Este es el papel del perro en la sociedad actual

Este es el papel del perro en la sociedad actual

Compañero de caza, vigilante del ganado, guía para el invidente, rescatista en un desastre, detector de estupefacientes, cuidador del enfermo, acompañante del solitario… el perro, en la sociedad actual, cumple muchas funciones.

El ser humano es un animal sociable. Nuestras amistades se convertirán en uno de los pilares más importantes que tendremos a lo largo de nuestra vida. Los amigos, esa familia que escogemos libremente, compartirán con nosotros alegrías y juegos, pero también trabajo, sufrimiento y momentos difíciles. ¿Cómo los perros?
Si atendemos a la definición que ofrece la RAE, la amistad es el «afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otro individuo, que nace y se fortalece con el trato». La amistad entre el hombre y el perro se ha regido y fortalecido desde hace milenios gracias a valores como la confianza mutua, la lealtad, la generosidad y el compromiso. ¿No es considerado acaso el perro el mejor amigo del hombre? El filósofo griego Aristóteles contemplaba en su obra Ética nicomáquea tres tipos de amistad: la de utilidad, la accidental y la de lo bueno. Distintos análisis genéticos demuestran que la relación entre canes y humanos, que surgió accidentalmente en el continente europeo en una fecha sin precisar entre hace diecinueve mil y treinta y dos mil años, ha evolucionado como una relación de aprovechamiento en la que el ser humano obtiene múltiples beneficios con ella, y que ha acabado convirtiéndose en una relación de mutuo beneficio, casi una simbiosis, en la que las dos especies, irremediablemente ya, no entienden su existencia la una sin la otra, en algunos casos hasta rozar una dependencia casi completa.
Dice el dicho que «quien tiene un amigo tiene un tesoro» y en el caso del ser humano, la domesticación del perro supuso el hallazgo de un verdadero tesoro, no de oro, plata y joyas de valor incalculable, sino en forma de un compañero leal que ha compartido con nosotros las últimas etapas de nuestra historia.
La domesticación canina fue un proceso bastante lento y gradual del que todavía se desconocen muchos aspectos. En una de las teorías más aceptadas, ejemplares de lobos que merodeaban los asentamientos humanos comenzaron a aprovechar los restos de comida desechados por estos. El hombre observó que esta presencia alejaba a otros peligrosos depredadores, por lo que quiso explotar este beneficio manteniendo cerca a los más dóciles y aprendiendo a criar a los cachorros abandonados o secuestrados a sus madres. Podríamos considerar este momento como el inicio de esa amistad accidental que proponía Aristóteles y que dura en nuestros días. El tiempo y la selección artificial se encargarían del resto.
Al principio fue la caza…
La amplia diversidad de razas existentes y las peculiares características de cada una de ellas han permitido encontrar en este animal un enorme abanico de posibilidades. Desde su domesticación, el ser humano ha cruzado, seleccionado y mejorado las razas más adecuadas para cada tipo de tarea requerida, forjando con ello una relación de utilidad que se mantiene estrecha y fuerte hasta el día de hoy. Su utilización en la caza fue uno de los primeros usos y sigue siendo muy popular. Según la Federación Cinológica Internacional, la mayor organización canina del mundo, seis de los grandes grupos de perros corresponden exclusivamente a perros de caza: sabuesos, terriers y teckels, perros de muestra como el braco o el pointer, perros cobradores y levantadores como el spaniel son usados para la caza de cérvidos, zorro, jabalí, aves, liebres o presas más espectaculares como el leopardo de las nieves, la foca, el reno, e incluso el león, el tigre y el oso en algunas partes del mundo.
Igualmente, el uso de perros de guarda para la protección y manejo del ganado es una práctica casi tan antigua como la propia actividad ganadera. Aunque el border collie es considerado el mejor perro para el manejo de rebaños de ovejas, cabras y otro ganado de granja, existen otras setenta razas de perros pastores y boyeros según confirman la FCI y la Real Sociedad Canina de España. Razas como el husky siberiano, cuyo origen aparece ligado a la tribu siberiana chukchi, el alaskan malamute, el samoyedo, el elkhound noruego de gran ayuda para la caza de alces o el perro de Groenlandia utilizado para el arrastre de trineos han mantenido una relación estrecha y beneficiosa con los habitantes de las regiones árticas desde hace cuatro mil años.
Los antiguos pobladores de las regiones circumpolares del norte ya hacían uso de estos animales para tirar de los trineos transportando cargas o personas, cazar, pescar, ayudar con la cría y cuidado del ganado o, simplemente, como animal de compañía. Gracias al uso de perros esquimales, se consiguió alcanzar y regresar con vida de uno de los lugares más extremos e inaccesibles de nuestro planeta: el Polo Sur geográfico.
El indispensable papel que ha adquirido el perro como miembro de pleno derecho de la sociedad es comprensible si analizamos la cantidad de servicios que proporciona: los perros de asistencia (perros lazarillo o guía que apoyan a invidentes o personas con graves deficiencias visuales y perros señal o de señalización de sonidos que realizan la misma labor con personas con discapacidad auditiva) son adiestrados para servir de compañía a personas que muestran alguna discapacidad física o intelectual y contribuyen a mejorar de forma sustancial la autonomía y calidad de vida de estas personas.
La terapia asistida con animales utiliza perros como elemento de apoyo en sesiones profesionales de psicólogos, psiquiatras o fisioterapeutas. Estas técnicas buscan reducir los efectos de dificultades físicas, cognitivas o emocionales en pacientes hospitalizados, personas mayores, niños con cáncer, autismo o síndrome de Down. Los beneficios están más que demostrados: mejoran el estado de ánimo, la sociabilidad, disminuyen los síntomas de depresión en personas ancianas, contribuyen a disminuir la tensión arterial y la frecuencia cardiaca de la persona enferma y suponen una motivación añadida para mejorar la predisposición del paciente al trabajo propuesto como parte de su tratamiento.
Investigación científica
Un debate siempre controvertido es el de su uso en investigación científica. El buen comportamiento, docilidad y tamaño, que convierten al beagle en un inmejorable compañero, le han convertido en la primera opción en experimentación animal. El 96 % de los sesenta y cinco mil perros usados anualmente en Estados Unidos en estudios para testar productos cosméticos, fármacos, tóxicos y otras investigaciones pertenecen a esta raza.
Atrocidades como las reveladas en 2021 por la empresa Vivotecnia y el empuje de asociaciones en favor de los derechos de los animales han ayudado a crear una legislación más rigurosa en el empleo y trato de estos animales en investigación y la búsqueda de otras alternativas experimentales en Europa. Sin embargo, en países como China se sigue permitiendo e incluso son de obligada realización por las empresas, por lo que el cese de su uso parece complicado a corto plazo.
El perro de trabajo y de servicio
Algunas razas muestran un carácter y cualidades ideales para ser adiestradas en trabajos técnicos y meticulosos. Los perros bombero están entrenados para el rescate de supervivientes de accidentes, atentados y desastres. Estos animales serán capaces de dejarse su vida entre los escombros como Dayko, un ejemplar de golden retriever que se hizo famoso al fallecer tras varias horas de intenso trabajo buscando supervivientes entre los escombros del terremoto que asoló Ecuador en 2016.
Así se entrena a un perro guía
Los perros policía son miembros de pleno derecho de los cuerpos y fuerzas de seguridad. Las unidades especiales de guías caninos cuentan con perros adiestrados en la detección de sustancias estupefacientes y explosivos, búsqueda y localización de restos humanos, detección de acelerantes del fuego, billetes de curso legal, armas de fuego, localización de personas ocultas y apoyo a las patrullas antidisturbios en labores de vigilancia y protección ciudadana. Tan inteligentes e intuitivos, como cariñosos y sociables, razas como el pastor alemán, belga, malinois, rottweiler o cocker spaniel son sometidas a un intenso entrenamiento desde que tienen un año, lo que les permitirá trabajar de forma eficiente durante una media de ocho o nueve años aproximadamente.
Sin embargo, en nuestro desmedido afán por obtener las razas más útiles y las mascotas más codiciadas, hemos podido perder un poquito el norte al jugar con las características fenotípicas de estos animales. Insatisfechos por naturaleza, sobrepasamos la delgada línea entre necesidad y capricho y comenzamos a priorizar la estética a la salud del propio animal. La mutilación de orejas y cola, problemas de salud como lesiones en la columna, hernias, afecciones respiratorias y articulares, obesidad, sordera, displasias en la cadera y otra multitud de problemas de salud son el elevado precio que algunas razas como bull terrier, shar pei, pug, gran danés o bóxer deben pagar por el proceso de selección artificial al que han sido sometidas.
Un vínculo muy estrecho
Como ocurre con las amistades más valiosas, el tiempo y el cariño han convertido a estos animales no ya en simples mascotas, sino en seres sintientes protegidos incluso por el Código Civil como miembros familiares de pleno derecho.
Los restos óseos humanos encontrados en la tumba de Bonn-Oberkassel (Alemania) con una edad de catorce mil años presentan la compañía de restos incompletos de perro y otros objetos artísticos labrados con huesos de animales. Tras someter a los restos a un análisis más profundo, se descubrió que mostraban signos de haber recibido cuidados para tratar la enfermedad del moquillo. De tratarse de un enterramiento familiar, supondría que el animal habría recibido las atenciones necesarias para poder sobrellevar la enfermedad, ¿podemos hablar de las primeras mascotas de la humanidad?
El vínculo tan estrecho que se establece entre dueño y mascota predispone al tercer tipo de amistad: la amistad de lo bueno. Los beneficios que aporta vivir con un perro como mascota son innegables y están científicamente demostrados. Un estudio realizado en 2019 entre casi cuatro millones de personas de Estados Unidos, Canadá, Escandinavia, Nueva Zelanda, Australia y el Reino Unido descubrió que tener un perro se asociaba a una reducción del 24 % de muerte prematura por cualquier causa y un 31 % menos de probabilidades de morir a causa de una enfermedad cardiovascular si ya se había sufrido un infarto anterior.
Sin embargo, aquí vuelve a aparecer un nuevo lunar en nuestra relación con esta especie: la alta dependencia de nuestro cuidado que hemos generado en muchas razas, generalmente pequeñas. En la búsqueda de la mascota perfecta: adorable, cariñosa y con un tamaño adecuado para viajar cómodamente dentro de un bolso de mano, hemos diseñado razas como el yorkshire terrier, chihuahua, bichón maltés o el shih tzu, originario del Tíbet, cuya única función es la del acompañamiento y cuya capacidad de supervivencia, alejada de los cuidados humanos, es altamente improbable.

El debate se vuelve todavía más intenso, ¿hemos sobrepasado el límite de humanización de nuestras mascotas? El vínculo afectivo que algunas personas experimentan es tan estrecho que para muchos dueños llega a anteponerse al cariño por familiares, amigos y conocidos. Es totalmente comprensible que una mascota necesita atenciones, tratamientos médicos, revisiones y una alimentación adecuada a sus necesidades, pero tratarlas como si fueran personas atribuyéndoles necesidades inherentes a nuestro propio bienestar (joyas, ropa, tratamientos estéticos, alimentación gourmet, etc.) puede distorsionar la realidad de estos animales y sus verdaderas necesidades. En el momento de crisis tan grave que vivimos, algunas mascotas reciben atenciones prohibitivas para la mayor parte de la población humana.
El mismísimo papa Francisco durante su primera audiencia del año mostró su preocupación sobre el desplazamiento que las mascotas están realizando sobre la propia maternidad y que, en su opinión, podría ser una de las posibles causas de la baja natalidad en países desarrollados. ¿Acaso estamos convirtiendo a estos animales en sustitutos de nuestra propia descendencia? La polémica está servida.
Dicen que una amistad es para toda la vida. La mayor o menor esperanza de vida que pueda alcanzar nuestro amigo (entre los ocho y los diez años en perros de raza grande y los veinte que pueden alcanzar las razas más pequeñas) dependerá de su genética, peso, alimentación, estilo de vida, pero también de los cuidados y atenciones que reciban. Por tanto, y como ocurre con nuestro círculo de amigos, tenemos la responsabilidad y obligación moral de cuidar y mantener una relación sana, estrecha y duradera con una especie que pasea a nuestro lado desde hace catorce mil años.