El embajador de Brasil explicó cómo el vínculo «funciona con normalidad» pese a la enemistad entre los presidentes. El juicio a Bolsonaro, la Causa Malvinas, el coqueteo entre Argentina y EEUU previo a la cumbre del Mercosur, el desbalance comercial y la importancia de Vaca Muerta, entre las claves.
En términos comerciales, el mundo atraviesa un escenario incierto a partir de declaraciones vacías y amenazas constantes. Un momento «particularmente preocupante«, según la definición del embajador de Brasil en Argentina, Julio Bitelli. El enviado de Lula da Silva recibió a PERFIL en medio de un contexto convulso, marcado por la «guerra arancelaria» de Donald Trump, el alza del autoritarismo y los ataques al multilateralismo en función de un nacionalismo exacerbado. «La OMC no funciona y las reglas del comercio global están en riesgo», advirtió.
A contramano de la tendencia actual, representada a nivel ideológico por una ola conservadora regional, Bitelli se mostró optimista en función de un objetivo: la integración regional. «En un mundo incierto, el Mercosur cobra importancia como un bloque que puede ser un elemento de cierta estabilidad«, dijo. Pero reconoció el ruido que provocan los dichos de Javier Milei y la posibilidad de que negocie un tratado comercial con EEUU, un tema del que poco se sabe y que, según Bitelli, se discutirá en la reunión de cancilleres del Mercosur el 11 de abril.
Café de por medio, el embajador brasileño contó que, a pesar de que Milei y Lula da Silva siguen sin hablarse, la relación bilateral «funciona con normalidad». Esto es gracias al constante contacto entre los ministros, incluido el hermético Gerardo Werthein, con quien mantiene una fluida relación. Existe una «percepción universal», dice, respecto a la importancia del vínculo, algo que va más allá del dictado ideológico de Casa Rosada y el Palacio del Planalto. Y que quedó sellada con la ratificación del apoyo por Malvinas y por las negociaciones con Nicolás Maduro por el gendarme Nahuel Gallo. Por último, contó cómo ve el establishment empresarial brasileño la política económica de Milei y abordó las críticas por el desequilibrio en la balanza comercial. «El tema del déficit argentino se solucionaría con el gas de Vaca Muerta«, sostuvo.
Entrevista a Julio Bitelli, embajador de Brasil en Argentina
— ¿Puede comentar sobre la imputación del expresidente Jair Bolsonaro por intento de golpismo?
Es un tema rigurosamente interno de Brasil. Lo más importante es que las instituciones están funcionando, la democracia está en su estado más pleno con amplio derecho de defensa. Todos los procedimientos legales se están respetando de manera muy fuerte y se dan de manera clara y transparente, con transmisión directa para que la gente sepa. No es un tema para nada de política internacional, al revés, nosotros no opinamos sobre temas judiciales de otros países y creemos que cada país tiene que llevar adelante sus cosas de acuerdo a sus sus leyes. Por supuesto que también son decisiones importantísimas desde el punto de vista político y por eso hay que hacerlo bien, siguiendo las reglas, es lo que está haciendo el Tribunal Supremo.

— Considerando la ola conservadora en la región y los mecanismos políticos que emplean, ¿se podría hacer una lectura comparada del caso? En Buenos Aires, por ejemplo, vimos la visita del director de un think tank ultraconservador afín a Trump y el encuentro de su asesor de campaña, Barry Bennett, con Santiago Caputo. Además, los ataques de la militancia digital contra un juez supremo en Brasil también parece un fenómeno extrapolable.
Seguro hay un efecto demostración de ese sector político que se hizo particularmente visible a partir de reuniones periódicas, con declaraciones que tienen mucho impacto y por eso seguro que esa gente está mirando lo que está pasando en Brasil y va a haber reacciones internacionales. Hay una especie de solidaridad entre sectores políticos que son del mismo color, es natural que haya esa manifestación y a veces tienen una actuación que suena a sobreactuación. De eso no cabe duda y es algo normal que pase. Mientras se limite a opiniones, a tweets o discusiones personales y no haya interferencia de gobiernos extranjeros en nuestro sistema, no importa. Es parte del gran ruido con el cual tenemos que convivir hoy.
La relación de Lula da Silva con Javier Milei y Donald Trump
— ¿Cómo afecta la política arancelaria de Trump a la relación con Brasil?
Creo que hoy la gente está mirando a Estados Unidos para intentar entender cuáles van a ser las tendencias reales. Hay cosas que se anuncian y luego se cambian. La posición del gobierno de Brasil es mantener las buenas relaciones que siempre hemos mantenido, el presidente Lula lo ha dejado claro desde el principio. El tema de los aranceles al acero lo llevaremos a la Organización Mundial del Comercio (OMC), vamos a ver lo que va a pasar ahí que es el camino normal institucional.
Por supuesto el Presidente dijo que si hay efectos nocivos, Brasil se tiene derecho de adoptar medidas de su parte también correspondientes. Pero por ahora es ver qué va a pasar. Sin dramatismo, intentaremos entender qué está pasando en Estados Unidos, ver de verdad cuáles van a ser las decisiones que nos afecten y ahí reaccionar de acuerdo a nuestro interés nacional.
— El presidente de Brasil parece regirse por un pragmatismo característico en política exterior, similar al de China: esperar, no confrontar y observar el desarrollo de los acontecimientos, como ocurrió también con Javier Milei.
Claro. Vemos hasta qué punto los intereses de Brasil son afectados y a partir de ahí se toman las decisiones. El presidente Lula dejó claro que el interés de Brasil es seguir manteniendo esas buenas relaciones con Estados Unidos y esa será la orientación principal. Incluso saludó al presidente Trump por la victoria en la elección. Las diferencias no deberían impedir que se mantenga una relación que es favorable a ambos. Pasa lo mismo con la Argentina, es obvio que el presidente Milei tiene una visión del mundo muy distinta. Pero la relación es demasiado importante como para quedarse dependientes de eso. Y por eso estamos funcionando con normalidad para seguir profundizando esa relación lo más posible.
— ¿De qué trata esa “normalidad” en la relación bilateral?
Yo tengo excelente contacto con los ministros argentinos; ellos y los ministros brasileños tienen buena relación. Estamos trabajando en el Mercosur más allá de ciertas declaraciones que complicaron el escenario. Hay visitas, hay alguna agenda y la presidencia pro tempore de Argentina está funcionando. El 11 de abril ahora va a haber una reunión ministerial de cancilleres de Mercosur convocada por el canciller (Gerardo) Werthein. Lo que escucho de todos los ministros con los que me reúno es un reconocimiento de la importancia de la relación con Brasil.
Y ni hablar del sector privado, del sector productivo o los gobernadores, todos piensan lo mismo, hay una percepción universal de la importancia de la relación bilateral. Entonces, esas diferencias entre los presidentes, que existen y no hay no hay que minimizar, no deben tener un efecto en la relación bilateral. Hay todo un esfuerzo para que el efecto negativo sea lo mínimo posible, el presidente Lula me lo dijo como instrucción y de una manera muy clara: la relación entre los países es más importante que la relación personal entre sus presidentes. Y esa es la orientación. En relación, escuché de un alto funcionario argentino que el presidente Milei piensa en la misma orientación.

— ¿Cómo está hoy la relación entre Lula y Milei?
Sigue igual que siempre. Estuvo aquel encuentro muy breve ahí en Río de Janeiro (NdR: los mandatarios se cruzaron durante la cumbre del G20 en noviembre de 2024). Ahora vamos a tener la cumbre de Mercosur acá en junio en la que deberán encontrarse nuevamente. Pero desde entonces no hubo nuevos contactos a nivel presidencial. A nivel ministerial ya sabemos que sí, el canciller (Mauro) Vieira y el canciller Werthein se hablan con frecuencia y tienen una buena relación. También conmigo es buena, es fluida, así que funcionamos bien. Y eso que con Diana (Mondino) había algo distinto, porque ella había viajado a Brasil antes de asumir como canciller generando una relación personal y muy positiva, tanto conmigo como con el canciller Vieira.
— El gobierno argentino estaría negociando un acuerdo comercial con Estados Unidos e incluso se especuló con un tratado de libre comercio (TLC). ¿Cuál es la postura de Brasil al respecto?
Todavía no sabemos de qué se trata. Hay referencias a un TLC, pero desde EE.UU. no parece haber espacio para negociar acuerdos de este tipo. Las reglas del Mercosur no impiden la firma de ciertos tratados bilaterales, como los que Brasil tiene para la promoción de inversiones con distintos países. Lo primero es entender mejor de qué estamos hablando. No tengo conocimiento de negociaciones entre argentinos y estadounidenses sobre un acuerdo. Entonces la reunión de cancilleres será un espacio para que los países del Mercosur comprendan mejor de qué se está hablando.
Actualmente, las reglas del Mercosur deben adaptarse y cualquier decisión requiere consenso, que es la regla de oro del Mercosur. Cada miembro es absolutamente libre de traer ideas, incluso para cambiar las reglas, pero es algo que se tiene que discutir, negociar y encontrar una solución. Hace dos semanas hubo una reunión de coordinadores nacionales, Argentina presentó un documento que está siendo analizado por las cancillerías. En la reunión del 11 de abril se va a permitir que se intercambien opiniones al respecto. Pero creo que lo más importante es que se están siguiendo los procedimientos del Mercosur.
— A pesar de lo que dijo Milei de que, si no les gusta, retiraría a Argentina del bloque.
Sí, de nuevo, si uno mira también cosas que dijo el Presidente en otros momentos cómo esas declaraciones se reflejan en la práctica vemos que a veces cuando uno va al nivel técnico, que es lo que va a determinar de verdad cuál va a ser la solución final. Milei habla de tratado de libre comercio desde el punto de vista genérico, pero no desde uno técnico. Y entonces, insisto en eso, es importante saber de qué estamos hablando. Para ver si encaja eso en las reglas del Mercosur. Si no ese es el caso, si la Argentina va a proponer cambios en las reglas del Mercosur. ¿Cómo los demás países van a reaccionar a esas propuestas? Es todo un procedimiento que se tiene que seguir.
— ¿Cómo definiría el estado actual del Mercosur?
Es un momento importante por la aceleración de la agenda externa del Mercosur. Lula en Japón habló de un posible acuerdo con ese país, se finalizó la negociación con la Unión Europea, y esta semana los países del Mercosur se reúnen con el EFTA. Hay negociaciones con Indonesia, Emiratos Árabes e interés de Canadá. Del otro lado, Argentina discute una nueva visión para el bloque, es un momento de movimientos importantes en el Mercosur. Es cierto que el Mercosur tiene mala prensa porque se simplifica al comercio, pero todos buscan hacerlo más efectivo. Que Argentina aporte nuevas ideas es saludable y da oxígeno a un Mercosur que, en los últimos años, mostró cierta pasividad y no tuvo grandes ambiciones.
— Imagino que se tiene que adaptar a los cambios globales para sobrevivir.
Claro, porque el mundo cambia rápidamente; 2025 no es solo distinto de 2010, sino también de 2022. En comercio, el ingreso de China como socio comercial ha transformado la pauta comercial de todos los países de la región. Hoy es un actor importantísimo para todos los países del Mercosur, algo impensado hace 20 años. Al mismo tiempo, no sabemos bien hacia dónde va la política comercial de EE.UU., con declaraciones de gran impacto como la de Trump sobre sanciones a quienes compren petróleo de Venezuela, sin claridad sobre sus efectos concretos. ¿Qué hay que decir sobre eso? ¿Cuáles son esos efectos? Hoy existe un nivel de incertidumbre en términos de comercio internacional que es particularmente preocupante. La OMC no funciona como se desearía, y las reglas del comercio global están en riesgo. No sabemos hacia dónde vamos.

En un mundo incierto, el Mercosur cobra importancia como un bloque que puede ser un elemento de cierta estabilidad. Aunque no alcanzó su ambición inicial, algo en lo que todos estamos de acuerdo, mejorar su funcionamiento requiere diálogo y consensos que contemplen los intereses de todos los miembros. Si un país decide salir, existen procedimientos en el tratado, pero cada nación es soberana para tomar sus propias decisiones. Nadie está obligado a quedarse ahí.
— ¿Hubo algún avance sobre la exportación de gas de Vaca Muerta desde que se firmó el memorando en la cumbre del G20?
Sí, hemos tenido muchas reuniones. A nivel político, se reunieron funcionarios del ministerio de Economía de Argentina con el Ministerio de Minería y Energía en Brasil; y la Secretaría de Energía argentina con el secretario de petróleo y gas de Brasil. También hubo reuniones a nivel técnico que está avanzando y funcionando bien. Se espera un informe en algún momento sobre esas primeras reuniones y a partir de ahí seguir, pero es un tema que interesa mucho a los dos países. Argentina con Vaca Muerta tiene mucho gas, Brasil necesita mucho gas y así que un como dicen los gringos, es un gana-gana. Entonces está trabajando con bastante ahínco en en darle resultados prácticos a esos entendimientos sobre el gas.
— ¿Tiene alguna proyección de inversiones?
Esto es parte del proceso. Siempre digo que el gas argentino para Brasil es como un gran rompecabezas, y el memorando fue la pieza central sobre la que se irán encajando las demás. Ahora hay que evaluar las opciones. Existe un primer contrato para que el gas de Vaca Muerta llegue a Brasil en cantidades aún modestas, a través del gasoducto norte por Bolivia, que ya está en funcionamiento, lo cual sería lo más fácil.
Sin embargo, se discute una alternativa que permita volúmenes mayores y de manera sostenida. Hay distintas propuestas: un gasoducto hasta Uruguayana, otro que cruce Paraguay, una opción que los paraguayos impulsan fuertemente, o un recorrido a través de Uruguay. Todas estas opciones requieren nuevos tramos de gasoductos y están en análisis. El financiamiento es otro aspecto en discusión, con posibilidades de participación del BNDES y otras opciones.

_ ¿Cómo ve el establishment empresarial de Brasil la política económica del gobierno argentino?
En general, la percepción del sector productivo de Brasil en primer lugar, es el reconocimiento de que medidas importantes se tomaron en este gobierno que facilitan la actuación del sector productivo. Como (la eliminación de) el famoso SIRA o el impuesto PAÍS. Son medidas que los empresarios brasileños buscaron por mucho tiempo y que ahora se concretaron. O sea, son pasos importantes que ya fueron tomados y van en la buena dirección sin ninguna duda. Hay otra cosa que todavía está: el cepo, que hoy por hoy, es quizás la preocupación más grande de la gente que piensa invertir en la Argentina.
Pero las empresas brasileñas que están en la Argentina en general tienen interés de ampliar su participación; mientras que las que piensan internacionalizarse por primera vez miran a la Argentina como el destino más natural de ese proceso de internacionalización. Pero yo diría que hoy hay sobre todo una actitud de expectativa. Quizás se pueda decir que hay un cauto optimismo con la dirección general que están tomando las cosas, pero todavía esperando para ver cuáles van a ser los resultados, cuál va a ser la evolución de esa política económica y a partir de ahí tomar decisiones sobre ampliar presencia, inversiones, nuevas empresas, todo eso.
— Respecto a los movimientos del real y su impacto en el comercio bilateral, existe cierta percepción de que la balanza podría estar desequilibrada. ¿Hay algún tipo de estrategia para mejorar los términos?
Este es otro tema en que, en general, hay simplificaciones que impiden un análisis un poquito más amplio sobre el tema comercial. Es muy común pensar que si tenemos déficit con el país, entonces si todos buscamos superávit con todos los países, con todos los socios, los números no cierran. Entonces es natural tener superávit o tener déficit. Lo que nosotros queremos es ampliar el comercio. El tema del déficit argentino en la balanza comercial se solucionaría con el gas de Vaca Muerta. Dejaría de ser un problema que a veces genera más ansiedad en Argentina de lo que merece.
Yo veo pequeñas señales de recuperación del comercio bilateral, hemos llegado casi 40 000 millones de dólares anuales por ahí en 2011 y eso bajó casi a la mitad en algún momento. En los dos últimos años fue de cerca de 28.000 millones de dólares. Creo que para 2025 pueda ser más que eso según indican los primeros meses. Pero nosotros no buscamos superávit con Argentina sino ampliar el comercio con Argentina. No es un juego de uno gana y otro pierde para nada, queremos que ganen los dos.
La Cuestión Malvinas, Venezuela y otras definiciones de política internacional
— Teniendo en cuenta la incertidumbre que domina hoy la política exterior argentina preocupa el respaldo internacional a la Cuestión Malvinas. Si Argentina mantiene su giro diplomático en la ONU, como en las últimas votaciones, ¿cree que esto podría afectar el apoyo de países que históricamente respaldaron la causa, como Ecuador o Bolivia?
Yo diría que los países se comportan en los foros multilaterales mucho con base en reciprocidad. Entonces, no hay duda de que las posiciones que un país tome tienen reflejos sobre la percepción de los demás países. Pero eso, por ejemplo, puede generar ciertas votaciones o no participaciones o menos énfasis o menos discursos o menos apoyos explícitos. Eso puede pasar. Ahora bien, yo no veo cambios de posición objetiva en un tema tan importante como Malvinas. No veo que esté en riesgo el apoyo de los países que tradicionalmente apoyan a la Argentina y, por supuesto. desde el punto de vista brasileño no hay ningún riesgo de que cambiemos de posición.
Nuestra posición es la misma desde 1833. Ese año, quien era entonces el ministro brasileño, jefe de la delegación brasileña en Londres, recibió una instrucción del gobierno imperial para acompañar al representante del entonces al representante de las Provincias Unidas en la protesta al gobierno británico por la invasión de las islas. Desde entonces no hemos cambiado de posición. Ayer envié un mensaje al gobernador de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur por el 2 de abril, una vez más reiterando la posición brasileña que va a seguir. La Causa Malvinas es una causa regional, de los países del Atlántico Sur que queremos mantenerla como zona de paz, sin interferencia extranjera. Así que en ese sentido Brasil va a seguir pero, como decía, hay mucha reciprocidad en el multilateralismo.
— Brasil representa los intereses argentinos en Venezuela, ¿hay alguna novedad sobre la situación del gendarme detenido, Nahuel Gallo?
Del gendarme no sabemos nada nuevo. De los que están en la embajada, seguimos buscando junto a las autoridades en Caracas el salvoconducto que permita que esa gente pueda salir de Venezuela mientras seguimos tratando de los temas prácticos. Hace un par de semanas se rompió el grupo electrógeno, tuvimos que gestionar con el gobierno venezolano para que se pudiera cambiar el equipo esté y se logró. Todo requiere mucha energía, mucho tiempo, mucho esfuerzo. Pero Brasil sigue haciendo lo que tiene que hacer.
— Para cerrar, considerando el liderazgo internacional de Brasil desde los espacios BRICS y el Sur Global, ¿cuál es la postura de Brasilia ante los conflictos en Ucrania y en Medio Oriente?
Estamos viendo un nuevo orden internacional en formación, distinto al de hace unos años. Brasil busca mantener su tradición de no tener enemigos, sin hacer listas de amigos y adversarios, sino tener buenas relaciones con todos. Creemos que la gobernanza global atraviesa una crisis muy seria y debe repensarse. El Consejo de Seguridad, en su formato actual, no funciona y necesita cambios. Seguimos atentos a lo que ocurre en el mundo. En el caso de Ucrania, el presidente Lula advirtió hace dos años que era necesario interrumpir los combates y negociar sin precondiciones. En su momento fue criticado y acusado de apoyar a uno u otro bando, pero hoy parece que se avanza hacia esa dirección que es lo más importante.
Entonces estamos ante un mundo cambiante, no creemos en una nueva Guerra Fría, ya que es una simplificación de una lógica de entonces no se aplica al presente. Por supuesto hay una nueva conformación con China como actor central, y América Latina debe repensar la integración regional. Se habla cada vez más de Asia y del potencial de África, mientras Europa pierde espacio. Nuestra región ha quedado algo rezagada en estos grandes movimientos. Esto nos hace volver a la importancia estratégica del acuerdo Mercosur-Unión Europea, que va más allá del comercio. En este nuevo mundo, Brasil busca preservar el multilateralismo, hacer más efectiva la gobernanza global y mantener buenas relaciones con todos.
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