¿Tomamos un cafecito?

¿Tomamos un cafecito?

Estimado Dr. Amor:

Tengo 38 años, soy soltero y trabajo en una oficina como empleado administrativo. Conmigo trabajan unas 30 personas más, un gerente y su secretaria. Al ser soltero, no tengo mayores inconvenientes de horario, así que muchas veces me quedo trabajando después de hora a pedido del gerente de la empresa. Desde hace tiempo ya, noto que la secretaria de mi jefe, cada vez que va al baño y pasa por el costado de mi escritorio, me mira, me sonríe y algunas veces me dice algo.

 Siempre frases sin ningún otro contenido que el netamente formal. Cómo: ¡Qué calor!. ¡Que lindo día!, etc. Como la mayoría de las secretarias, es muy bonita, con curvas sorprendentes, medidas ideales y una finura y sensualidad al caminar que deja paralizado a más de un hombre. Además, su vestimenta de trabajo generalmente es minifalda -demasiado corta-, y camisa abierta hasta el segundo o tercer botón, -esto depende del día-. Ambas prendas permiten que uno se haga la cabeza en reiteradas oportunidades, llegándose a divisar zonas notoriamente lindas y agradables. El otro día mi gerente me indica que me quede con su secretaria, a encontrar una diferencia que había en el balance. Lógicamente accedí sin problemas, pensando que era bueno hacer puntos con mi jefe, considerando las actuales situaciones laborales que se viven en nuestro país. Con Paula -la secretaria- nos quedamos trabajando en la oficina hasta altas horas de la noche. En un momento del trabajo, ella me dijo: «¿No querés que nos tomemos un respiro y vamos al despacho del jefe a tomar un café?». Encantado de la vida dije que sí, y nos fuimos hasta el gran y lujoso despacho de mi jefe. Antes le pregunte a Paula si no había problema y ella me dijo que el jefe no volvería y que a eso de las cinco de la mañana vendría el personal de limpieza y quedaría todo en orden. Fuimos hasta el barcito del despacho y comenzamos a servirnos el café. «¿Lo querés con azúcar?… pregunte con tono de comenzar a hablar algo. «No… lo tomo así, porque la dulzura luego la vas poner vos…»me respondió con tono de tigresa mimosa. Solo atiné a bajar la vista y creo me puse colorado. Tomamos el café y charlamos de cosas verdaderamente intranscendentes. Pero no podía dejar de mirar sus hermosas piernas y sus adorables pechos, cada vez que podía y cada vez que creía que ella no se daba cuenta. Hasta que en una me vió. «¿Te gusta lo que ves?…-me preguntó con voz más sensual que antes. «….Glup….» fue mi único sonido que sonó como respuesta. Como no emitía palabra, ella sin decir nada comenzó a desabrocharse botón por botón de su blusa, hasta dejarla totalmente abierta. Me miró y siguió. Se fue levantando lentamente su minifalda hasta mostrar todo aquello que yo me había imaginado. Mientras yo continuaba paralizado -de cuerpo, alma y de otra cosa- ella continuó. Al verme así, se acercó, bien pero bien cerquita y mientras comenzó a besarme, empezó a bajar el cierre de mi pantalón. Doctor, ¿se imagina mi excitación en ese momento?. Ahí ella se arrodilló y comenzó a realizar todo tipo de caricias con sus manos y besándome en la zona «de los documentos». Estaba realmente loco con la situación. Solo en el despacho de mi jefe y con la hermosa secretaria del gerente. Me sentía Tarzán de la selva!!!!.Decidido ya a participar plenamente comencé a hacer lo que correspondía. Y cuando estábamos en el momento justo, en el climax, en lo mejor….sonó el timbre que anuncia que un ascensor llegaba al piso donde estábamos. Se abrió la puerta y con paso decidido apareció mi querido jefe…
Hoy estoy desocupado, buscando un empleo pero se me hace difícil porque los antecedentes laborales de mi último trabajo, como se imaginará, no son los mejores. A Paula no le pasó nada, al contrario, creo que le aumentaron el sueldo y se fue de vacaciones al Caribe…con mi ex-jefe. Dr. Amor, necesito algún comentario suyo sobre lo que me pasó. Porque creo injusto todo lo vivido.

Juan Martín de Capital Federal


Respuesta del DR AMOR:

Estimado Juan Martín:
Si no podemos hablar de justicia o injusticias en nuestro país, ¡pensá que podemos considerar sobre este tema en tu experiencia!. Por tu relato vemos que la situación tuvo un alto contenido erótico y con solo leerla nos hemos imaginado a la perfección todo tu sentir, tu vivir y tu calentura. (especialmente esto último). Pero realmente fue un desatino entrar en el juego que te propuso Paula. Si realmente es la mujer que decís que es -pormenorizaste a la perfección su parte estética- tendrías que haber considerado que estabas en tu trabajo, en el despacho del jefe y que ella era solamente: ¡¡¡¡¡SU SECRETARIA!!!!!. Quizás hubiera sido bueno negarse con altura, por ejemplo diciendo: ¿…Sabés que el café me hace mal a las hemorroides? o «Prefiero no tomar café cuando trabajo, porque me excita…» o «La última vez que tomé café, me agarró una diarrea bárbara…»
Vemos que quisiste aguantar lo más posible, pero lógicamente la carne es débil. Ahora bien, tenemos que darte algunos consejitos:
a) Nunca más te quedes a trabajar después de hora. Y menos si no te pagan las extras. ¡Buchón!
b) Trata de concentrarte en tu trabajo y como decía el General, «de casa al trabajo y del trabajo a casa».
c) Si se te dá que la secretaria de tu jefe se te regala como juguete de Navidad, abandoná el trabajo y hacete monje Budista en el Himalaya.
d) La próxima vez que se te presente esa oportunidad, se más rápido, no tanto «glup», y apurate que puede llegar el jefe.

En relación a tu último comentario sobre la actual situación de Paula, su aumento del sueldo y el viaje al Caribe, prestá atención que seguro dentro de muy poco tiempo: ¿adiviná quien esta de sub-gerente?????

Dr. Amor