El envenenamiento por ciguatera es una enfermedad autolimitada que presenta sintomatología gastrointestinal, neurológica y cardiovascular.
Se produce por la ingestión de algunos peces de arrecifes coralinos.
La enfermedad de la ciguatera es endémica (endemia, enfermedad generalmente infecciosa, constante en ciertos países por influencias de una causa determinada) en las regiones tropicales. Debido al aumento del consumo de pescado, al comercio internacional y al turismo esta enfermedad se ha extendido a otras zonas del mundo, aunque en nuestro medio sigue siendo una enfermedad muy rara.
Es la forma conocida más frecuente de intoxicación producida por el consumo de pescado en los EEUU, afectando a más de 500.000 personas por año. La enfermedad esta causada por la ingestión de grandes peces carnívoros (barracudas, tiburones, percas) contaminados por un grupo de toxinas naturales producidas por ciertas variedades del protozoo dinoflagelado, el Gambierdiscus toxicus residente en los arrecifes de coral.
La toxina “ciguatoxina” se va bioconcentrando a lo largo de la cadena alimentaria hasta los humanos, que desarrollan la enfermedad al consumir éstos peces, que han acumulado gran cantidad de toxina en sus tejidos y vísceras.
La ciguatoxina produce un bloqueo de los canales de sodio, que es el responsable de la sintomatología de la enfermedad y de la afectación de numerosas funciones corporales. La toxina es muy estable, y no se altera con el calor, por lo que no puede ser destruida con la preparación de los alimentos. El pescado contaminado tiene apariencia, textura y sabor normal.
La gravedad y la persistencia de la intoxicación pueden variar dependiendo del tamaño de la pieza contaminada ingerida y de la historia de consumo de pescado de la víctima.
La toxicosis se puede desarrollar en un periodo variable, desde los 10 minutos hasta las treinta horas, después de la ingestión del pescado contaminado, y comienza con: diarrea, vómitos, náuseas, hipersalivación, dolor abdominal, escalofríos, sudoración, taquicardia (latido anormalmente rápido del corazón) o bradicardia (latido cardíaco inusualmente lento), mialgias (dolores musculares), parestesias (sensación anormal de los sentidos o de la sensibilidad), calambres, fatiga y debilidad.
No existe un tratamiento definitivo, y el pronóstico depende del diagnóstico precoz y de la administración intravenosa de manitol, que es la única terapia eficaz en la intoxicación aguda. La mortalidad (número de defunciones en una población durante un tiempo determinados) es baja pero presenta una alta morbilidad (suma de las enfermedades que afectan a un individuo o un grupo durante un tiempo determinado).
Autores: Drs. A. Avellaneda, M. Izquierdo; Marzo-2002
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