La conversación se produjo un mes y medio antes de que Coxtex haga el primer recibo en favor de la organización de Belliboni. Los investigadores ya saben quién es el cerebro de la firma apócrifa que se utilizó para desviar el dinero del Estado.
La primera factura que la empresa trucha Coxtex le hizo al Polo Obrero es del 14 de octubre de 2021. El documento llevaba la firma del líder de la organización,Eduardo Belliboni. Luego ese mismo recibo fue presentado por el PO ante el Ministerio de Desarrollo Social para justificar los millonarios fondos que el Estado le bajaba en el marco del Potenciar Trabajo.
En ese momento se desconocía un detalle no menor: Coxtex era una “empresa de papel”, creada con el único objetivo de hacer facturas apócrifas para justificar gastos inexistentes. La Justicia lo comprobaría años después en el caso que hoy tiene procesado a Belliboni por administración fraudulenta en perjuicio del Estado Nacional.
Hasta no hace muchas semanas lo que se sabía de Coxtex era que para la AFIP se trataba de una empresa falsa que el Polo Obrero había usado para desviar el destino de los fondos del Potenciar Trabajo y que sus fundadores eran Luis Alexander Pichuaga y Mariano Soledad Vega, que en rigor no eran más que prestanombres, gente a la que se le pagó para “hacerse pasar” por los dueños de la firma. Pero ahora el juzgado de Sebastián Casanello ya sabe quién es el “cerebro” detrás de esta firma y encontró un chat que podría complicar al Polo Obrero.
Un chat muestra cómo se eligió a Coxtex, la empresa que el Polo Obrero usó para las facturas truchas
El 20 de agosto de 2021, un mes y medio antes de esa primera factura de Coxtex al Polo Obrero, una persona -cuyo nombre por ahora es un misterio- se contactó con una mujer llamada Anahí Rivero para pedirle que le pase una lista de empresas truchas.
Rivero luego le escribió a un hombre llamado Leandro G. Kebleris que procedió a enviarle un listado con siete empresas apócrifas, entre las que estaba Coxtex. Inmediatamente después se produjo esta conversación:
-Anahí Revero: “Ahí le pasé todo y le acabo de pasar esa otra que me mandaste” (Audio)
Leandro Kebleris: “Después vemos tema precio”
-Anahí Rivero: “Sí, dale, yo no le pasé precio… ah, lo que me pidió fue si podemos conseguirle remito…eh… recibo… sí, le dije, es lo de menos” (Audio)
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Unos días después, el 29 de agosto, Rivero insiste con la necesidad de que la empresa apócrifa que necesitaba ese cliente pudiera proveer de recibos.
-Anahí Rivero: “Lean, disculpá que te joda un domingo, sabés qué nos faltó de la facturación … Los recibos ¿vos me los preparas y los paso a buscar? ¿Me los podés preparar para mañana o el martes a la mañana? Si es mañana los paso a buscar por Barracas.
Exactamente 46 días después de esa conversación, Coxtex hizo su primera factura para el Polo Obrero por un total de $3.644.418. Fueron en total dos las facturas de esta empresa que el PO presentó ante Desarrollo Social, las que sumarían $5.459.418. La empresa no tenía sede social, carecía de operatoria real y la AFIP la catalogó como una usina de facturas apócrifas. Los cheques que la organización de Belliboni usó para pagar por esas supuestas computadoras terminaron en cuentas bancarias de empresas que para la UIF podrían operar como cuevas financieras.
En los últimos meses la Justicia logró reconstruir cómo era la estructura de Coxtex y determinó, entre otras cuestiones, que la escritura de constitución de esta compañía fue firmada por el escribano Juan Bautista Darrasaga, que ya fue investigado en el caso Ricardo Jaime y Lázaro Báez, tal como contó La Nación.
Cómo funciona el grupo de escribanos y profesionales que crearon Coxtex y otras empresas truchas más
El escribano trabaja junto con un grupo de personas que se dedicarían -cree la Justicia- al armado de empresas truchas. Los otros integrantes son la ya mencionada Anahí Rivero -que reclutó a Pichuaga y Vega para constituir Coxtex- Lucía Agundez y Mario Virgilio Vivarelli.
La investigación sobre este grupo revela hasta ahora que trabajarían bajo las órdenes de Leandro Kebleris, que tiene 52 años y su actividad principal es la “fabricación de hilos y cables aislados”. Está vinculado a una serie de empresas, entre las que se destacan la financiera Dax Group S.A., creada en 2013.
Kebleris fue allanado, tanto su casa como en su estudio contable. El análisis de su celular podría demostrar cómo es el que el Polo Obrero llegó hasta Coxtex. Además, la Justicia allanó a otra integrante del grupo: Verónica Lorena Liberata Costa, que trabajaría en la dirección técnica de la AFIP y se encargaría de quitar las sociedades truchas de los registros de “empresas no confiables o apócrifas”.
¿Quién es la persona que se contactó con Rivero para pedirle el listado de empresas truchas? Es por ahora una incógnita. La eventual declaración de Rivero en el caso podría ser clave para conectar al Polo Obrero con Coxtex.
En la entrevista que Belliboni le dio a TN en mayo, dijo que las facturas “no son truchas” y que la AFIP había dicho hace tres años que el recibo “era legal”. La Justicia investiga rendiciones de gastos del Polo Obrero por un total de $36.144.418, dinero que terminó siendo destinado a solventar gastos corrientes, y actividades de prensa, militancia, y campaña electoral en favor del Partido Obrero, maniobra para la que se usaron distintas empresas como Coxtex.
“Se asentó falsamente la compra de productos para justificar los desembolsos realizados, si no también los cheques que fueron posteriormente entregados a empresas distintas de las formalmente consignadas en las rendiciones de gastos, para concretar el desvío postulado”, afirmó el magistrado.
Además de Coxtex, se usó un grupo de empresas compuestas por la imprenta Rumbos, Ricoprint, UrbanGraphics, Carlos Osvaldo Monfrini y Miniso Trade para desviar parte de los fondos.
La Justicia entiende que no todas las firmas cumplían el mismo rol: Rumbos, Coxtex y Miniso Trade se usaron para hacer facturas truchas, es decir, el Polo Obrero presentaba esos comprobantes ante el exMinisterio de Desarrollo Social para justificar la plata del Potenciar Trabajo, aseguraba haber comprado elementos de trabajo para los beneficiarios que en rigor nunca se adquirieron, y luego le daba otro destino al dinero.
En el caso de RicoPrint, UrbanGraphics y Carlos Monfrini los investigadores entienden que se usaron para efectivamente contratar los servicios, pero luego de enviar el dinero se les pedía que una parte se redireccione a la imprenta Rumbos, que tiene sede en el Partido Obrero y fue fundada por dos históricos dirigentes del espacio. Esa maniobra se hacía a través de cheques que TN mostró por primera vez. Con esa plata luego se hicieron aportes electorales por $18 millones al partido en cuestión. Una especie de circuito de financiamiento con el dinero estatal.
Fuente TN