A diferencia del pliego del juez federal, el del académico todavía no cuenta con el aval de los integrantes de la comisión de Acuerdos; el kirchnerismo propone rechazar a ambos postulantes de Milei, pero la UCR desconfía
Los pliegos de los dos candidatos de Javier Milei para integrar la Corte Suprema, Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, nunca llegaron a discutirse en una sesión en el Senado. La postulación del juez federal se frenó en las puertas del recinto por sus antecedentes opacos y tras el estallido del criptoescándalo $LIBRA que involucra al Presidente. La del académico, en cambio, ni siquiera superó el primer filtro: no consiguió los avales en la comisión de Acuerdos, donde ahora la oposición busca sellar su rechazo tras la maniobra del Poder Ejecutivo de nombrarlo por decreto.
“Es los dos o ninguno”. Esa fue la regla con la que el Gobierno intentó empujar sus nombres en bloque, apostando a que el respaldo a Lijo arrastrara a García-Mansilla. Pero Milei terminó dinamitando la negociación: firmó el decreto y lo resolvió por su cuenta. Solo el académico asumió. El juez federal se aferra a su lugar en Comodoro Py. No quiere renunciar, aunque la Corte ya dejó en claro que una licencia no alcanza para asumir como cortesano.
Ahora la misma lógica -“los dos o ninguno”- la usa el kirchnerismo, pero al revés. Quiere discutir ambos pliegos juntos y rechazar en simultáneo a los candidatos de Milei. No quiere arriesgarse a que García-Mansilla, a quien nunca vio con buenos ojos, termine en el tribunal sin un rasguño.
La jugada demanda reunir nueve de las 17 firmas en la comisión de Acuerdos para que el pliego de García-Mansilla, al igual que el de Lijo, pueda discutirse en el recinto. Existen dos dictámenes de rechazo que aún no se oficializaron y que, juntos, alcanzan el número clave. Uno es del kirchnerismo, con siete firmas. El otro, de Guadalupe Tagliaferri (Pro) y Martín Lousteau (UCR), aporta dos más.
El problema es la firma de José Mayans, jefe de Unión por la Patria en el Senado. Su rúbrica está en discusión porque no asistió a la audiencia del académico. Hay quienes sostienen que, según el reglamento, solo quienes participaron pueden firmar los dictámenes. Para despejar dudas, la Comisión volverá a reunirse el jueves, con los nueve senadores presentes, para formalizar el trámite y habilitar la discusión en el recinto.
La oposición intentó prescindir de la firma de Mayans para acelerar el proceso y blindarlo de impugnaciones. Pero la jugada se trabó: no consiguieron la rúbrica y dejaron al formoseño en medio de una tormenta de sospechas. Lo acusan de estar jugando para el oficialismo. Y la relación del juez con su jefe político, Gildo Insfrán, no ayuda. Lijo ordenó que fuera la Justicia provincial de Formosa, alineada con el gobernador, la que investigara a Insfrán por la Causa Ciccone. Tras ello, fue sobreseído.
Mientras se define el camino para validar la firma de Mayans, todas las miradas apuntan a los tres radicales que aún no se pronunciaron: Maximiliano Abad, Carolina Losada y Mariana Juri. En su entorno explican que temen quedar atrapados en una maniobra kirchnerista: una jugada pensada para forzar la negociación con el Gobierno, abrir el tablero en el Senado y, cuando llegue la votación, permitir que Lijo logre los apoyos para la Corte mientras García-Mansilla queda en el camino. Su silencio, por ahora, juega a favor del oficialismo. Y eso no pasa desapercibido.
Hay un tercer dictamen dando vueltas, escondido ante la amenaza opositora. Es el que el oficialismo impulsó al principio del debate, de apoyo a la candidatura de García-Mansilla, que cuenta con cinco firmas: la del jefe del bloque libertario, Ezequiel Atauche y los aliados provinciales del Gobierno: la tucumana Beatriz Ávila (por la Justicia Social), el salteño Juan Carlos Romero (Cambio Federal), el correntino Carlos Mauricio Espínola (Unidad Federal) y el misionero Carlos Arce (Frente Renovador de la Concordia).
Por Delfina Celichini
Fuente Lanacion