La uva y sus derivados, principalmente el vino tinto, son el boom de la terapia en los grandes centros de belleza y los spa.
La industria vitivinícola tiene nuevas razones para brindar. El vino, cuya ingesta moderada fue históricamente relacionada con la buena salud y la prevención de ciertas patologías, ahora también es utilizado, junto a otros derivados de la uva, en el ámbito de la cosmética, a través de la llamada «vinoterapia».
Según expertos, mediante ese tratamiento se puede rejuvenecer y humectar la piel, reducir el abdomen, afirmar los glúteos, tonificar los senos y músculos y lograr un buen relajamiento.
El especialista Diego Barberán, uno de los pioneros en Argentina, dijo que «la «Máscara Corporal de Vino» es un tratamiento antioxidante destinado a proteger la piel de los agresores ambientales».
«El tratamiento comienza por una limpieza corporal con semillas de sésamo natural, que produce una acelerada renovación celular al eliminar la capa de células muertas existentes. Luego la máscara de vino, rica en vitamina E, le otorgará a la piel firmeza y nutrición dejándola saludable y elástica», aseguró.
Barberán añadió que «se utiliza una crema, tipo máscara, con extractos naturales de vino, extraídos de la semilla, el jugo y el hollejo, combinados con una dosis del propio vino tinto».
«Los taninos, polifenoles y la vitamina E son los agentes que rescatamos y que aportan una amplia variedad de beneficios a la piel», agregó, y precisó que «una sesión de vinoterapia dura alrededor de 50 minutos, y cuesta 60 dólares» estadounidenses, en Buenos Aires.
Los inventores de los centros de vinoterapia fueron los franceses Mathilde Cathiard y Bertrand Thomas, que inauguraron el primer establecimiento de la especialidad, cerca de Bordeaux, donde se producen los más famosos vinos de Francia.
Sin embargo, fue en Italia donde crecieron en forma acelerada la «granjas de belleza», en las que se aplican tratamientos de vinoterapia.
Hidromasajes en cubas de cedro (similares a las bordelesas) con agua termal y toques de vinos tintos varietales como Chianti, Lambrusco, Cabernet o Merlot, generan sensación de relajamiento, a la que se suman masajes con vino caliente y extractos de semillas de uva.
En la termas de Salvarola de Emilia Romagna, famosa por su Lambrusco, se combinan las aguas termales con los masajes de esa uva y se hacen aplicaciones de mosto fresco de vino Trebbiano, otro varietal.
En la zona de Chianti, en Toscana, la vinoterapia utiliza agua gasificada mezclada con vino Sangiovese, para un hidromasaje relajante, y en el Valle de Aosta se ofrecen inmersiones en una bañera de bronce con agua mineral, vinos, especias y hierbas de montaña.
En la isla de Ischia, frente a Nápoles, la vinoterapia se armoniza con productos de esas tierras, por lo que el hidromasaje de agua termal, con extracto de uva negra y sales marinas, se combina con un fango al vino tinto del lugar.
En cualquiera de estos establecimientos, el costo de un tratamiento de vinoterapia oscila entre 200 y 500 euros por persona.
Fuente: Diario de Cuyo