En otras oportunidades hemos hablado de las viviendas de los hombres de campo en la antigüedad y mencionamos las paredes «quinchadas». Esta vez vamos a explicar exactamente lo que es un quincho y que es quinchar. Nada que ver con lo que se ponen en la cabeza algunos pelados que quieren dejar de serlo. Eso son pelucas o los llamados «gato muerto».
El quincho es muy utilizado en las casas de campo, countries, y zonas de quintas, siendo el lugar ideal para compartir un buen asado, tomar mate, descansar y hasta jugar a los naipes. Por lo general, se construye la parrilla cerca o al lado del quincho. Muchas veces, la parrilla pasa a ser parte componente del propio quincho.
QUINCHO, esta palabra viene del idioma «quichua»: KENCHA. En ese idioma significa pared con ramas. El quincho es una trama o tejido de ramas, junco, pajas, etc. Con esto se levantan paredes y luego se le construye un techo. Esta trama de ramas, juncos, pajas, va cosida, sujeta al armazón de cañas y troncos con los que se forma la pared del rancho. Las carretas quinchadas tenían paredes de este tipo, formando verdaderos ranchos rodantes. Quinchar significaba hacer quinchas, cerrar con estas paredes los ranchos, las cajas de las carretas, los cobertizos, los galpones, etc. También quinchar es hacer esta trama y usarla como techo. Que es el uso actual que se le da, en especial a los lugares donde no se quiere gastar mucho dinero en la construcción. Por ,o general este tipo de quincho se lo deja sin paredes, siendo muy fresco en verano. Estos tipos de techos quinchados no se llueven por más agua que caiga. Justamente cuanto más agua cae, más impermeables se tornan. La razón es que el agua hace hinchar la paja con que esta hecho el quincho y al apretarse no permite que el agua pase. Los techos de los quinchos duran aproximadamente de 7 a 12 años, dependiendo el material utilizado. Luego de este tiempo, conviene realizar un cambio de la paja, ya que el viento, el sol y el agua produce un desgaste natural, haciendo que los mismos no cumplan con su objetivo: no permitir el paso de la lluvia.