La líder peronista tomó el control del partido sin muestras de apertura. No hubo gobernadores presentes ni representantes de la CGT. El laberinto de la interna al que se enfrenta. El guiño a Quintela
Junto a ella estuvieron los de siempre. Los que la respaldan desde hace tiempo. Los que pidieron que fuera candidata a presidenta de la Nación el año pasado o los que llevaron adelante una campaña para instalar la idea de que la justicia federal la quería proscribir. Cristina Kirchner asumió al frente del PJ Nacional rodeada por sus dirigentes cercanos. Los que, a diferencia de Axel Kicillof, siguen bien cerca suyo. Los que siempre están.
La ausencia más presente fue la del gobernador de Buenos Aires. No quiso ir a su asunción. Esbozó como argumento un problema de agenda. Durante la tarde estuvo en Pehuajó y Bragado. No quiso ir a la UMET. Tiene sus motivos. Se siente humillado y atacado. Pero para evitar el quiebre final, dijo tener un problema en la combinación del reloj, los viajes y las recorridas. Nadie le creyó en el kirchnerismo.
El faltazo de Kicillof golpeó fuerte en la cáscara dirigencial que recubre a la nueva presidenta justicialista. En los pasillos universitarios hubo interpretaciones múltiples. Algunos le bajaron el precio y lo desdramatizaron. Otros le subieron el precio y lo dramatizaron. El peronismo está lleno de miradas indistintas y sentimientos encontrados. Sobre todo en esta nueva etapa de la interna. Furiosa, con límites desconocidos y con intérpretes impensados.
La ex presidenta le envió un mensaje a Kicillof, que decidió ausentarse de su asunción en el PJ (Jaime Olivos)
En la primera fila del auditorio estuvo sentada la vicegobernadora bonaerense, Verónica Magario. Saludo afectuoso con Máximo Kirchner, dedos en V bien altos y peronismo matancero independiente de la gestión provincial. La compañera de fórmula de Kicillof se desmarcó del conflicto interno y no dudó en estar presente en el acto de asunción de CFK. Tampoco Fernando Espinoza, que estuvo jugando los últimos meses más cerca del kicillofismo.
Magario y el ministro de Justicia, Juan Martín Mena, integrante de La Cámpora, fueron los únicos representantes del gobierno bonaerense. Cada uno antiende su juego. Kicillof publicó un saludo escueto y frío a las 21:33. “Felicito a CFK y a las nuevas autoridades ante este nuevo desafío de unidasd y reconstrucción del PJ”, escribió. En el mundo K cayó mal. “Es un ninguneo”, resaltó un camporista.
“No escatiman humillaciones. Falta que dimensionen lo que significa su figura al día de hoy. Mientras elijan ningunearlo y subestimarlo, va a ser difícil la situación”, sentenció un funcionario bonaerense muy cercano al Gobernador. El malestar es muy grande. Y los niveles de conflictividad de la interna se desdobloquean continuamente. Todos los días hay un protagonista que corre los límites un poco más. Hasta que un día no haya más límites.
CFK tuvo un mensaje lineal durante gran parte de sualocución. Dijo lo que viene diciendo en otras oportunidades. Los motivos del triunfo de Milei en las últimas elecciones, las falencias que le ve al programa económico y los errores del peronismo en la última gestión. En los minutos finales pateó el tablero con dos definiciones dedidacas a Axel Kicillof. “El picante llegó al final”, se sinceró, entre risas, un intendente bonaerense.Parte de la dirigencia política que acompañó a CFK en su asunción (Jaime Olivos)
“Veo a dirigentes políticos de nuestro partido convertidos en militantes electorales. Tienen que volver a ser militantes políticos. Hablo de los que tienen responsabilidad dirigencial”, fue el primer mensaje. En el cristinismo hace tiempo que aseguran que los movimientos políticos de Kicillof y su esquema político tienen que ver exclusivamente con el control de la lapicera y el armado de las listas del año que viene.
No fue el único mensaje encriptado. Hubo más. Hubo, sobre todo, mayor peso en las definiciones.
“No puede ser que todo se reduzca a la pelea de la elección. Antes nadie militaba para estar en una lista, militaba para estar en un proyecto de país. Es lo que hay que volver a recuperar. No hay que creer que la historia empieza cuando uno llega o se termina cuando se va. Y el peronismo, tampoco. No es así. Lo digo por algunos compañeros de peronismo tardío”, precisó.
Los presentes en el auditorio no tuvieron dudas de que el mensaje fue directo a Kicillof. La referencia del peronismo tardío estuvo enlazada con una explicación que dio CFK, en la que detalló que en los años 70′ hubo muchos hijos de familias antiperonistas que se sumaron a la oleada peronista y que, tiempo después, le querían explicar el peronismo a los que se habían criado bajo esa educación política.
En la UMET hubo distintas miradas sobre la decisión de Kicillof de ausentarse en el acto de asunción. “Hay que desdramatizar la situación. No están enfrentados”, dijo un importante legislador nacional. Un intendente del conurbano recordó una frase histórica del peronismo: “Cuando parece que estamos peleados, nos estamos reproduciendo. Se va a terminar ordenando”. Confianza desmedida o experiencia hecha costumbre. Valen las dos.Mientras el acto de realizaba, Kicillof estaba de recorrida en Bragado y Pehuajó
Pero también hubo quienes plantearon otra mirada. “Axel se pasó dos pueblos. Sacó los pies del plato. No se entiende qué quiere hacer”, reflexionó un ex funcionario nacional. Una legisladora nacional fue un paso más adelante: “¿Qué va a romper Kicillof? Las pelotas puede romper. Se equivoca en no estar en este acto”, sostuvo. La divergencia de miradas marca el pulso de la convivencia interna. De ese lado del mostrador peronista nadie quiere que la sangre llegue al río, pero no saben si su voluntad será cumplida.
La ausencia de Kicillof no fue la única. Lo más llamativo del acto fue la ausencia de todos los gobernadores del PJ. Además del bonaerense, faltaron el pampeano Sergio Ziliotto, el formoseño Gildo Insfrán y el riojano Ricardo Quintela, al que CFK le envío saludos, en un gesto de distensión y acercamiento luego de la confrontación que tuvieron durante el proceso electoral partidario.
También faltaron el catamaqueño Raúl Jalil y el tucumano Osvaldo Jaldo, aunque ambos ya están afuera del radar de CFK, y cada vez más alejados de la estructura de Unión por la Patria (UP). La autoridad y volumen político de los gobernadores son parte de la historia del peronismo. Su ausencia, y sobre todo la de Kicillof, generan un daño en la contundencia y fortaleza del liderazgo de la ex presidenta de la Nación. No es lo mismo que estén a que no estén. Lo saben todos, aunque hagan esfuerzos por disimularlos.El mensaje que Kicillof subió a las redes sociales
Quintela también fue un ausente con aviso, pese a que Mayans le había hecho saber la intención de CFK de que asista al acto. El “Gitano” sigue trabajando en la puesta en marcha de una corriente interna del peronismo, bajo el techo del PJ y en paralelo a la línea K. Sigue afincado en su idea de no reunirse con la ex jefa de Estado y resalta la decisión de Kicillof de no haber ido a la asunción. Cree que es un gesto de autoridad y autonomía bien marcado. Está parado detrás del bonaerense.
CFK puso en marcha su plan al mando del PJ. Kicillof, hijo pródigo de la ex presidenta, está jugando el mismo juego que ella le enseñó. Es tiempista, tensa la cuerda cada tanto, se aferra al silencio, juega su ficha en el tablero a través de otras voces y mantiene la incertidumbre como un pilar. La paradoja del destino. O la realidad de un cambio de ciclo. O, al menos, de una intención cada vez más clara y manifesta de ser el ínterprete de esa movimiento.
Fuente Infobae