Nombre común de una especie de mamífero perisodáctilo (número impar de dedos), que pertenece a la familia de los équidos. Esta familia incluye tres grupos de mamíferos salvajes: un primer grupo está constituido por las cebras, originarias de África; un segundo grupo comprende a los asnos, que a su vez incluye al asno salvaje africano, al kiang y al onagro, que habitan en Asia y, por último, el tercer grupo está representado por los caballos propiamente dichos.
Hay dos tipos de caballos salvajes: el tarpán y el caballo de Przewalski; algunos autores los consideran como dos especies distintas, mientras que otros mantienen la existencia de una sola especie, el tarpán; el caballo de Przewalski había sido una raza oriental del anterior. El tarpán era originario de la zona comprendida entre Europa
oriental y Mongolia; se extinguió de Europa a principios del siglo XIX. Por otro lado, el caballo de Przewalski habitó en Mongolia y parte de China hasta el siglo pasado, la única especie de caballo salvaje que hay en la actualidad; ahora sólo se conserva en cautividad y cuando se cruza con el caballo doméstico produce una progenie fértil (capaz de reproducirse). En otras regiones del mundo hay caballos que también reciben el calificativo de salvajes (como los de Estados Unidos), pero en realidad son cimarrones descendientes de caballos domésticos que se han asilvestrado. A partir de su domesticación el caballo ha acompañado los destinos del hombre. Fue testigo, compañero y partícipe de algunos de los momentos cruciales de la historia de la humanidad.
El caballo es un mamífero perisodáctilo (con extremidades acabadas en un número impar de dedos) de la familia de los équidos.
Su tamaño varía de acuerdo a las diferentes razas. Los caballos de tiro son los más grandes, alcanzando los 1,8 ó 1,9 mts. de altura y un peso superior a los 800 kg; los más pequeños son los ponis, cuyos ejemplares no sobrepasan el metro de alzada.
La cabeza de los equinos es alargada, con grandes ojos situados a los lados y orejas móviles y puntiagudas. Las patas terminan en un solo dedo protegido por una pezuña o casco, que constituye un elemento fisiológico de adaptación a la carrera. EL pelaje es corto, excepto en la cola y en la frente y el cuello, en donde forma largos mechones que constituyen la crin.
El macho posee cuarenta piezas dentarias, en cambio la hembra sólo tiene 36. Se alimentan básicamente de cebada, paja, avena y cierta cantidad de pasto fresco al llegar la primavera.
El período de gestación es de unos once meses y suele nacer un solo individuo por camada. Pueden vivir hasta treinta años.
Caballos modernos
La característica anatómica más notable del caballo moderno es la presencia de un único dedo en cada una de sus extremidades. Por este motivo se le considera un perisodáctilo, es decir, un ungulado con número impar de dedos. El dedo del caballo, que corresponde al tercer dedo de la especie humana (dedo corazón), se ha alargado mucho y está protegido por una pezuña córnea que rodea sólo la
parte frontal y lateral del pie. Los dedos segundo y cuarto son vestigiales, y están situados más arriba y a cada lado de la pezuña.
Los huesos de la cabeza del caballo son largos y los de la cara tienen el doble de longitud que los del cráneo. La mandíbula inferior también es larga y posee una superficie ancha y aplanada en la parte inferior de la zona posterior. La columna vertebral está compuesta por las siguientes vértebras: 7 cervicales, 18 dorsales, 6 lumbares, 5 sacras y 15 caudales.
Los caballos tienen un total de 44 dientes; cada hemimandíbula está formada por 3 incisivos, 1 canino, 4 premolares y 3 molares. Los incisivos, que utiliza para cortar la hierba, crecen formando un semicírculo. Entre los dientes caninos y los premolares hay un espacio bien diferenciado que se denomina diastema; en este hueco se encaja el bocado para dirigir al caballo cuando se le monta. Todos los dientes se caracterizan por tener unas coronas muy altas y unas raíces pequeñas en comparación.
El estómago del caballo es simple y la fermentación de la celulosa del alimento tiene lugar en el ciego, análogo al apéndice de los seres humanos; está situado en el punto de unión del intestino grueso y el delgado, y en un caballo grande puede tener una capacidad de unos 38 litros.
Respecto a la reproducción, ambos sexos alcanzan la madurez sexual a los dos años; sin embargo, no se emplean con fines reproductivos hasta los 3 años. El periodo de gestación dura unos once meses y la hembra pare una única cría; el nacimiento de gemelos es algo excepcional, así como los partos de tres o más potros.
Tipos de marcha
Los caballos pueden realizar diferentes tipos de marcha cuando caminan o corren; algunos son adiestrados para ello. Por cuestiones de conveniencia se pueden dividir en dos tipos: marcha simétrica, en la cual los intervalos entre cada contacto de las patas con el suelo son idénticos y la marcha asimétrica, donde los intervalos no son iguales. Las andaduras simétricas más comunes son marcha, paso y trote. Las de tipo asimétrico son el galope y sus diversas variantes. Las dos patas traseras pisan el suelo y se levantan antes de que las patas delanteras se apoyen; cuando las patas traseras o delanteras tocan el suelo no lo hacen de forma simultánea.
Tipos y razas
El caballo doméstico fue introducido en Babilonia hacia el año 2000 a.C., y en Egipto, los hicsos, que procedían del noreste de Siria, lo introdujeron 300 años más tarde. Estos caballos fueron los antecesores de la raza árabe de Oriente Próximo y del norte de África. Se cree que en Europa se domesticó también otra raza de caballos, pero era de constitución más robusta y de movimientos más lentos: se consideran los antepasados de los caballos de tiro modernos (utilizados sobre todo en agricultura). Por otro lado, algunos especialistas creen que una raza de las islas Británicas fue la que después dio lugar a diversas razas de ponis modernos.
En gran parte de Europa y hasta el siglo XVII el caballo se utilizó sobre todo como montura para campañas militares y como animal de carga. Al mismo tiempo, el mundo árabe había criado una raza de caballo más pequeño pero muy rápido, que luego sería introducido en España después de su conquista por los árabes en el siglo VIII. Los caballos españoles adquirieron enorme fama debido tanto a su rapidez como a su resistencia, y ya en el siglo XII se exportaron muchos a otros países de Europa. Es curioso, sin embargo, que la cría caballar no fuera sistemática hasta finales del siglo XVII, cuando se llevaron machos árabes a Francia y a Inglaterra para cruzarlos con yeguas originarias de estos países.
Los conquistadores españoles introdujeron el primer caballo doméstico en América durante el siglo XVI, que era de raza árabe. Se cree que tanto Hernán Cortés (conquistador de México), como Hernando de Soto (descubridor del río Mississippi), perdieron algunos de sus caballos durante sus expediciones; éstos podrían ser los progenitores primitivos de las manadas que hoy viven en el oeste de Norteamérica y en la pampa suramericana, en la región rioplatense. Los colonizadores ingleses, sobre todo los que se establecieron en el estado de Virginia (Estados Unidos), también introdujeron caballos cuando llegaron al continente americano.
A lo largo de los últimos 300 años los criadores de caballos han llevado a cabo una labor de mejora de varias razas, así como el desarrollo de otras que sirvieran a una finalidad determinada. El resultado de todo ello ha sido la aparición de nuevas razas como el caballo de monta, apto para la carrera; el caballo de caza, utilizado por su resistencia; el caballo de tiro, apropiado para soportar pesos grandes, y determinados ponis, que se emplean en el juego del polo por su facilidad de adiestramiento y su rapidez.
El caballo de raza árabe se suele clasificar en tres variedades distintas. El caballo que procede de la parte europea de Turquía y de Asia Menor, el que procede de la región comprendida entre Damasco y el río Éufrates y, por último, el caballo de Berbería, en el norte de África. Los caballos árabes, en comparación con el resto, son animales pequeños: miden entre 1,4 y 1,5 m a la altura de la cruz. La altura de un caballo se suele medir en manos; una mano (se considera el ancho de la mano humana) equivale a 10 cm de longitud. Los caballos árabes se caracterizan por su notable resistencia y por la velocidad que alcanzan al galope. Todos los caballos de monta derivan en su gran mayoría del contingente árabe.
Los caballos llamados pura sangre aparecieron a principios del siglo XVIII y son el resultado del cruce entre yeguas inglesas y tres razas distintas de machos: una de tipo turco, otra de tipo árabe y otra del norte de África. Desde el punto de vista biológico los caballos de monta deben considerarse más como un tipo especial de caballo que como una raza diferente. Los caballos de monta pesan menos que los de tiro. Hay numerosas asociaciones creadas en torno al mundo del caballo, pues las actividades y deportes ecuestres han alcanzado gran popularidad.
Entre las diversas razas de caballos de tiro son dignos de mención el caballo belga, el Shire, el Clydesdale y el percherón. El primero es uno de los caballos más grandes que existen, el segundo es un caballo inglés y ambos tipos son el resultado de mejoras de los caballos originarios de Bélgica y de Inglaterra. El Clydesdale es un caballo más pequeño que los anteriores y se obtuvo en Escocia mediante el cruce de sus caballos con las razas de caballos belgas y Shire. Por último, el caballo percherón, originario del antiguo distrito de Le Perche, en el noroeste de Francia, se consiguió cruzando caballos árabes con la antigua raza flamenca, de la cual el caballo belga es su representante moderno.
Las razas de caballos de tamaño pequeño originarios de Inglaterra reciben el nombre común de ponis; el Shetland, el más pequeño de todos, mide cerca de 1,06 m a la altura de la cruz.
Ganadería equina en América Latina
Entre las razas más conocidas están el caminador peruano, el azteca mexicano, el paso fino puertorriqueño que también se cría en Colombia y Perú, el falabella -que es el caballo más pequeño del mundo, con menos de 7 manos de alzada- y, por último, el criollo rioplatense, producto de una selección natural en la que sólo sobrevivieron los más fuertes para convertirse en los resistentes compañeros de los gauchos.