Rory McIlroy y Bryson DeChambeau: las razones de la ausencia de diálogo durante la última vuelta en Augusta

Rory McIlroy y Bryson DeChambeau: las razones de la ausencia de diálogo durante la última vuelta en Augusta

La definición del domingo quedó en el recuerdo: la estrategia del campeón para focalizarse en el objetivo de su primer saco verde

Transcurrieron cuatro días de la brillante consagración de McIlroy en el Masters, pero todavía se siguen desmenuzando varios aspectos de lo que dejó el torneo. Una apasionante contienda que ya quedó entre las mejores de la historia desde 1934, sobre todo por las constantes variaciones en el leaderboard y el suspenso hasta la definición. Finalmente, con sufrimiento y apelando a su trabajada resiliencia, el norirlandés se apoderó de su primer saco verde al vencer en el primer hoyo de desempate por birdie contra par al inglés Justin Rose.

En el tee del 1, antes del arranque de la última vuelta, McIlroy (-12 total hasta entonces) le sacaba dos golpes de ventaja a Bryson DeChambeau (-10). Se anticipaba un fabuloso duelo de antagonistas: el europeo contra el norteamericano, el ídolo del PGA Tour frente el “rebelde” del LIV, el purista del swing delicioso versus el golfista apegado a la mecánica y a la ciencia de los golpes. Estaba todo dado para un duelo que enfrentaría al que buscaba completar su “Grand Slam” (conquistar los cuatro majors) y el que perseguía su tercer título grande, después de su doble consagración en el US Open. Se venía un espectáculo imperdible en Augusta.

El cálculo de caídas en el green: el gran choque final entre DeChambeau (adelante) y McIlroy
El cálculo de caídas en el green: el gran choque final entre DeChambeau (adelante) y McIlroy

Con ese menú de anticipo, el televidente atento se habrá percatado de la indiferencia entre uno y otro a partir de allí y hasta la culminación del hoyo 18, en el grupo final. En algún momento se los vio caminando a la par por el fairway, pero siempre con la vista al horizonte, pensando en el próximo tiro. Cada vez que a Bryson le tocaba resolver en el green –con sus metódicos cálculos de caídas- el N° 2 del mundo parecía un testigo ausente y no quería ni mirar; se mostraba completamente ensimismado en su rutina, intentando no involucrarse con los rictus de un jugador que sabe contagiar al público, pero que en este caso no era el favorito de la gente.

Cuando le preguntaron al Bombardero cómo había visto a Rory en la cabina del control de tarjetas, y ya sabiendo que el norilandés iría a un desempate, aseveró: “No sé, no me habló en todo el día”. Después, metió el dedo en la llaga cuando le pidieron una opinión sobre el campeón, en el momento en que hundió su pelota en el arroyo del par 5 del 13: “Me dieron ganas de llorar por él. Como profesional, sabes que tienes que apuntar al centro del green, no puedo creer que no lo intentara… o simplemente se le abrió el golpe”. Aunque después, ensayó cierta empatía: “Pero bueno, yo también he pegado malos golpes en mi carrera, es algo que pasa. Si estás intentando ganar un major, y más un domingo del Masters, tienes que hacerlo muy bien para sacar el trabajo adelante. Hubo momentos en los que parecía que tenía todo bajo control y otros en los que te preguntabas: ‘¿Qué está pasando?‘. Parecía una de mis rondas”.

La caminata en el transcurso de la última vuelta, entre DeChambeau y McIlroy
La caminata en el transcurso de la última vuelta, entre DeChambeau y McIlroy

McIlroy se jugaba demasiado en esta versión de Augusta. La posibilidad de quitarse un estigma después del Masters desperdiciado en 2011, cuando firmó una última vuelta de 80 golpes y terminó 15°, o lo que finalmente ocurrió: la obtención del quinto major de su carrera tras una sequía de 11 años y la gloria definitiva, más allá de lo que pueda hacer de aquí en más en su persecución a Tiger Woods (15 majors). La autoestima deportiva de Rory estaba en peligro; es por eso que se lo vio tan compenetrado, dejando de lado su habitual humanidad para mutar en un golfista robótico y ajeno a cualquier estímulo externo: “Resultó una batalla mental por mantenerme en el presente y pegar bien el siguiente golpe. Mi batalla fue conmigo, no con nadie más, ni siquiera con Justin [Rose]. Lo hice mejor que años antes. Fue una lucha, pero lo conseguí”.

Claro que McIroy no estuvo solo en su intención de concentrarse al máximo para atrapar el Masters. Contó con el asesoramiento del célebre psicólogo deportivo Bob Rotella, que afirmó que el “modo silencioso” de su paciente no tuvo vínculo alguno con una supuesta pica con DeChambeau. Y que se relacionaba fundamentalmente con mantenerse enfocado en la tarea de llevarse el torneo. Rotella le relató a la BBC: “Eso no tuvo nada que ver con Bryson; fue simplemente el plan de juego durante toda la semana y queríamos dejarnos llevar por él”. Y agregó: “No queríamos prestar atención al score que los demás anotaban, ni qué tan lejos pegaban ni qué tipo de swing hacían. Solo queríamos que Rory jugara su juego”.

Rory McIlroy mira a Bryson DeChambeau en silencio en el hoyo 6, durante la definición del Masters
Rory McIlroy mira a Bryson DeChambeau en silencio en el hoyo 6, durante la definición del MastersJulia Demaree Nikhinson – AP

El especialista desde el diván concluyó: “La cuestión es que, si crees que vas a ganar, juega tu juego y asume que si lo haces cerca de tu nivel, acabarás siendo el número uno”. Claro que la estrategia psicológica rindió sus frutos, aunque lógicamente nada hubiese sido posible sin el talento ni la fe ciega de McIlroy, que se sobrepuso a ese putt fallado en el 18 que lo sentenció a un playoff y puso el broche al caer la tarde.

Aquella frase de DeChambeau sobre Rory (“No sé, no me habló en todo el día”) quedó rebotando durante 48 horas y generó revuelo, hasta que el doble ganador del US Open volvió a hablar con los medios y aclaró, respecto de la actitud del norirlandés del último domingo: “Estuvo estoico todo el día, no hubo nada más. Pensé: simplemente no me habló. No fue un desprecio; no hay mala sangre ni nada. Fue como lo que Tiger hizo con Tony. Es la misma dinámica, pero no fue con mala intención y así es como suceden las cosas. Ojalá la gente no interpretara cosas, pero ya sabes que la gente lo hará”. Al mencionar a Woods, el Científico se refería a la victoria del crack en el Masters de 2019, cuando integró el grupo final con Tony Finau y Francesco Molinari.

Scottie Scheffler, derecha, le coloca la chaqueta verde a McIlroy, que significó un enorme alivio para su carrera: objetivo cumplido
Scottie Scheffler, derecha, le coloca la chaqueta verde a McIlroy, que significó un enorme alivio para su carrera: objetivo cumplidoAshley Landis – AP

Seguramente habrá más pulseadas entre McIlroy y DeChambeau en objetivos importantes. Es una de las grandes rivalidades del golf de hoy, alimentada desde que el norirlandés se mostro muy crítico de los jugadores que se tentaron con los petrodólares del LIV, y exacerbada cada vez que se disputa la Copa Ryder entre Europa y Estados Unidos. De hecho, el oriundo de Holywood, Irlanda del Norte, tiene como próximos objetivos triunfar como visitante con el equipo del Viejo Continente por la Ryder y colgarse una medalla olímpica en Los Ángeles 2028. Dos buenos motivos para que estos dos gigantes vuelvan a toparse frente a frente, con dos estilos golfísticos y dos maneras de sentir la vida completamente diferentes.

Por Gastón Saiz

Fuente Lanacion