El ex presidente, de 78 años, ganó su tercer intento de llegar a la Casa Blanca, tras su éxito en 2016 y su derrota en 2020 frente a Joe Biden. En el camino hubo condena judicial, resurgimiento y dos intentos de asesinato.
Donald Trump consagró en la madrugada de este miércoles 6 de noviembre como ganador de las elecciones de Estados Unidos, apoyado por el creciente movimiento “Make America Great Again”, condenado y tras dos intentos de asesinato durante la campaña.
Al conseguir 267 de los 270 votos electorales necesarios para el triunfo, frente a los 224 obtenidos por la demócrata Kamala Harris, el candidato del Partido Republicano se consagraba como el próximo presidente de Estados Unidos, el número 47, para suceder a Joe Biden.
Fue el tercer intento de llegar a la Casa Blanca del ex presidente, de 78 años, tras su éxito hace ocho años y su derrota en 2020 frente a Biden.
La derrota de Trump ese año derivó en uno de los sucesos más graves para la democracia estadounidense con el asalto de cientos de sus seguidores al Capitolio al negarse a reconocer los resultados de las urnas.
Trump, una figura controvertida que se alzó como único “peso pesado” del Partido Republicano tras dejar de lado a otros políticos con más experiencia.
El millonario hizo girar su campaña en torno a un culto a su figura y una serie de promesas de estilo populista que iban desde lograr el fin de la guerra en Ucrania hasta una expulsión «masiva» de migrantes.
Trump fue nombrado candidato tras unas primarias en las que se impuso con claridad a figuras como Nikki Haley, quien consiguió cerca del 19,5 por ciento de los delegados, y Ron DeSantis, quien se retiró a mediados de enero.
Otros candidatos fueron el ex vicepresidente Mike Pence, Chris Christie, Asa Hutchinson y Vivek Ramaswamy, aún con menos apoyos.
El magnate es además el séptimo expresidente que intentó un retorno político tras ser derrotado en las urnas, con la esperanza de emular a Grover Cleveland.
Cleveland (1885-1889 y 1893-1897) fue el primer demócrata que ganó las elecciones tras la Guerra Civil y el único que logró una victoria después de ser derrotado en su intento por revalidar mandato.
Trump, descrito como «la definición de una historia de éxito estadounidense» en su biografía oficial en la Trump Organization, llegó a su elección como un político más experimentado.
Pero también vuelve a la presidencia con muchos más críticos por sus acciones y declaraciones tanto en su mandato como después del mismo.
Donald Trump: de una familia de inmigrantes a la Casa Blanca
Trump nació en Nueva York en 1946, siendo el cuarto hijo del magnate Fred Trump, hijo de inmigrantes alemanes, y Mary Anne MacLeod Trump, nacida en Escocia.
A los trece años fue enviado a una academia militar por su mal comportamiento en la escuela, si bien logró un título por la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania, tras lo que dio el salto a los negocios de su familia.
Trump se sumergió en los negocios inmobiliarios de su padre y ya en 1971 se hizo con el control de la compañía, que pasó a llamar Trump Organization.
Posteriormente entró en el mundo del entretenimiento, llegando a ser el presentador del conocido programa de televisión “The Apprentice”, donde los participantes competían por un contrato en su imperio.
Desde estas plataformas Trump empezó a sopesar la posibilidad de entrar en política, algo que hizo en junio de 2015, cuando anunció que se presentaría a las elecciones presidenciales del año siguiente.
Al principio, sus declaraciones recibidas con escepticismo y humor por aliados y rivales, que no se tomaron en serio que pudiera ser un candidato a la Casa Blanca.
Sin embargo, logró la victoria apoyado por su eslogan “Make America Great Again”, y gracias al apoyo de un amalgama de grupos nacionalistas y derechistas.
Los actuales apoyos de Trump abarcan sectores de la conocida como “alt right” e incluso agrupaciones de tintes racistas, homófobos y sexistas alineados con teorías de la conspiración que componen el centro de lo que fue dado a conocer como la “ideología MAGA”.
Este movimiento tiene como base la idea de que EEUU fue «un gran país» que perdió gran parte de su influencia, tanto a nivel interno a causa de la inmigración y la multiculturalidad, como a nivel externo por lo que considera unas políticas débiles frente a potencias en ascenso como China o Rusia.
La polémica presidencia de Trump terminó con el asalto del Capitolio y un impeachment
Durante su gobierno, Trump tradujo esta visión en la retirada del país de varios acuerdos comerciales y medioambientales.
Mantuvo una “guerra comercial” con China y presentó una nueva propuesta de paz para Oriente Próximo, dificultada por su decisión de reconocer Jerusalén como la capital de Israel, al margen de la comunidad internacional.
Además, Trump encabezó la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, lo que elevó las tensiones en la región.
También firmó un acuerdo de paz con los talibán que acabó por precipitar la caída de las autoridades apoyadas internacionalmente y la vuelta al poder de los fundamentalistas en 2021, ya con Biden como presidente.
A nivel interno, Trump tuvo numerosos frentes, incluida una investigación por supuesta colusión entre su campaña y Rusia en las elecciones de 2016 -que se saldó sin pruebas concluyentes que respaldaran las acusaciones- y un juicio político por abuso de poder y obstrucción.
Trump, tercer presidente en hacer frente a un ‘impeachment’, mantuvo además una postura muy criticada durante la pandemia de coronavirus.
Apoyado por el movimiento MAGA y grupos conspiracionistas, alentó teorías contrarias a la ciencia, y vio cómo su mandato terminaba de forma catastrófica tras su derrota en las urnas en noviembre de 2020 y el asalto al Capitolio por parte de sus seguidores en enero de 2021.
Del asalto al Capitolio a la condena y el resurgimiento
El ataque al Congreso de los Estados Unidos, perpetrado por una turba de simpatizantes de Trump en lo que fue descrito como una intentona golpista, tuvo lugar después de unos meses en los que el mandatario saliente alentó teorías sobre un robo electoral e irregularidades desde el ‘deep state’ para beneficiar a su rival.
Los ataques fueron ejecutados cuando se celebraba una reunión para ratificar los resultados de las elecciones y derivaron en un segundo juicio político contra el magnate, nuevamente absuelto, si bien sus acciones durante dicha jornada siguen siendo objetivo de causas penales.
A pesar del golpe que supusieron estos incidentes para su figura, Trump logró sumar apoyos de los sectores más duros del movimiento MAGA presentándose como una víctima de una campaña política.
Su posición se acentuó tras el proceso abierto contra él para intentar ocultar un pago a la ex actriz pornográfica Stormy Daniels para comprar su silencio.
Tras semanas de audiencias judiciales, el multimillonario fue declarado culpable de 34 cargos criminales, algo nunca visto para un expresidente estadounidense.
Pero a Trump le esperaba una sorpresa: a finales de junio, el republicano obtuvo una victoria en la Corte Suprema que retrasó su sentencia y debilitó el resto de procesos penales en su contra.
Primer presidente estadounidense en ser condenado, aseguró en todo momento que se trata de «una caza de brujas» destinada a apartarle de la política.
También el expresidente cargó contra lo que describe como el «pantano» en Washington, en referencia al poder de diversas agencias y lobbies a los que acusa de dirigir realmente Estados Unidos.
La campaña de Trump: debate con Biden, dos intentos de asesinato, insultos y acusaciones
Su tercera campaña, marcada por dos intentos de asesinato contra él -incluido uno en el que resultó herido de levedad por un disparo-, volvió a estar centrada en la lucha contra la migración irregular, los recortes de fondos a programas sociales que describe como parte de una campaña ‘woke’, y el fin de la guerra en Ucrania, tras la invasión desatada por Rusia en 2022.
El 27 de junio, Trump y Biden se enfrentaron en un debate en la cadena CNN. El presidente demócrata de 81 años tuvo un desempeño desastroso: se atropellaba al hablar y a veces parecía perdido.
El pánico se apoderó de las filas demócratas. Para sorpresa de todos, Trump optó por la moderación ante los problemas de su rival.
Casi un mes después, en una breve carta, Biden anunció que cedía a la presión de los demócratas por las dudas sobre su estado físico y mental y desistía de buscar la reelección.
Solo unos días antes, Trump había sobrevivido a un intento de asesinato durante un mitin en la localidad de Butler, en el estado de Pensilvania. Resultó herido en una oreja por disparos efectuados por un hombre desde una azotea.
Salió rodeado de agentes del Servicio Secreto con un puño en alto y se le oyó murmurar «Lucha». Tras un breve paréntesis de unidad nacional, republicanos y demócratas reanudaron la campaña y sus ataques.
La convención republicana dejó patente el dominio de Trump sobre el partido. Eligió al joven senador J.D. Vance como compañero de fórmula.
En septiembre, el multimillonario volvió a ser objeto de un intento de asesinato en su campo de golf de Florida, pero el presunto atacante armado fue detenido por agentes del servicio secreto.
Trump y la vicepresidenta Kamala Harris, reemplazo de Biden en la candidatura demócrata, se enfrentaron en su primer -y único- debate que fue visto por 67 millones de telespectadores.
Según los sondeos, la candidata demócrata se impuso, atacando a su rival en los temas que más hieren su ego: su capacidad de convocatoria en sus mítines y su reputación internacional.
Trump lanzó sus ataques habituales, en particular sobre la migración y acusó a su rival de «marxista».
A finales de octubre Trump celebró un multitudinario acto de campaña en el mítico Madison Square Garden de Nueva York, donde acusó a su rival de haber «destruido el país» y se presentó como un salvador ante 20.000 personas, durante una reunión en la que sus seguidores profirieron durante horas una retórica sexista y racista.
Durante el resto de la campaña, Trump hizo frente a una creciente oposición por parte de sectores republicanos que critican sus tendencias autoritarias.
Las críticas fueron representadas en las palabras de John Kelly, quien fuera su secretario general en la Casa Blanca, y quien dijo que encaja «en la definición general de fascista».
Con información de Europa Press y AFP
Fuente Perfil