El Gobierno logró sostener el veto al financiamiento universitario junto a Pro, un puñado de radicales y el aporte de gobernadores dialoguistas y del peronismo no kirchnerista; los coletazos
La fractura de casi todos los bloques de la Cámara de Diputados permitió el sostenimiento del veto de Javier Milei a la ley de financiamiento universitario. Fue gracias a un puñado de radicales y al aporte de varios gobernadores, tanto dialoguistas como del peronismo no kirchnerista, que el Gobierno logró imponer su voluntad pese a que profundizó la fragmentación y el malestar en el Congreso.
Los virajes de último momento y las sugestivas ausencias de algunos dirigentes fisuraron la disciplina partidaria y erosionaron las lealtades políticas. Es que muchos de estos posicionamientos, que terminaron beneficiando al oficialismo, ni siquiera fueron anticipados a sus respectivos colegas de bancada. Hubo teléfonos que no se atendieron, suspicacias frente a enfermedades repentinas, comunicados de repudio y solicitudes de represalia para los díscolos.
En Unión por la Patria (UP), el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, fue el blanco de las críticas. Negoció con la Casa Rosada y ordenó ausentarse a Fernanda Ávila, la más fiel de los cuatro diputados que le responden. No solo le quitó un voto al compendio que apoyaba la insistencia de la ley, sino que bajó el umbral necesario para sostener el veto. A Germán Martínez, el jefe del bloque, nadie le anticipó la decisión.
Fue leído como una traición dentro del peronismo. El PJ catamarqueño, conducido por la kirchnerista Lucía Corpacci, apuró un durísimo comunicado para repudiar el accionar de Ávila. Lo siguió una extensa publicación de X de Cristina Kirchner, que habló de “transfuguismo político”. Allí criticó no solo a Jalil sino, también, a Osvaldo Jaldo, de Tucumán, que ordenó a sus tres legisladores –aglutinados en un bloque diferente a UP, llamado Independencia– a alinearse con el oficialismo.
“Esta realidad que ya es inocultable nos obliga hoy, más que nunca, a enderezar lo que se torció y ordenar lo que se desordenó para construir el mejor peronismo”, dictaminó la exvicepresidenta.
Cristina Kirchner cuestionó, además, al misionero, Alberto Arrúa, quien había anticipado su voto a favor de la insistencia de la ley de universidades, pero que terminó cediendo ante la exigencia de abstención del mandatario provincial Hugo Passalacqua. Así lo hicieron tanto Arrúa como los otros tres diputados de Misiones: Carlos Fernández, Yamila Ruiz y Daniel Vancsik. Todos ellos habían apoyado la iniciativa en agosto.
Los faltazos sacudieron a Encuentro Federal, donde se ausentaron tres de sus 16 miembros: Alejandra Torres (Córdoba), Ricardo López Murphy (CABA) y Jorge Ávila (Chubut). Según pudo saber este medio, solo López Murphy había adelantado su posición, justificado por un viaje al exterior.
Torres, aliada al gobernador cordobés Martín Llaryora, avisó de su faltazo la noche previa a la sesión a través de su cuenta de X. Adujo haber contraído Covid. Tras ello, el jefe del bloque, Miguel Pichetto, trató sin éxito de contactarla. No le respondió el teléfono. Según pudo saber este medio, también desoyó las órdenes del Llaryora quien mandó a su tropa a rechazar la impugnación presidencial.
El petrolero Jorge “Loma” Ávila, aliado del gobernador chubutense Ignacio Torres, también se ausentó por problemas de salud. Su faltazo no fue anticipado y desató los reproches dentro de la bancada, que conocen la habitual estrategia de Torres de diversificar a sus activos parlamentarios. La tensión escaló de tal manera que Ávila tuvo que divulgar su historia clínica para frenar las críticas. El parte médico de la internación detalla una intervención quirúrgica por un absceso en el tórax.
El mandatario entrerriano, Rogelio Frigerio, aportó un voto para el Gobierno y otro para la oposición. Lo mismo hizo su par santacruceño, Claudio Vidal, que, con el debate avanzado y cuando ya parecía irreversible el sostenimiento del veto, uno de sus dos legisladores, Luis Garrido, deslizó que acompañaría la voluntad presidencial. El otro, Sergio Acevedo, se opuso.
A último momento, el salteño Gustavo Sáenz le hizo un guiño al Milei y ausentó a una de sus diputadas. Fue Yolanda Vega, quien argumentó “una descompensación”.
En la UCR, los cinco conversos que se fotografiaron con el Presidente y su mesa chica volvieron a despegarse de su tropa. Se trata de Mariano Campero, Martín Arjol, Luis Picat, Federico Tournier y Pablo Cervi, que se abstuvo. Fernando Carbajal, del al ala más crítica del radicalismo, cercano a Facundo Manes, faltó por estar fuera del país.
El nuevo desmarque de estos cinco dirigentes espiralizó el malestar latente. Los referentes de la UCR trabajaron hasta último momento para que las prescindencias no se contabilizaran en el quorum y, así, crear un salvoconducto para los radicales que se rehusaban a votar con el kirchnerismo. En la reunión de bloque del martes a la noche, en las vísperas de la sesión, sus colegas les rogaron a los cinco díscolos que se abstuvieran, pero no lograron convencerlos. “Fue áspera”, reconocen varios radicales sobre esta última cumbre. El jefe de la bancada, Rodrigo de Loredo, les dio una ultima oportunidad antes de la votación: pidió la palabra y recordó el acuerdo sobre el conteo. Fue desoído.
Tras la victoria del oficialismo, se multiplicaron los reproches y se volvió a motorizar una posible expulsión, con el foco en Campero. “Ostenta su decisión en detrimento nuestro”, analizó un referente radical. Hay malestar por su alto perfil. A la par, se aceleró el expediente de expulsión en el tribunal de disciplina del partido.
De la oposición, solo la Izquierda y la Coalición Cívica mantuvieron su disciplina partidaria durante la votación por el financiamiento universitario. Incluso Pro, que definió apoyar al oficialismo, tuvo fisuras: Héctor Baldassi y Álvaro González, aliados al exalcalde Horacio Rodríguez Larreta, rechazaron la impugnación presidencial.
Por Delfina Celichini
Fuente Lanacion