La palabra «cínico» viene del griego kynikos, que significa «perruno», derivado de kyon, kynós, perro.
Posiblemente porque Antístenes, filósofo cínico, enseñaba en el Cynosargos en las afueras de Atenas. El origen de este nombre se explicaba en una leyenda sobre un perro blanco, cuya etimología es kynos argos, kynos, genitivo de «perro» y argos «blanco, brillante o ágil», que cuenta que cierta vez cuando un ateniense llamado Dídimo presentaba su sacrificio a los dioses, un can blanco (o ágil) robó la ofrenda. Inicialmente alarmado, Dídimo es tranquilizado por un oráculo que le pide que edifique un templo a Hércules en el mismo sitio donde el perro dejó la ofrenda. Este hecho fue utilizado para explicar cómo obtuvo su nombre la secta de los cínicos, que destacaban por su frugal modo de vivir y por el desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz.
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