El refrán «no hay quinto malo», hace referencia al hecho de que lo mejor de una situación puede ocurrir al final.
Esta interpretación tiene su origen en las fiestas taurinas españolas, en las que antiguamente eran los ganaderos quienes decidían el orden de los toros en la jornada.
Siendo así, dejaban a sus ejemplares más destacados en el quinto lugar, por lo que se esperaba que lo mejor del espectáculo se diera en ese momento.
Otra versión, menos extendida, sugiere que si bien la expresión tiene origen en las corridas de toros, en realidad hacía referencia al ánimo de los asistentes a la lidia quienes, después de ver al cuarto toro, disfrutaban de una merienda. Así que cuando se reiniciaba la corrida con el quinto ejemplar, estaban más dispuestos para el espectáculo.
Un ejemplo del uso de esta expresión en la actualidad podría aplicarse a alguien que, después de haber probado con varias experiencias laborales, asume un nuevo trabajo. En este caso, «no hay quinto malo», es decir, esta podría ser una experiencia provechosa después de haber pasado por otras que quizá no fueron tan buenas.
Un equivalente de este refrán podría ser «a la tercera va la vencida», para indicar que después de varias oportunidades se podrá alcanzar el éxito o sacar provecho a una situación.
La expresión «no hay quinto malo» también puede interpretarse como un dejo de resignación, al indicar que hay que conformarse con lo que hay, con lo que que queda de algo. Sin embargo, este uso no es tan común.
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