El cinto de nuestra gente rural, changadores, gauderios, gauchos, hacendados, peones, tiene, como casi todas las prendas de su uso, origen en el viejo mundo, en antiguas culturas. Los egipcios, los persas, los griegos, usaron para la guerra, o los combates personales, anchos cintos de cuero, tachonados con chapas metálicas y cerrados o abrochados al frente con grandes rodetes o chapas de metal labrado.
Tenía este tipo de cinto una finalidad especial que era la de proteger la zona blanda, abdominal, de los golpes punzantes de las armas blancas.
Posteriormente, con el uso de las primitivas armas de fuego de percusión, se hizo necesario que el soldado llevase consigo balas de hierro o plomo, recortes de metralla. piedras o pedernales de repuesto. etc., para lo cual se hizo igualmente necesario dotar a sus cintos de amplios bolsillos adosados o formando parte del propio cinturón, que más que simple elemento de sujeción pasó a formar parte de su equipo de campaña.
Ya estamos frente a los llamados «cintos de tirador». Fueron traídos a estas tierras por los soldados de la conquista. Aquí, con el tiempo se fueron definiendo en diversas formas y gustos, con bordados, monedas cosidas, esterillados de tiento, mostacilla y tela aplicada, etc.