Es un deporte hípico de cancha de cuatro jugadores por equipo que se jugaba tradicionalmente entre los gauchos en la zona de la llanura pampeana que en 1953 fue declarado deporte nacional.
Algunos antiguos juegos que desarrollaban los paisanos han desaparecido, otros se mantienen vigentes luego que se los reglamentara.
En el caso del JUEGO DEL PATO se reglamento para evitar la dureza como tenía en otras épocas. Los paisanos se reunían en alguna pulpería en un alto de las «cueriadas» de la hacienda cimarrona en donde se hacían verdaderas matanzas solo para conseguir el cuero, y de pronto se les ocurría organizar una corrida de pato.
Los más conceptuados por su valor en las peleas a cuchillo y los que ostentaban los mejores caballos formaban el centro de aquella reunión en la que a veces llegaban a sumarse más de 400 paisanos quienes decidían pedirle el pato al pulpero. EL PATO era un verdadero pato casero. Cuando faltaba se reemplazaba por una gallina muerta metida dentro de un cuero cerrado y con cuatro manijas corredizas. Esto constituía el objeto sobre el que se iba a probar la fuerza de los jugadores. Bien montados, firmes en los estribos, agrupaban las ancas de los cuatro caballos y cada uno de los jinetes agarraba con la diestra una de las manijas tomando las riendas en alto con la mano izquierda para no apoyarla en el apero.
En esta forma cada uno de los intervinientes en el juego ponía toda la resistencia en los estribos y tiraba en su dirección con toda la fuerza, picando los caballos con las espuelas, animándose entre ellos con fuertes gritos.
Luego de un gran forcejeo, una mano cedía, luego otra y por fin uno solo quedaba dueño del pato. Un viva estruendoso lo saludaba partiendo a toda carrera el paisano que llevaba el pato seguido por 300 o más jinetes, todos buscando la posición del pato, valiéndose de todos los medios posibles. El poseedor del pato, llevándose todo por delante, volaba hacía el rancho más próximo o hasta la pulpería. Si algún jinete lo alcanzaba y tomaba una de las manijas , tenía que luchar a la carrera y defenderlo contra este y contra todos los que lo seguían dando alaridos y haciendo retumbar la tierra con el galope de sus caballos.
Si el vencedor llegaba a la casa o pulpería elegida como meta sin perder el pato , lo arrojaba al patio y se declaraba vencedor quedando establecido que tenía el brazo más potente y el caballo más veloz. Eran bastante habituales los duelos que surgían por rencores y celos o por alguna acción fuerte de uno de los jugadores del original juego.
Don Juan Manuel de Rosas tuvo que prohibirlo por los desastres que causaba en la campaña y por la cantidad de muertos que producía. Caminantes, rebaños de ovejas y todo lo que se presentaba delante de la feroz batida, rodaba ante las patas de los caballos y los jinetes mismos quedaban muchas veces tendidos en medio de la extensa rastrillada, arrasando sembrados y anulando todo con mucha violencia. Hoy el JUEGO DEL PATO esta actualizado y reglamentado. Quizás no tenga demasiada difusión pública su desarrollo actual, pero todavía se juega en el interior del país.