía una pensión si regresaba a España, y que en 1940 le concedió el rango de Caballero de Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio. Vivió en su exilio argentino gracias a la ayuda de algunos mecenas, entre ellos la familia Cambó, y lo hizo de forma tranquila en una casa en las sierras, donde su hermana cuidaba de él, ya que casi siempre estaba enfermo. Finalmente, falleció el 14 de noviembre de 1946 tras sufrir un paro cardiorrespiratorio justo dos días después de que se despidiera de él una de sus colaboradoras predilectas y gran amiga, la cantante ConxitaBadía, que se volvía del exilio. «Debe de ser el destino,» le dice ella antes de irse. «Al destino no hay que provocarlo», le replica Falla. «Yo seguiré viviendo aquí o en cualquier parte de América. Adiós, Conchita. Hasta que volvamos a vernos. Y si no, en lo eterno». Con su muerte, no pudo culminar su última obra. La tarea de finalizarla, según los esbozos dejados por el maestro, correspondió a su discípulo Ernesto Halffter. En este país, exiliado, estrenaría su Suite Homenajes.
Sus restos fueron trasladados desde Buenos Aires, hasta Tenerife, por el vapor Cabo de Buena Esperanza, donde fueron transbordados a bordo del minador Marte que lo llevó hasta su tierra natal, Cádiz. En Cádiz fueron recibidos por su familia, José María Pemán y diferentes autoridades eclesiásticas, civiles y militares, entre las que se encontraba el Ministro de Justicia, Raimundo Fernández-Cuesta, en representación del jefe del Estado, Francisco Franco. El cortejo fúnebre se dirigió del muelle a la catedral de Santa Cruz de Cádiz, donde se celebró un solemne funeral. Con autorización expresa del papa Pío XII, los restos fueron enterrados en la cripta de la catedral, donde se encuentran actualmente junto a los de José María Pemán.
Falla y la generación del 27
Federico Sopeña realiza una relación entre Manuel de Falla y la generación del 27 en el capítulo XVIII de su libro «Vida y obra de Falla»:
14 Debemos a esta generación sacudirse el sambenito de la sordera heredada de los intelectuales españoles. No hay que olvidar que Juan Ramón Jiménez, a pesar de sus variantes de humor amargo, mantuvo la fidelidad a la obra de Falla. Cada uno de los miembros de esta generación recibió de Juan Ramón alabanzas y sarcasmos, pero es indudable que su cariño por la música y por Falla especialmente influyó de manera decisiva.
Cada uno de los miembros cimeros de esta generación vivió la música a su manera, pero intensamente. Cernura, sin ser músico, es el que escribió de música con más hondura: recordemos del capítulo anterior su encuentro providencial con el piano de Falla. En la correspondencia de Gerardo Diego con Falla, se nota el cariño y la deferencia, sin olvidar que fue Gerardo el primero en tocar la «Fantasía Baética», después que la abandonó Rubinstein. De Lorca, su innata musicalidad inseparable de su garbo humano, ya hemos hablado. Rafael Alberti al recibir el premio Nacional de Literatura, lo primero que hizo fue comprar el «Cancionero» de Barbieri. Salazar pertenece plenamente a esa generación, pues, como veremos más tarde, el único discípulo de Falla, Ernesto Halffter, debe a Salazar su primera y entusiasta proclamación. Contrasta esta influencia en la literatura con la ausencia de discípulos verdaderos en el orden musical. Porque Falla se negó siempre a verse como maestro de composición. Por otra parte, como veremos, Falla desde un año antes estaba con la preocupación de Atlántida y, sin embargo, se metió en el corazón de esa generación componiendo su «Soneto a Córdoba» sobre el poema de Góngora, y es Góngora el que, precisamente, sirve de lazo de unión a todos ellos.
Análisis musical y estilo
Durante su estancia en París compuso sus obras más célebres: la pantomima «El amor brujo», el ballet «El sombrero de tres picos» (compuesto para cumplimentar un encargo de los célebres Ballets Rusos de SergéiDiágilev), las «Siete canciones populares españolas» para voz y piano, la «Fantasía Baetica» para piano y «Noches en los jardines de España», estrenada en el Teatro Real en 1916. Su estilo fue evolucionando a través de estas composiciones desde el nacionalismo folclorista que revelan estas primeras partituras, inspiradas en temas, melodías, ritmos y giros andaluces o castellanos, hasta un nacionalismo que buscaba su inspiración en la tradición musical del Siglo de Oro español y al que responden la ópera para marionetas El retablo de Maese Pedro, una de sus obras más alabadas, y el «Concierto para clave y cinco instrumentos». La madurez creativa de Falla comenzó con su regreso a España, en el año 1914.
En las obras «El retablo de Maese Pedro» y el concierto para clavecín y orquesta de cámara de 1926 se percibe cómo la influencia de la música folclórica es menos visible que una suerte de neoclasicismo al estilo de Ígor Stravinski. Mientras que en sus obras anteriores Falla hacía gala de una extensa paleta sonora, heredada directamente de la escuela francesa, en estas últimas composiciones, su estilo fue haciéndose más austero y conciso, y de manera especial en el Concierto. Los últimos veinte años de su vida, Manuel de Falla los pasó trabajando en la que consideraba había de ser la obra de su vida: la cantata escénica Atlántida, sobre un poema del poeta en lengua catalana Jacinto Verdaguer, que le había obsesionado desde su infancia y en el cual veía reflejadas todas sus preocupaciones filosóficas, religiosas y humanísticas. Cuando murió con la obra inacabada, su discípulo Ernesto Halffter se encargó de acabarla.
En la cultura popular

Como homenaje a su labor artística, el Banco de España decidió emplear un retrato de Manuel de Falla en el anverso de los billetes de 100 pesetas, que fueron emitidos a partir del 17 de noviembre de 1970 (aunque se pusieron en circulación en 1973). Este billete fue el de mayor circulación durante la década de los 70 hasta que, debido a la inflación, en 1982 se tomó la decisión de acuñar monedas de 100 pesetas. El billete de 100 pesetas con la efigie de Manuel de Falla comenzó entonces a ser retirado por los bancos, aunque siguió siendo de curso legal hasta la instauración del euro. En Argentina lleva su nombre el Conservatorio Superior de Música de la ciudad de Buenos Aires.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_de_Falla