La lesión más habitual entre los tenistas se denomina en lenguaje médico epicondilitis lateral. Se trata de un síndrome doloroso, localizado en la parte externa del codo, y es una patología tan frecuente en el deporte de la raqueta que, ya desde hace décadas, los traumatólogos se refieren a ella denominándola simplemente como codo de tenista. La sintomatología es sencilla: un proceso crónico que se expresa con dolor a lo largo de todo el antebrazo y que en algunos casos se extiende hacia arriba, a la cara posterior del brazo.
Los organizadores del torneo barcelonés Conde de Godó 1998, el de mayor categoría internacional de los que se disputan en España, estuvieron toda una semana pendientes de las noticias que llegaban de Santiago de Chile. Por fin, el doctor Roberto Yáñez, que vigilaba la lesión de Marcelo Ríos, anunciaba de forma oficial: «Marcelo no va a poder jugar en Barcelona. El brazo no mejora y la decisión es definitiva». El tenista chileno, que apenas había cumplido 20 días como número uno del ranking mundial (tras dos años de dominio absoluto del estadounidense Sampras), vio complicada su formidable progresión por culpa de los dolores que sufre en el codo izquierdo.
Los profesionales de la raqueta siempre están vigilantes y toman precauciones para prevenir la aparición del codo del tenista. De hecho, recientemente, se estaba apreciando una ligera disminución en las estadísticas de lesionados debido a las medidas preventivas que llevan a cabo los tenistas en los entrenamientos, a la mejora de los materiales con los que se fabrican las raquetas y, también, a las diferentes características del tenis moderno. En los años 90, el tenis se ha convertido en un deporte de mayor explosividad, en el que es fundamental poseer un saque muy potente y donde la bola alcanza velocidades muy elevadas en los partidos que se disputan sobre superficies duras.
El llamado codo de tenista consiste en el resultado crónico de microtraumas, repetidos a lo largo de muchos años, en las estructuras músculo-tendinosas cercanas a la parte externa de la articulación del codo, donde se encuentran fundamentalmente los músculos extensores del antebrazo. Suele presentarse con dolor en reposo y, a menudo, puede producirse una contractura muscular si el tendón se estira pasivamente. Cuando esto ocurre, es necesario facilitar la resolución del proceso tratando la fase aguda de la inflamación mediante la aplicación de una bolsa de hielo, varias veces al día, en la zona lesionada. Del mismo modo, es conveniente el reposo, inmovilizar la muñeca, la mano y los dedos con un vendaje de contención, y está indicada la terapia con fármacos antiinflamatorios.
En los casos más serios, se debe acudir a la cirugía reparadora, para eliminar el tejido dañado y reinsertar las estructuras músculo-tendinosas. El verano pasado se puso de moda, asimismo, a raíz de un artículo publicado en The Lancet, el empleo de toxina botulínica en el tratamiento de esta lesión.
Un tenista debe estar siempre atento a la prevención de los problemas de codo. Algunos signos, como el dolor en el antebrazo al dar la mano a otra persona (por la contracción de los extensores), deben ponerle sobre aviso. La prevención de esta patología tiene su punto más importante en las características de la raqueta empleada y en el entrenamiento del tenista. La elección de una raqueta adecuada, fabricada con los materiales más modernos -capaces de absorber gran parte de las vibraciones- y con una tensión no demasiado alta en el cordaje, es fundamental. También es imprescindible, como en cualquier deporte, la realización de un calentamiento adecuado del brazo antes de efectuar golpes potentes.
Por último, conviene corregir los gestos técnicos para reducir el exceso de carga sobre el antebrazo por una mala ejecución. Los entrenadores más expertos insisten frecuentemente en que, para prevenir el codo de tenista, debe prestarse especial atención a la ejecución correcta del golpe de revés.
Rod Laver, el primer hombre que ganó los cuatro torneos del Grand Slam -Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon y Open USA-, daba mucha importancia a la prevención de las lesiones y se hizo famoso por su impresionante antebrazo. Precisamente, para fortalecer los músculos del antebrazo, el zurdo australiano llevaba siempre consigo una pelota de tenis y en los ratos libres se dedicaba a apretarla fuertemente con su mano izquierda. Su antebrazo izquierdo era casi el doble de musculoso que el derecho.