En septiembre de 2020, plena pandemia del coronavirus, el exdiputado peronista por Salta Juan Emilio Ameri (51) fue el protagonista de un escándalo sexual que explotó en las redes y tuvo eco en todo el mundo. No faltaron los memes y los comentarios sarcásticos. Desde algunos medios lo llamaron “el diputeta”, mientras que se refirieron al incidente como “tetagate” o “pezoom”.
Mientras se debatía virtualmente sobre el “Fondo de Garantía de Sustentabilidad del sistema jubilatorio y refinanciación de la deuda de las provincia con la ANSES” y el diputado Carlos Heller hacía uso de la palabra, en el margen inferior izquierdo de la pantalla, en uno de los “cuadraditos” donde aparecían los legisladores que seguían la sesión en vivo, se vio una escena inadmisible: el diputado Ameri sentó a su pareja sobre su regazo, le bajó el escote de la remera y, frente a cámara, le besó los senos.
“Fue una desatención”, minimizó la cuestión en una entrevista para LA NACION. El “descuido” le costó su puesto parlamentario y cambió su realidad 180 grados. Pasó de un despacho, con asesores, secretaria y todos los privilegios que supone integrar la Cámara Baja del Poder Legislativo nacional a vivir en un monoblock a orillas de Camino Negro, en Ingeniero Budge, a pocos metros de la casa de su madre, y a vender artículos de camping por Internet para sobrevivir. Ese fue su primer “rebusque” después de su experiencia como diputado.
Este lunes, después de cuatro años de aquel episodio inapropiado, su nombre volvió a ser motivo de debate tras conocerse la decisión de la Justicia y la condena a un mes de prisión en suspenso por el delito de “perturbación del orden de los cuerpos legislativos”.
“Era esperable. Pero en la política no existen las casualidades, mi condena salió cuando el dólar se fue a 1400 pesos. La sentencia fue vergonzosa”, dice ahora, en dialogo con LA NACION.
-¿Por qué sostiene que fue vergonzosa?
-Yo soy inocente y a lo sumo soy culpable de no haber estado atento en mi horario de trabajo. Es tan vergonzosa la sentencia que ni siquiera la hicieron en vivo, me la mandaron por mail. Aunque la condena haya sido ínfima voy a apelar hasta la Corte Suprema y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, voy a ir hasta el final.
Aquel 24 de septiembre, luego de advertir la escena inaceptable, el entonces presidente de la cámara, Sergio Massa, tomó la palabra: “Quiero interrumpir el debate de esta ley, desgraciadamente, para plantear que frente a una falta grave de un diputado, en el marco de las sesiones de asistencia presencial y remota, se dio una situación que nada tiene que ver con el normal decoro y funcionamiento de esta casa. Quiero plantearles, con mucha claridad, que a lo largo de estos meses, en el marco de la pandemia, en el funcionamiento de manera remota, hemos convivido con situaciones de a lo mejor algún diputado que se quedaba dormido, de algún diputado que se tapaba mientras estaba en su casa, pero que hoy hemos vivido una situación que supera las normas de convivencia y las reglas de normal funcionamiento de esta casa. y por lo tanto quiero pedir, de manera inmediata, la aplicación del artículo 188 del reglamento, disponer la suspensión inmediata del diputado Juan Ameri […] Esta es la casa del pueblo, vamos a escuchar las explicaciones del señor diputado, pero no podemos admitir, como cuerpo de representantes en democracia, que se den este tipo de situaciones”.
Ameri nunca hizo su descargo ante sus colegas diputados. Pero sí hizo declaraciones en la radio. “Estoy mal, muy mal. Pensé que se había caído internet. Vino mi pareja a mostrarme cómo le quedaron las prótesis mamarias. Le dije: ‘¿te puedo dar un beso?’. Y le di un beso en la teta, nada más. La verdad, yo estaba convencido de que no tenía internet y cuando volvió la conexión me reconectó de forma automática. Estoy muy avergonzado, estoy muy mal, mi pareja está muy mal, nos afecta de manera personal y a todo nuestro entorno, mis hijas, mi vieja, mis hermanas, compañeros, compañeras”, declaró.
Por el incidente Ameri fue imputado por la justicia salteña por “estorbo al acto funcional”, contemplado en el artículo 241 del código Penal que castiga con 15 días a 6 meses de prisión a quien “perturbare el orden en las sesiones de los cuerpos legislativos”. Ante la declaración de incompetencia del juzgado federal de Salta la cuasa se remitió a los juzgados federales de la Capital.
Finalmente, en marzo de este año por el juez federal Ariel Lijo impuso le condena a un mes de prisión en suspenso por el delito de “perturbación del orden de los cuerpos legislativos”. El lunes pasado, la sentencia fue confirmada por los jueces de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, Gustavo Hornos, Javier Carbajo y Mariano Borinsky, de manera unánime.
-En redes hubo quienes también opinaron que la condena fue vergonzosa pero por su levedad.
-Sí, hay gente que quiere me fusilen en la plaza pública o hasta me han enviado mensajes diciendo que si me cruzan con el auto me van a atropellar… pero la realidad es que solo fue un descuido, una desatención, un accidente. Con lo que pasó yo no le cagué la vida a nadie, no es que venía manejando y atropellé a alguien… Bah, sí, me la cagué yo. Esa es la realidad, los únicos perjudicados fuimos mi familia y yo. Mis viejos me enseñaron que cuando uno se equivoca tiene que pagar y por eso presenté la renuncia.
-¿Cree que la Justicia debió absolverlo?
-Por supuesto. ¿Quién puede creer que lo que pasó lo hice adrede, si las únicos perjudicados fui yo y todo mi entorno, mi familia y seres queridos? A mí los medios de comunicación me destrozaron y yo pagué con salud. Debo haber pensado 100 maneras de distintas de suicidarme y si no lo hice no fue por cobarde o falta de voluntad, fue porque durante seis meses se instalaron en mi casa compañeros que no me dejaron solo en ningún momento, a ellos les debo la vida.
-¿A qué se dedica hoy?
-Estoy trabajando en un negocio familiar, una productora avícula, vendemos alimentos derivados de pollo, supremas, huevos… Trabajo todo el día, desde las ocho de la mañana hasta el mediodía. Ahí salgo para almorzar, me acuesto y duermo una hora… y a las cuatro me levanto y vuelvo a abrir el negocio hasta las ocho y media.
Ameri cuenta que sigue viviendo en la provincia de Buenos Aires, en el Barrio Sitra, “a pocos metros de donde estaba antes”.
-¿La gente que va a comprar al local lo reconoce?
-Estoy en el mostrador y mucha gente me reconoce, por supuesto. Y no he recibido una sola palabra agresiva.
-Después de la experiencia que tuvo con su paso por Cámara de Diputados, ¿sigue en política?
-La persona que hace política nunca deja de hacer política.
-¿Con quién está? ¿Quién es su referente más próximo?
-Yo soy peronista y el peronismo hoy está en un proceso de organización, cuando el peronismo encuentre su líder como buen peronista me encolumnaré detrás y empujaremos todos para el mismo lado. Hoy no estoy con nadie, al que veo como un gran candidato es Axel Kicillof. Si vivís en la provincia de Buenos Aires no hay forma que no te guste Axel. Pero hoy no tengo militancia activa porque necesitaría más tiempo y hoy mi objetivo es trabajar todo lo que pueda para cubrir las necesidades básicas.
-La última vez contó que estaba atravesando una situación económica complicada, ¿cómo está hoy?
-Ahora estoy peor. Antes la situación era compleja pero hoy los negocios están cerrando y nosotros nos estamos sosteniendo el negocio como podemos… Yo me levanto todos los días sintiendo que estoy viviendo un deja vú porque siento que esto que está pasando yo ya lo viví: mi familia siempre se dedicó al comercio y siempre los hemos abierto con gobiernos peronistas y nos hemos fundido con gobiernos liberales, siempre. Horrible, porque sé cómo termina. Por mis hijas espero estar equivocado. Yo sé cuál es la realidad de la calle. Yo como una vez por día, porque no me alcanza. Hoy no llego a 300.000 pesos por mes, nada. Gano entre 10 y 12 mil pesos por día. Y mi situación es la de 90 por ciento de la población y si no nos damos cuenta con esto, que nos gobierna un gobierno de “chetos”, no nos damos cuenta más.
-¿Extraña el recinto?
-El otro día un amigo me decía que tenía que volver, que había que hacer algo, pero no. Yo llegué a un lugar al que nunca había soñado y después me mandé una cagada, pero me parece -viendo las leyes que votaron en el Congreso- que no es desde ahí el lugar donde alguien como yo puede cambiar la realidad. Creo que alguien como yo puede ser más útil en la formación política de los jóvenes y adultos… ¡eso le hace falta a este país! Porque han llegado tipos como Macri o tipos que hablan ¡con sus perros muertos!
-Llegaron porque fueron elegidos por el pueblo.
-Seguro, pero esto fue porque faltó formación en historia, en geopolítica, en economía… saber de dónde venimos y de todos los procesos que hemos atravesado. Ningún antiperonista va a poder decir que durante un gobierno peronista le costaba pagar los servicios o que no podía irse de vacaciones o que comía una vez por día.
Antes de finalizar, Ameri refuerza su idea: “Este juicio para mí es ‘ganar-ganar’ porque si me absuelven, entonces le gané a Comodoro Py, pero si me condenan es como si me condecoraran, porque para nosotros, los peronistas, que los jueces que se han encargado de perseguir, condenar y amedrentar a los compañeros y compañeras nos condenen, es una condecoración. ¿Es lógico gastar recursos del Estado, que hoy podrían ser empleados en darle de comer a la gente que está pasando hambre o en brindar asistencia a los que están en situación de calle, en un juicio de este tipo?”, dice.
Fuente: lanacion.com.ar