- A partir de hoy, solo podrán pedirla los hijos y nietos de italianos.
- «Ser ciudadano italiano no es un juego para obtener un pasaporte que te permita ir de compras a Miami», dijo el ministro de Relaciones Exteriores.
El Gobierno de Italia endureció fuertemente este viernes sus leyes de ciudadanía. Tomó una medida que deja afuera del trámite a miles de argentinos que podían indagar profundamente en su historia familiar para intentar conseguir el codiciado pasaporte italiano.
En los últimos años, tener el pasaporte europeo es el aspiracional de muchísimos descendientes en nuestro país de inmigrantes que llegaron desde el Viejo Continente. La ciudadanía italiana, frente a la española, era la más accesible, hasta que empezaron a sumarse trabas, que aportaron mayor complejidad a la ya tediosa demora para conseguir un turno en los consulados.
Pero el laberinto para tramitar el passaporto rosso se acaba de volver infinitamente más intrincado. Incluso, para miles de argentinos, desde este viernes, no habrá salida.
Bajo las reglas existentes hasta ahora, cualquier persona que pudiera probar que tuvo un ancestro italiano que estaba vivo después del 17 de marzo de 1861, cuando se creó el Reino de Italia, podía solicitar la ciudadanía. Era el famoso ius sanguinis (derecho de sangre), que cambió drásticamente con este decisión del Consejo de Ministros. La medida, que es similar a un decreto de necesidad y urgencia (DNU) argentino, entró en vigencia de inmediato. No obstante, ahora el Parlamento italiano tiene la facultad de tratarlo en sus dos cámaras y discutir modificaciones.
Pero lo concreto es que a partir de este viernes, sólo podrán tramitar la ciudadanía por descendencia quienes tengan al menos un padre o un abuelo italiano. No se podrá ir más atrás en la línea de sangre para buscar el antepasado que transmita la ciudadanía.
Según informó la agencia Reuters, el ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Antonio Tajani, dijo que el sistema estaba siendo abusado, «con aspirantes a italianos saturando los consulados en el extranjero con solicitudes de pasaportes, que permiten la entrada sin visa a más países que casi cualquier otra nacionalidad».
Como resultado, como se dijo más arriba, en el futuro solo los individuos con al menos uno de sus padres o abuelos nacidos en Italia calificarán automáticamente para la ciudadanía por descendencia.
«Ser ciudadano italiano es algo serio. No es un juego para obtener un pasaporte que te permita ir de compras a Miami», dijo Tajani en una conferencia de prensa. Los ciudadanos italianos solamente requieren del trámite de la ESTA para ingresar a Estados Unidos, y no de una visa de turista como sí tienen que gestionar los argentinos.
El Ministerio de Asuntos Exteriores aseguró que hubo un aumento en la cantidad de personas en el extranjero a las que se les ha concedido la ciudadanía, «particularmente en Sudamérica», donde millones de italianos emigraron en los siglos XIX y XX, a menudo para escapar de la pobreza extrema en su país.
Los medios italianos, como el Corriere della Sera, ejemplifican este cambio con el «caso Messi», en relación a que el futbolista argentino tiene triple ciudadanía (argentina, española e italiana) y que fue fichado por el Barcelona como jugador comunitario gracias a su tatarabuelo nacido que a fines del 1800 emigró de Recanati a la Argentina.
La ley que dejó de estar vigente
Los argentinos –y los ciudadanos de cualquier otro país– podían obtener la ciudadanía italiana incluso en la tercera o cuarta generación gracias a una ley de 1992. Esta norma establecía justamente la aplicación del principio de ius sanguinis, por el cual el descendiente de un emigrante italiano podía revindicar su ciudadanía italiana.
Esto derivaba en la posibilidad de que los descendientes de segunda, tercera y cuarta generación, hasta incluso más, de emigrantes italianos pudieran ser declarados italianos por filiación. «Desde 2014 en adelante se asistió a un verdadero boom, con un número de italianos ‘oriundos’ que pasó de 4,6 millones a 6,4 millones», contabilizó el diario italiano Corriere della Sera.
El Corriere también da números de cómo este boom alcanzó a la Argentina con un alza exponencial de los trámites de reconocimiento de ciudadanía: «Pasó de casi 20.000 reconocimientos en 2023 a 30.000 al año siguiente», señala el diario italiano. Brasil pasó de 14.000 a 20.000 entre 2022 y 2024, y Venezuela contabilizó casi 8.000 trámites sólo en 2023. «Los italianos oriundos en el mundo que podrían pedir el reconocimiento de la ciudadanía con la ley vigente son potencialmente entre 60 y 80 millones«, estima.
Desde Italia, aseguran que este cambio va a descomprimir los colapsados consulados en el exterior, de los cuales el de Buenos Aires es un ejemplo respecto de las demoras para realizar trámites. Hay otro dato, del que no existen aún precisiones, que podría eventualmente generar una complicación extra a los ciudadanos extranjeros que hoy sí estén en condiciones de reclamar la ciudadanía por ser hijos o nietos de italianos: el trámite de reconocimiento no se centralizará más en los consulados locales, sino directamente en el Ministerio de Asuntos Exteriores en Roma.
«Desde la medianoche no se puede pedir más la ciudadanía con las viejas reglas, solo hasta los abuelos italianos», enfatizó el ministro.
El golpe previo
El “golpe” previo a las posibilidades de tramitar la ciudadanía italiana había sido en octubre, cuando el Ministerio del Interior de Italia, a cuento de dos fallos en el Tribunal de Casación de Roma, cambió la doctrina para solicitarla.
La circular N° 43.347 introdujo una reinterpretación del ius sanguinis que consideraba que si el antepasado italiano que emigró y se naturalizó (en nuestro caso, como argentino) cuando su hijo o hija era menor de edad, «provocó» al hacerlo que su descendencia también pierda la ciudadanía italiana.
Por ejemplo, al ser ese hijo menor de 18 años, se considera que debe seguir la ciudadanía de su padre, que dejó de ser italiano al naturalizarse argentino. Ese hijo o hija, según la circolare, al ser menor, está subordinado a la patria potestad de su padre (el padre queda facultado para disponer jurídicamente de su hijo).
Entonces, si el ancestro se naturaliza como ciudadano extranjero mientras los hijos eran menores de edad, y éstos no solicitaron la ciudadanía entre los 21 y 22 años, también pierden automáticamente la ciudadanía italiana, al igual que la perdió él al naturalizarse.
Fuente Clarin