En medio del debate por la privatización de la compañía estatal, el Ejecutivo aplica el decreto que restringió la Ley de Acceso a la Información Pública y rechazó una solicitud de PERFIL.
La restricción del acceso a la información pública es un hecho. El 10 de septiembre, PERFIL solicitó a Aerolíneas Argentinas S.A. detalles sobre los gastos de publicidad y propaganda durante el primer y el segundo semestre de 2024. En particular, se consultó sobre el dinero que se utilizó y qué empresas, organizaciones o medios de comunicación fueron sus beneficiarios. La respuesta de las autoridades fue que esa información era “secreta”.
El Gobierno parece estar decidido a gestionar sin rendir cuentas. En septiembre se publicó en el Boletín Oficial el decreto 780/2024, que modificó la reglamentación de la Ley de Acceso a la Información Pública. La noticia generó un fuerte debate sobre la libertad de expresión, la transparencia y hasta se convirtió en un nuevo capítulo de la interna libertaria: luego de una ola de cuestionamientos, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, aseguró en el Congreso que el oficialismo modificaría la norma “si fuera necesario”. Al día siguiente, el vocero presidencial, Manuel Adorni, lo desautorizó y negó cualquier cambio.
El “puntapié” del decreto 780/2024, según confirmaron a PERFIL fuentes de Casa Rosada en septiembre, fue un dictamen del procurador del Tesoro, Rodolfo Barra, quien manifestó que se debían rechazar todos los pedidos de acceso a la información sobre la cantidad de perros que viven con Javier Milei en la Quinta de Olivos. La resolución fue argumentada con una defensa a la “privacidad” del presidente.
Sin embargo, el rechazo a la solicitud de PERFIL confirma que la intención de los libertarios va mucho más allá de los perros de Milei y sus excentricidades. Los datos sobre cómo se distribuye el dinero de publicidad y propaganda estatal entre los medios de comunicación es una información solicitada con frecuencia por los medios y nada fuera de lo común. De hecho, prácticamente todos los años se publican artículos que describen qué empresas resultaron más beneficiadas.
La diputada radical Karina Banfi, impulsora de la Ley de Acceso a la Información Pública; el director de Poder Ciudadano, Pablo Secchi, el coordinador del servicio jurídico de la organización, Germán Emanuele; y el director de litigios del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Diego Morales, coincidieron en la gravedad de la respuesta de Aerolíneas Argentinas.
La no-respuesta de Aerolíneas Argentinas
“Ahora vemos que -el decreto 780/2024- se está utilizando de la forma que veníamos pensando: para limitar la información que puede recibir la ciudadanía. Hay que empezar a preocuparse un poco más por estas restricciones”, sostuvo Secchi.
La solicitud presentada expresó: “Solicito información sobre ‘Gasto de Publicidad y Propaganda’ de Aerolíneas Argentinas en el primer y segundo semestre de 2024. Se requieren los montos totales y también el detalle de las erogaciones: las empresas, medios de comunicación, organizaciones, entidades o personas físicas que recibieron dinero, la cantidad y en qué fechas”.
Las autoridades de la compañía estatal respondieron que la solicitud “constituye información comercial cuya revelación y/o divulgación podría perjudicar el nivel de competitividad o lesionar intereses de la compañía”.
Se ampararon en el artículo 8 inc. C del decreto, que entiende como secretos aquella información “que no fuera conocida ni fácilmente accesible para personas introducidas en los círculos en que normalmente se utiliza ese tipo de información”, “tenga un valor comercial por ser secreta” o “sea objeto de medidas razonables para mantenerla secreta”.
En los párrafos siguientes, sostuvieron la necesidad de resguardar las estrategias de márketing con el supuesto objetivo de defender los intereses comerciales de la compañía. “Al develar la estrategia de marketing, la competencia puede utilizar la misma en beneficio propio captando a los potenciales clientes de ARSA, lo que se traduciría en pérdida en la participación de mercado, es decir, menor cantidad de ingresos generados por ventas”, afirmaron.
Además, pusieron un ejemplo: “Si la competencia pudiera acceder a la estrategia de comunicación del Grupo Aerolíneas de un gran evento como es el Hot Sale o CyberMonday podrían copiar dicha estrategia mejorando sus descuentos/beneficios y así capturar mayor cantidad de ventas que podría haber generado el Grupo Aerolíneas si mantendría (sic) esa información en secreto. Es por ello que la revelación y/o divulgación de la información antes mencionada permitiría que sus competidores conozcan a los proveedores contratados por el Grupo y en este sentido puedan contactar a los mismos”.
Cuando los especialistas consultados leyeron el texto, se sorprendieron. En primer lugar, nunca se solicitó conocer la estrategia de márketing, sino el detalle sobre cómo se distribuyó el dinero de publicidad y propaganda. En segundo lugar, coincidieron en que la respuesta contiene un abuso en la consideración de las excepciones que marca la Ley de Acceso a la Información Pública. Por último, subrayaron que, incluso en aquellos en los que el Estado considera que una solicitud incluye información sensible, está obligado a dar una respuesta parcial o con información tachada, pero nunca se debe rechazar.
El decreto del secreto
Según Emanuele, la información solicitada de ninguna manera constituye un secreto comercial. “La pregunta es por gastos que ya efectuó una empresa estatal. El secreto comercial, en todo caso, aplicaría si se preguntara cuál es la estrategia de marketing para el próximo Cyber Monday. Sería discutible, pero tendría un punto. Pero lo que ya gastaste no está dentro de la excepción”, sostuvo.
Además, en línea con los demás expertos, insistió en que “las excepciones son, justamente, excepciones”. “Como Estado, podés no entregar determinada información cuando se ajusta a los presupuestos que están contenidos en la ley y tienen que estar muy bien fundamentados”, agregó.
Banfi retomó esta idea y destacó que la ley se basa en el principio in dubio pro petitor: “Quiere decir que, ante la duda, la información debe ser entregada”. La diputada, además, explicó que “en los casos que el Estado considere que revelar una información implica algún riesgo, la tachás. Pero la tenés que entregar igual”.
Por su parte, Morales advirtió que la respuesta de Aerolíneas Argentinas puede tiene una implicancia de fondo: “El concepto de ‘secreto’, desde esta lógica, podría aplicar a todas las áreas de una empresa pública. ¿La cantidad de empleados puede ser un secreto? Si lo pensamos así, cualquier empresa estatal que ofrezca un servicio a la población podría argumentar que cada una de sus decisiones son parte de su estrategia comercial”, reflexionó.
Libertad, pero no de expresión
En el Congreso, Banfi citó a la titular de la Agencia de Acceso a la Información Pública, Beatriz de Anchorena, para que dé explicaciones sobre por qué el organismo —que es autónomo— no se pronunció sobre el decreto 780/2024. La invitación es para el 8 de octubre a las 13 horas, cuando se realizará la reunión informativa de la Comisión de Asuntos Constitucionales.
Los debates por la libertad de expresión y el acceso a la información pública atraviesan la gestión libertaria. El vínculo de Milei con la prensa es, de mínima, tenso. El presidente replica agresiones personales contra cualquier periodista que lo cuestione.
Uno de los primeros anuncios que hizo cuando se convirtió en presidente fue suspender por un año la publicidad oficial. Sin embargo, aunque se haya cortado el envío de dinero por parte del Ejecutivo nacional, otros entes públicos (como Aerolíneas Argentinas) continúan ejecutando partidas de pauta.
El fantasma de que ese dinero se distribuye con discrecionalidad como mecanismo para premiar o castigar a los medios, tal cual sucedió en otras épocas, circula desde hace meses. Se trata de una vieja práctica en política. Por ejemplo, en 2011 la Corte Suprema se pronunció en contra de la discriminación en el reparto de la publicidad oficial que hacían YPF, Aerolíneas y el Banco Nación en detrimento de medios como PERFIL, que impulsó la demanda.
El pedido de acceso a la información pública pretendía conocer qué medios y en qué cantidades están recibiendo dinero del Estado. Por ahora, no se sabrá. Para el Gobierno es información secreta.
Fuente Perfil