Una mañana helada, pero cargada de fervor y reconocimiento patriótico. En ese clima de frío término pero calidez popular, esta mañana regresó el tradicional desfile militar del 9 de Julio en la ciudad de Buenos Aires, con la presencia del presidente Javier Milei y todo su gabinete, además del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri.
Familias enteras, muy abrigadas pero portando banderas argentinas le dieron color a una exhibición de las distintas divisiones militares, al sobrevuelo de los aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea y la Armada y, muy especialmente, al reconocimiento a los veteranos de la guerra de Malvinas, el momento más emotivo del desfile.
En el palco seguían con atención toda la exhibición Milei, Jorge Macri, la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y la vicepresidente Victoria Villarruel, quien ayer se ausentó en la firma del Acta de Mayo en Tucumán por un estado gripal. También se destacaba el ministro de Defensa, Luis Petri, a cargo de la conducción de las fuerzas armadas, así como del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el resto de los ministros.
Pasadas las 11, una multitud que se ubica a ambos lados de la avenida Del Libertador siguió con atención y en silencio, interrumpidos con ocasionales aplausos, el paso de aviones de la Fuerza Aérea y helicópteros del Ejército, que sobrevolaron la arteria en el barrio de Palermo y que fueron la primera demostración militar visible para la mayoría de los presentes en el desfile por el Día de la Independencia.
Desde el norte, la avenida Del Libertador está cortada a partir de la intersección con Olleros. A esa altura, se estacionaron decenas de micros que trasladan a personal militar. Están identificados como pertenecientes a la Fuerza Aérea, el Ejército, la Escuela Naval Militar y el Colegio Militar nacional, entre otros. Algunos baños químicos fueron ubicados en las veredas, en esa zona.
A la altura de Dorrego, la Policía Militar instaló un vallado y es el lugar en el que la gente (que desde Olleros circula por la avenida Del Libertador totalmente cortada) ya se ubicó a los costados de la calle, esperando el paso de las distintas columnas. Se destacan muchas familias con niños pequeños que viven con entusiasmo su primera experiencia en un evento de estas características.
La cantidad de gente fue aumentando a lo largo de la mañana y, ya a la altura de Avenida del Libertador y Coronel Díaz, la policía porteña solicitó que se ubiquen en las veredas, para despejar la calzada y permitir el paso de las tropas.
Como ocurre habitualmente, el desfile es territorio fértil para vendedores ambulantes. Las banderas argentinas se consiguen desde los 1.000 pesos y cotizan hasta 10.000, según el tamaño. Se pueden conseguir pines, aviones militares para armar (van de los 4.000 a los 8.000 pesos) y hasta los “patitos” que se usan como adorno en la cabeza y se pusieron de moda en algunos sectores de adolescentes y niños, también por 1.000 pesos.
El paso de los excombatientes de la Guerra de Malvinas fue muy aplaudido por la gente reunida en la calle y, también, por vecinos que observan el desfile desde sus balcones (varios, adornados con banderas). La bandera “Malvinas. Volveremos”, que mostró a su paso una columna de excombatientes, levantó aplausos y el grito de “Argentina, Argentina”.
La Marcha de San Lorenzo, interpretada por una de las fanfarrias militares que desfilan por la avenida Del Libertador, es otro de los puntos altos para la multitud, que la entonó y la siguió con aplausos.
En Del Liberador y Sánchez de Bustamante, ayudado por un andador, Francisco, un hombre de 80 años, afirma a LA NACION que llegó desde La Pampa para hacerse un tratamiento en una pierna. “Me interesa el espíritu del desfile”, asevera. Esparcidos por la multitud están sus “hijos y nietos”, señala.
Daiana, de 33 años, observa a sus dos hijos jugar en la vereda, a unos metros de donde la muchedumbre se apiña para ver a las columnas militares. “Vine por ellos”, dice sobre sus hijos. Le interesan en particular “los aviones” y no posibles mensajes políticos que puedan surgir. “Solo el desfile”, indica, y cuenta que llegó desde Mercedes, provincia de Buenos Aires.
A medida que la multitud se acerca a la zona del palco oficial, comienza a escasear la visibilidad. Muchos se suben a los contenedores de basura, a vallados o a enrejados. Y abundan los chicos cargados en los hombros.
Ivana, de 53 años, pasó unos minutos trepada a la reja de la Embajada de Italia, hasta que un efectivo policial le pidió, como a todos los que estaban allí, que se bajaran. “Cuando vi los aviones, vine”, cuenta a LA NACION. Vive a pocas cuadras del epicentro del desfile militar. “Vine con dos de mis tres hijos, y con mi marido”. También rechaza cualquier mensaje político en el acto. “Es importante mantener las tradiciones, que están poco inculcadas”, define.
El orden del desfile estipulado desde el Ministerio de Defensa es que primero se pasó revista a las tropas, luego se produjo el desfile aéreo, donde volaron más de 60 aeronaves entre aviones y helicópteros de Fuerza Aérea y de Aviación de Ejército, y después se pasa al desfile de los efectivos.
Se inicia con las tropas del Estado Mayor Conjunto, y después, como indica el protocolo las fuerzas desfilan desde la más joven a la más antigua: la Fuerza Aérea Argentina, luego la Armada y por último el Ejército.
Posteriormente está previsto que pasen vehículos a rueda de combate, de exploración y de comunicaciones, como jeeps camionetas y camiones; y por último vehículos mecanizados a oruga y tanques.
El turno final será para las tropas montadas, el escuadrón de caballería del Colegio Militar de la Nación, el escuadrón de caballería de la Escuela de Suboficiales sargento Cabral, y el cierre con Regimiento de Granaderos a Caballo.
Fuente: lanacion.com.ar