FOPO: El miedo creciente a la opinión ajena

FOPO: El miedo creciente a la opinión ajena

La vida en las redes sociales puede ser agotadora, exige una labor de marketing personal a la vez que se lucha por escapar de la crítica ajena. Es lo que se ha dado a llamar, síndrome Fopo (Fear Of Other People’s) o miedo a la opinión de los demás. Aquí te damos 5 claves para aprender a controlarlo.

Si eres de los que pasan tiempo en las redes sociales como casi cualquiera que tenga más de 12 años ya conoces la intención de publicar cosas favorables sobre uno mismo en Facebook-Twitter-Linkedin-Instagram-Snapchat y otras plataformas.

Las redes sociales no sólo hacen más fácil la mercadotecnia personal, lo han vuelto obligatorio para encontrar empleo, montar un negocio o hasta tener una cita. Muchas veces es necesario construir un personaje virtual acorde al perfil con el que nos gusta que nos vean.

Pero todos pagamos un peaje, un costo emocional y parte de nuestro tiempo por mantener una identidad online, incluso, los que no pretendemos convertirnos en influencers. Según la consultora eMarqueter, el promedio individual de presencia en las redes es de 1 hora y cuarto al día. Muchos usuarios mantienen la constante lucha interna a la hora de subir comentarios o fotos “¿Me expongo demasiado o me quedo corto?”. La mayoría asocia la autoestima al tráfico social, al número de seguidores, de fans y de amigos.

Ni las redes sociales, ni la necesidad de promocionarnos van a desaparecer. ¿Es posible hacer marketing personal sin vender el arma? ¿Cuál es la postura correcta? Acá te proponemos 4 consejos para lidiar mejor con estas incertidumbres en la era digital.

1)     Tú no eres tu “yo virtual”

El uso de las redes sociales y la tarea de autopromoción que conllevan están encasillando nuestras vidas en una narrativa única e idealizada. Cada post, cada tuit, cada comentario que publicamos tiene que ver con esa proyección del Yo. “Mantener dos identidades es una señal de falta de integridad y coherencia”, remarca Zuckerberg, fundador y CEO de Facebook. Cada persona tiene una identidad única e inamovible, pero también es cierto lo contrario, que la identidad es fluida y cambiante. Si los amigos, compañeros de trabajo, familiares, las parejas, todos ven la misma proyección del Yo, lo que hay es “una pérdida de contexto, no integridad ni coherencia.

Parece irónico que hacer marca de uno mismo se asocie con la autenticidad cuando en realidad, para ser auténticos debemos ser lo suficientemente libres como para dejar salir los diversos yoes que todos llevamos dentro.

Las redes en vez de fomentar la libertad de expresión, la acaban limitando; dada la cantidad de tiempo que pasamos en las plataformas digitales, diseñadas para enganchar a los usuarios, hay quien termina por desarrollar un Yo más complaciente para la vida online, la distorsión entre esa imagen elaborada para gustar y la realidad puede hacer que no sintamos deprimidos, falsos o confusos. Por eso mismo es necesario crear espacios para expresar que no estén permanentemente vigilados, controlados o juzgados, “tú no eres tu perfil de Facebook”.

2)     Mantén el FOPO a rayas

Generalmente nos preocupa que un paso en falso en las redes sociales ensucie nuestra reputación y llegue a amenazar nuestro medio de sustento, la empresa de crearnos un personaje lleva a incurrir en extrañas contradicciones. Por un lado, reprimimos las opiniones sobre temas controvertidos como la política, pero por otro revelamos contenidos personales para parecer más interesantes.

Como regla general nadie debería compartir contenidos sensibles ni subidos de tono en las redes sociales, pero tampoco convertirse en sensor de sí mismos.

Es importante en concentrarte en lograr metas más altas (contar una historia de la que otros puedan aprender, crear conciencia sobre una causa) aporta una satisfacción mayor que la que se obtiene del reconocimiento público o adulación ajena. El ego se disuelve y la zona de confort se amplía.

3)     Aplaca la necesidad de compararte

En la vida real no siempre somos conscientes de nuestro valor respecto al de los demás. En las redes sociales la comparación es constante, porque abruman a los usuarios con continuas mediciones: Números de “Me Gusta”, de seguidores, de Tuits o de compartidos. Las estadísticas crean ansiedad y hasta los CEO de Instagram y Twitter han reconocido que sus plataformas serían más saludables sin ellas. Quizá la autoestima ya no dependería de la comparación con los otros, si tu autoestima depende de la validación externa, aquella estará sometida a los caprichos ajenos y no tendrá en cuenta lo que tú sabes que vales.

Los algoritmos determinan la frecuencia de visitas a las cuentas, pero por varias razones que escapan a nuestro control, algunas de ellas siempre reciben mucha más atención que otras, por eso mismo, no hay que dejar que la autoestima dependa de un algoritmo automático.

4)     Da más y recibirás más

Lamentablemente ser un dador de atención digital no es la prioridad de la mayoría, es más fácil ser un observador que se limita a recopilar Mg y comentarios (conducta que se asocia a la soledad y depresión).

Dar implica cultivar conexiones de mayor alcance, promover debates, reconocer el trabajo y el talento de los otros. Cada Tag o cada Hashtag es una nueva semilla. Crear conexiones extendidas puede aportar una sorprendente gratificación psicológica, según una serie de estudios dirigidos por Gillian Sanstrom de universidad de Essex.

Win Meeus de la universidad de Utrecht también constató en un estudio que las relaciones extendidas son una forma de comprensión social, que cuantas más interacciones tienen las personas introvertidas con amigos online, más crece su autoestima y se reduce la depresión.

Pero todo tiene un límite, de cara al bienestar emocional, el trato con los conocidos online no pueden reemplazar la intimidad con amigos, cercanos y familiares. A veces es mejor invertir en una fiesta en el bar de la esquina, que la promoción digital. No se debe dedicar más de media hora al día a las redes sociales, ese es el límite a partir del cual puede suponer un problema para la salud mental, según un estudio publicado en el Journal off Social and Clinical Psychology.

No importa cuantos amigos o seguidores tienes, sino cuantos interactúas realmente a diario.

No importa a cuanta gente le ha gustado tu contenido, sino el esfuerzo que tu has hecho para poner likes a lo que hacen los demás.

No importa tanto el alcance de la información que despliegas, sino el sentirte libre para expresarte de verdad.

No cuenta lo que tus redes sociales hacen por tu marca, sino lo que hacen por tu entera pesonalidad…

Malvina Mierez – Ricardo Labrone: Neuro-Entrenadores de Grupo Ciemec

(@grupo.ciemec)