Vivimos en Matrix: enganchados en la red virtual

Vivimos en Matrix: enganchados en la red virtual

Resulta cada vez más preocupante el declive que para la condición humana está trayendo el progreso tecnológico.

Parece mentira que la ciencia ficción confirme sus peores vaticinios en cuanto al impacto que las nuevas tecnologías están teniendo sobre las personas. La trilogía Matrix proponía una evolución futurista en la cual nuestro mundo tecnológico nos llegaba a atrapar hasta tal punto que perdíamos la condición humana y nos encontrábamos inconscientemente atrapados en una realidad virtual. Si bien, el planteamiento era ficticio, nuestra evolución hacia la tecnología comienza a dar atisbos de preocupación en la tendencia deshumanizadora hacia una vida virtual.

Antes de exponer en qué aspectos nos está afectando, me gustaría resaltar que los beneficios en muchos otros aspectos han sido notables y que quizá el problema parta de haber vivido una nueva revolución industrial (o revolución tecnológica) que en apenas 15-20 años nos ha cambiado la vida. Este corto periodo de tiempo ha sido tremendamente insuficiente como para que las personas, con nuestros limitados sistemas adaptativos, hayamos desarrollado una mutación que nos permita desenvolvernos en estos nuevos medios sin pagar un alto costo.

Falta de desenganche diario de los diferentes aparatos.

Prácticamente despertamos y nos acostamos con alguno de ellos. La hiperactividad que nos puede producir no puede ser compensada por la mente si no hay ocasiones de descanso que no sean exclusivamente el sueño. Necesitamos por lo menos parar en alguna ocasión del día y no usarlos al menos 2 horas antes de dormir. El nivel de estrés cognitivo generado por tantos estímulos como recibimos al día desde la tecnología, se suma al que ya arrastramos en nuestras múltiples tareas y preocupaciones. Nos encontramos ansiados de tanta información, comunicación, referencias o likes, y ello sumado a lo que la vida ya nos trae por sí sola, no nos permite alcanzar la serenidad necesaria como para mantener nuestra salud en condiciones.

El cambio radical en la manera de comunicarse.

Antes de la aparición de los teléfonos «inteligentes», la comunicación a distancia quedaba restringida a las llamadas y las cartas, prácticamente. Ello fomentaba un mayor contacto cercano con las personas, con las que se ponían en práctica las habilidades sociales y el compartir de manera más pura. Evidentemente sigue habiendo mucha interacción natural sin máquinas de por medio, pero de forma inevitable, la mayoría ya estamos conectados a la Matriz de internet y nos vemos incapaces de desengancharnos de este mundo virtual que se ha creado a nuestro alrededor y del que empezamos a ser esclavos. Tan sólo tenemos que observar a las personas a la hora de comer en grupo o de mantener reuniones; no resulta desde fuera bastante irrespetuoso hacia los demás desviar la atención constantemente hacia el móvil?

La fantástica excusa que es para trabajar.

Efectivamente, hemos mejorado mucho en la posibilidades que tenemos al alcance de una mano, pero hemos reparado en cómo nos ha afectado para no desengancharnos nunca?  Puede resultar super práctico, pero cuándo para la jornada laboral?  Nos engañamos sin poder evitarlo y gozando del impacto constante de notificaciones, hemos acostumbrado a nuestra mente a que nos resulte extraño no tener el móvil alcance. Uno ya se siente raro cuando sale a la calle sin conexión…es tan adictivo como lo es el tabaco para los fumadores, esto es, ya no puedo estar sin mi móvil en ningún momento.

El impacto en las generaciones que nacen con ello.

Quizá ser contemporáneos  de las nuevas tecnologías permitan la adaptación de los nuevos ciudadanos sin el exceso actual; pero en mi experiencia, la tecnología para las personas con mayores dificultades de timidez y habilidad social, está generando más problemas que beneficios al permitirse escudarse detrás de una pantalla y no sentir las verdadera esencia de la comunicación en persona. Los llamado Milenials han nacido sin mucha opción de elegir, pero la experiencia de sus mayores ha de abrirles las puertas hacia una libertad de la máquina que alimente al ser humano complejo que es….no sólo a su afán hiperactivo, hedónico y ultra conectado.

La educación de los hijos.

El estrés diario al que los padres nos vemos sometidos no ayuda en absoluto. La sociedad actual nos limita mucho el tiempo y la energía de que disponemos para compartir con nuestros hijos. Es lógico que llegado cierto momento claudiquemos en la idea de formar parte activa de la educación de los hijos y los conectemos por un ratito a la máquina para abducirlos en su atención y que nos dejen un poco tranquilos. Sin embargo ellos tan sólo imitan el constante uso de los teléfonos y tabletas que hacen los padres y desean repetir los comportamientos adultos como si fuera algo maravilloso. No se puede pretender prohibir su uso o limitarlo arbitrariamente mientras nosotros no dejamos de hacerlo, al igual que ocurre con otros ejemplos educativos como los de no decir palabrotas o que lean mucho, siendo nosotros todo lo contrario a un modelo. El gran neuro-psicólogo  Alvaro Bilbao reitera insistentemente la necesidad de mantener al margen de la tecnología a los bebes, al menos hasta los dos años, por su negativo impacto en sus cerebros.

La banalización de las relaciones a través de internet.

Otra de las grandes ventajas que nos ha traído la tecnología son las app para conocer gente. Lo que a priori puede ser un facilitador en una sociedad en la que no disponemos de tiempo ni espacios donde conocer gente, está llegando a ser un mercado de la carne donde elegimos nuestra pieza a través de imágenes. Teóricamente el planteamiento de las app es bueno y facilita, pero nuestro mal uso puede llevar exclusivamente a una capa superficial de las relaciones que en muchas ocasiones sólo pretende satisfacer el impulso sexual o la necesidad de la conquista, para sentirnos deseados y aumentar nuestro ego. Es por ello, que mucha gente se niega a utilizarlas o, a partir de sus primeros encuentros, se siente limitado/a en la posibilidad de establecer relaciones profundas.

El exhibicionismo mediático.

Un capítulo de la magnífica serie británica Black Mirror se desarrolla en este contexto, llevando hasta el extremo la búsqueda de reconocimientos en una sociedad que sesga los estratos en función de la puntuación positiva que logremos alcanzar. Actualmente todas las redes sociales nos permiten realizar una exposición pública de nuestra vida a partir de nuestras fotografías, gustos o lugares de localización que ha llegado a convertirse en una vida virtual para las personas. El deseo de exponer lo ideal de nuestras vidas en la búsqueda de reconocimiento de nuestros «amigos» o seguidores, llega a ser una obsesión para algunas personas y nos mantiene deseosos de la alimentación de nuestra vanidad. Lo que surgió como una buena idea a la hora de mantenernos en contacto con nuestra gente, ha llegado a ser un verdadero foco de problemas, cuando no se sabe diferenciar entre compartir algunos aspectos que pongan al día a los demás de nuestra vida y la necesidad de que los demás reconozcan y reafirmen nuestra «maravillosa» vida virtual a través de una exposición pública «seleccionada».

El fomento de las adiciones, sexo, juego, compras.

Si bien toda la revolución de internet no es mala, como comentaba al iniciar, en los criterios adictivos debemos establecer una línea roja entre el uso y el abuso. No hay que cuestionar la recurrencia habitual aspectos como la pornografía o el juego, aunque para algunos esto pueda resultar alarmante. Cada persona ha de destinar su tiempo a aquello que le apetezca sin entrar a juzgarlo. Ahora bien, los niveles de accesibilidad se han abierto tanto en estos tiempos tecnológicos, que para algunas personas han podido darse circunstancias de dependencia, abuso y síndromes de abstinencia que han podido llegar a afectar a la calidad de sus relaciones, a su economía y en definitiva a su calidad de vida, viéndose enganchados a una red de la que cuesta mucho desenmarañarse.

Todo lo mencionado anteriormente tan sólo son algunos de los aspectos en los que considero que internet y las tecnologías pueden haber afectado a la vida de las personas pero probablemente haya más.

Ante todo mucha calma, ya que la vinculación con las «máquinas» tiene solución y antes de llevarse las manos a la cabeza por reconocerse en alguno de los criterios mencionados, necesitamos reflexionar sobre qué acciones podemos ejercer para sentirnos progresivamente menos vinculados y dependientes de las tecnologías.

Cómo desengancharnos

Lo primero consistiría en comenzar a realizar pequeños periodos de desconexión en nuestro día a día, sobre todo por las noches, dejando de interaccionar con el móvil o la tablet al menos 2 horas antes de dormir. Seguro que nuestra pareja lo agradecerá, pero sobre todo lo hará nuestro cerebro al poder salir, al menos por algún momento del día, del bombardeo de estímulos al que lo tenemos sometido, y nos lleve progresivamente hacia un descanso más natural. Podemos aprovechar también los periodos vacacionales o incluso los días libres para desconectar los datos y sentir de nuevo lo natural de la vida. No estaría mal, desarrollar periodos poco a poco más largos, combinándolos con actividades al aire libre y con relaciones sociales en los que restrinjamos conscientemente el uso de los teléfonos.

Necesitamos fomentar relaciones humanas naturales, sin mediación tecnológica, para recuperar la sensación de que la tecnología sigue siendo sólo un medio y no el escenario dónde exponemos nuestro «yo virtual». Cuando mayor es la práctica de nuestras habilidades sociales, más mejoran y mayor oportunidad tenemos de sentirnos conectados….eso sí, a las personas y con nuestras neuronas WIFI, las llamadas neuronas espejo que nos permiten resonar y vibrar juntos.

Desarrollarnos como modelos saludables de cara a nuestros hijos. Si queremos liberar a las nuevas generaciones de la condena tecnológica, necesitamos dar ejemplo, reducir su uso en su presencia pero también sin ella, con la intención de recuperar esa educación en valores tan deseada como algo creíble, no sólo aparente.

Para una recuperación de las relaciones profundas, necesitamos liberarnos de la ilusión que genera el hacer Match. A pesar de lo bonito que parece encontrar el amor a primera vista, la realidad indica que profundizar sentimentalmente con alguien requiere tiempo, constancia en la búsqueda y buena autoestima para no conformarse con cualquiera y relacionarnos en función de nuestras necesidades. Por tanto, volvamos a un planteamiento de humildad a la hora de buscar pareja y desarrollemos nuestras relaciones en contextos sociales que permitan conocerse al menos a medio plazo.

Por último, sugerir que la participación en redes sea moderada, sin demasiada exposición y por supuesto, con poca interpretación sobre la imagen que proyectan los demás de sí mismos. Cuando todo va bien entre nosotros, todo nos puede hacer gracia y resultar maravilloso; sin embargo, cuando algo se tuerce, nuestra mente comienza a interpretar estados, frases, fotos y momentos de conexión hasta puntos insospechados. Para fomentar lo lúdico y mantenernos en contacto, internet es fabuloso….pero si tenemos algún problema con alguien, tratemos de buscar el momento de contacto real para comunicarnos con toda nuestras posibilidades verbales y no verbales, mirando a los ojos de la otra persona.

Después de haber leído todo esto, plantéate si quieres comenzar tu desconexión hacia la vida real tomando la pastilla roja o seguir en la dichosa ignorancia de la ilusión virtual tomando la pastilla azul.

Malvina Mierez – Ricardo Labrone: Neuro-Entrenadores de Grupo Ciemec

(@grupo.ciemec)