Un elemento indispensable para la vida de cualquier ser viviente es el agua. De difícil obtención y muchas veces de complicado almacenamiento, el agua fue un tema de preocupación de los habitantes de la antigüedad de las pampas argentinas.
Antiguamente los aborígenes calmaban su sed en los arroyos o ríos que abundaban en todo el territorio continental. En tanto, los que construían un rancho, debían abastecerse de agua realizando un pozo hasta llegar al líquido elemento. En aquella época no era necesario cavar muy profundo, ya que el agua que se conseguía de la primera o segunda napa, era apta para el consumo de los humanos y animales. Porque no existía el problema de la contaminación de la tierra y su agua. Sobre el pozo formaban un arco de troncos y de su travesaño colgaban una roldana, un tiento y una soga donde ataban el balde para extraer el agua. Más adelante, la soja fue sustituída por una cadena de metal. Cuando en la familia existían mujer e hijos, generalmente al pozo se le construía un brocal, que es una pared baja y circular que rodea la boca del pozo. Así se evitaba la caída de sapos, ranas, y otro tipos de animales -inclusive los niños-. Estos pozos se los llamaba aljibe cuando tenían una tapa para cubrir la boca evitando la entrada de pasto, hojas o tierra al pozo. El aljibe solo recibía agua de lluvia que llegaba por canales o cañerías, que conectaban desde los techos de las casas hasta el pozo. Hasta no hace mucho tiempo atrás, esta agua de lluvia era un bien preciado por nuestras abuelas para lavarse la cabeza. En el campo, cuando no existían posibilidades de comprar una roldana, el paisano utilizando su ingenio, desarrolló un sistema similar, utilizando palos, tientos y un pedazo de madera, haciendo de la «rueda» de la roldana. En época de sequía, el agua se almacenaba en jágüeles y estanques, donde se utilizaba la cantidad que verdaderamente se necesitaba en ese momento. En las grandes estancias, en el corredor debajo del alero de la casa principal, era común ver botijas de barro con tapa, donde el agua se mantenía fresca. Una forma curiosa de mantener el agua fresca es verterla en un porrón de barro, cubrir este con una bolsa mojada y ponerlo al sol. Lógicamente la inventiva del hombre de nuestro campo aumentaba y se inventaban todo tipo de métodos de obtención y almacenaje del agua, en especial en las regiones donde las lluvias son escasas y donde «…los árboles corren a los perros».