Su aprobación se desplomó al 24%, el peor nivel de sus tres mandatos; el deterioro responde a una combinación de factores
BRASILIA.- A sus 79 años y promediando su tercer mandato, Luiz Inacio Lula da Silva enfrenta un desplome de su imagen que lo coloca en su peor momento como presidente de Brasil.
La aprobación de Lula cayó 11 puntos en solo dos meses, hasta el 24%, según un sondeo de la consultora Datafolha publicado este viernes. Es el nivel más bajo de apoyo que ha registrado en su historia como mandatario, superando incluso momentos de crisis como el escándalo del mensalão en 2005, cuando su aprobación rondaba el 28%.
El deterioro de la imagen del gobierno responde a una combinación de factores: crisis políticas en el Palacio del Planalto, un alza persistente en el precio de los alimentos y errores de comunicación que han desgastado la relación con la población. Con 19 meses por delante hasta las elecciones presidenciales de 2026, el oficialismo enfrenta dificultades para revertir el escenario, según analistas consultados por LA NACION.
La desaprobación de Lula también alcanzó niveles récord: el 41% de los brasileños califican su gestión como mala o pésima, un salto significativo desde el 34% registrado en la última medición.
Uno de los episodios que más golpeó al gobierno en los últimos meses fue la polémica en torno a Pix, el sistema de pago electrónico más utilizado en Brasil. En enero, el gobierno anunció que monitorearía transacciones superiores a 5000 reales para detectar fraudes tributarios. La oposición acusó al presidente de intentar aumentar el control sobre la población y aplicar impuestos encubiertos. A pesar de los intentos oficiales por desmentir la medida, la presión llevó a Lula a dar marcha atrás y revocar la normativa, lo que debilitó aún más su imagen.
El encarecimiento de los alimentos ha sido otro factor clave en la caída de la popularidad del mandatario. En la campaña presidencial de 2022, Lula prometió que las familias brasileñas volverían a reunirse los domingos para hacer asados, “comer picanha y beber cerveza helada”. Sin embargo, la inflación de los alimentos cerró 2023 con un alza del 7,69%, y superó el 4,83% de la inflación general del país.
El malestar se intensificó cuando, a comienzos de febrero, Lula sugirió que los brasileños deberían “evitar comprar productos caros” para combatir la inflación. “Si todo el mundo tuviera la conciencia y no comprase aquello que está caro, quien está vendiendo tendrá que bajar el precio, sino se echa a perder”, dijo en una entrevista radial. La declaración fue duramente criticada y vista como una falta de sensibilidad ante la crisis económica.
La pérdida de apoyo de Lula es evidente incluso en sectores históricamente aliados al Partido de los Trabajadores (PT). En el nordeste del país, su bastión electoral, la aprobación cayó 16 puntos. Entre los brasileños de menores ingresos, que ganan hasta dos salarios mínimos, el apoyo también se redujo de manera considerable, según Datafolha.
“Parte del electorado de Lula está perdiendo la paciencia y quiere ver resultados más concretos”, explicó Paulo Calmon, politólogo de la Universidad de Brasilia (UnB). “Hay cambios estructurales en la comunicación con el electorado que no fueron bien absorbidos por el gobierno”, agregó.
Mauricio Santoro, politólogo y colaborador del centro de estudios político-estratégicos de la Marina de Brasil, señala que muchos votantes de Lula esperaban el regreso de la bonanza económica de los años 2000 y se sienten frustrados. “Esa no es la realidad hoy”, afirmó.
Antes de que se conocieran los datos de la encuesta, Lula reconoció que su edad y su salud serán factores clave para decidir una eventual candidatura en 2026. “No puedo mentirme a mí mismo ni a nadie”, dijo.
Tras el impacto del sondeo, la presidenta del PT y diputada federal, Gleisi Hoffmann, atribuyó la caída en las encuestas a los “dos meses más difíciles” para el gobierno. En su análisis, mencionó la especulación cambiaria, las tasas de interés elevadas y la polémica sobre el Pix como factores que afectaron la percepción del gobierno. “Tenemos que dar vuelta la página, haciéndonos cargo de los problemas reales de nuestro pueblo, especialmente del precio de los alimentos”, escribió en X.
Viajes y cambios en la comunicación
Para intentar recuperar terreno, Lula intensificó sus viajes por el país y realizó cambios en su equipo de comunicación, al poner al frente de la secretaría de Comunicación Social a Sidonio Palmeira, un experimentado publicista.
El gobierno se prepara para anunciar una reforma ministerial que dé más espacio en la Explanada de los Ministerios a políticos del denominado centrão, en un intento por conseguir gobernabilidad en el Congreso. Con los datos de Datafolha, el gobierno deberá ser más generoso en los espacios cedidos a esos partidos, coinciden analistas.
El declive de Lula motivó a la oposición bolsonarista, que planea movilizaciones en las calles el próximo 16 de marzo. La convocatoria a las protestas ganó visibilidad el viernes, cuando el multimillonario Elon Musk, aliado del presidente Donald Trump, compartió en X un llamado a los actos.
Algunos sectores opositores incluso empiezan a hablar de un posible impeachment, aunque los analistas consideran que esa opción es improbable en este momento.
Aun así, figuras clave del bolsonarismo, como el senador y exministro Ciro Nogueira, han avivado las comparaciones con la crisis que llevó a la destitución de Dilma Rousseff, en 2016. “Lula está completamente aislado, lejos de las personas, lejos de la realidad”, afirmó Nogueira.
Santoro advierte que el problema de fondo es la inflación y que las medidas necesarias para controlarla podrían ser impopulares en el corto plazo. “Lula tendría que hacer un ajuste fiscal riguroso, reducir gastos y posiblemente afectar políticas sociales, algo que no quiere hacer con elecciones a la vista”, explicó.
Además, factores externos podrían agravar el panorama económico en 2025. “El regreso de Trump a la Casa Blanca podría generar un shock internacional con tasas de interés más altas y efectos adversos para Brasil. El gobierno de Lula podría enfrentar un escenario electoral aún más frágil”, concluyó Santoro.
Por Marcelo Silva de Sousa
Fuente Lanacion