Otoño y primavera son las estaciones donde, históricamente, más pelo podemos perder por lo que se suele denominar la caída estacional.
Ahora bien, por mucho que estemos en uno de estos períodos críticos del año, cabe la posibilidad de que estemos despidiéndonos de más melena de lo habitual.
No podemos olvidar que estamos en una situación límite, «vivimos confinados, más inactivos y estresados, por lo que entraría de lo previsible notar que se nos cae más el pelo», corrobora el doctor Ramón Vila-Rovira, experto en cuestiones capilares y fundador del Instituto Vila-Rovira de Madrid.
QUÉ ES LA CAÍDA REACCIONAL
Ante todo, hay que recordar que una cierta caída es lógica y necesaria. «Una pérdida regular sigue los periodos de dos a cuatro años de caída del pelo. El pelo sigue determinadas etapas desde su nacimiento. Nace y, pasados de tres meses de reposo, comienza a crecer durante tres a cinco años. Después, es cuando cae y el folículo piloso vuelve a generar un nuevo pelo», resume Vila-Rovira la idiosincrasia de nuestro cabello.
Pero, como hemos dicho, y dado que seguimos en primavera, ¿cómo distinguimos una caída estacional de una reaccional, que sería la provocada por todo lo que nos está pasando? Ramón Vila-Rovira admite que no es fácil pero puede «identificarse mejor si reparamos en nuestras condiciones habituales: si en primavera se nos suele caer más o menos pelo y si ahora mismo se nos está cayendo más de lo normal, nos sentimos más estresados, dormimos peor, etc.».
Desde los laboratorios Pierre Fabre (que están detrás de marcas de pelo de farmacia expertas en estas lides como Klorane, Ducray o René Furterer), añaden alguna pista más para identificar una inusual caída emocional: la pérdida de más de 100 cabellos al día (lo normal es que caigan entre 40 y 80) o a puñados, de manera súbita y pasajera (suele ocurrir unos dos o tres meses después de que la situación de estrés haya sucedido)
También señalan desde los laboratorios que la caída reaccional se da por dos causas: vascular, una mala vascularización del bulbo piloso provoca un déficit de elementos esenciales para el crecimiento del cabello, o nutricional, por una carencia de elementos nutritivos indispensables.
PREVENIR Y CURAR
Para evitar que nos afecte esta debacle capilar, el doctor Vila-Rovira hace hincapié en cuidar la alimentación, porque lo que necesita nuestro pelo son vitaminas y minerales «básicos para una buena salud en las células germinales».
Son:
• Zinc y cobre: se encuentra en mariscos y algunos pescados.
• Hierro: en espinacas, legumbres secas, yema de huevo, hígado, carnes rojas, ostras, salmón y atún.
• Cistina y metionina: en huevos, carne, lácteos y cereales integrales.
• Biotina: en carnes y sobre todo en la yema de huevo.
• Vitaminas C y E: en las frutas, las verduras, aceites y frutos secos como nueces, avellanas y almendras.
Además de vigilar qué comemos y no descuidar la ingesta de las vitaminas y minerales señalados, el experto también hace hincapié en hábitos cosméticos y de higiene que ayudan a que el pelo se mantenga bien anclado a la cabeza.
«Lo importante es cuidar las raíces del pelo, los folículos pilosos. Por eso debemos cepillar el cabello a diario, pero de forma suave, sin tirones y con peines con púas muy finas», señala Vila-Rovira.
Además, prosigue, «a la hora de lavarnos el pelo, el agua no tiene que estar ni muy fría ni muy caliente y no debemos abusar del secador».
Por otro lado, hay que utilizar cosméticos adecuados y específicos para la situación capilar y evitar el exceso de productos capilares que en estos momentos no nos ayudarán en nada. ¡Ah! Y es altamente recomendable llevar el pelo suelto el mayor tiempo posible, los recogidos lo tensan en exceso.
Fuente: https://www.elmundo.es/yodona/belleza/2020/04/27/5ea01f55fc6c83ca1d8b457f.html?cid=BOOCP&utm_source=taboola&utm_medium=exchange