El fordismo no es apenas un cambio radical en los procesos de producción de nivel industrial, sino que también implica un impulso filosófico y sociocultural en torno a una visión capitalista.
Nace de la mano del empresario automovilístico norteamericano Henry Ford, 1863-1947 (de ahí su nombre, conjugándose con el sufijo -ismo, atribuyendo la idea de corriente a la palabra), en la búsqueda de la optimización de las cadenas de montaje, extendiéndose al núcleo social, afectando los modos de actuar, exigencias y expectativas sobre el desempeño de los trabajadores y la organización productiva.
Por un lado, se lo aprecia como un avance natural e inevitable, pero por otro, se lo acusa como el máximo ejemplo del peor capitalismo, como base de la actual tendencia a la continua eliminación de la mano de obra humana por la robótica.
Diferencia entre Taylorismo y Fordismo
En el taylorismo instaurado hacia finales del siglo XIX por Frederick Taylor, 1856-1915, se coloca el acento en la individualización de los partícipes de la ejecución de las piezas que forman el círculo productivo, estudiando los tiempos de cada instancia en pos de mejorar al máximo, y recompensando económicamente al empleado que supiera destacarse por su eficacia, planteando una competencia interna y absorviendo la disponibilidad de la fuerza laboral.
Unos años después surge el fordismo, que toma lo enseñado por el Taylorismo y otros modelos de la época, aspirando a la implementaión de una visión global de resultado, apoyado en la adopción de maquinaria especializada.
Los objetivos del Taylorismo y Fordismo son los mismos: potenciar la producción. La diferencia se observa en los métodos aplicados, que con el correr del tiempo continúan optimizándose, aún -y especialmente- en los días de hoy, explicando por ejemplo el sistema directo y automatizado de entregas de Amazon mediante el uso de drones. No obstante, esto significa también el desplazamiento de millones de personas de sus puestos, colocando en jaque a la propia sociedad, sumida ante los mercados.
Características del origen
Hasta principios del siglo XX, la producción industrial no estaba tan sistematizada como lo está ahora, y el mismo producto fabricado en diversos centros de producción, podía verse sometido a distintos métodos que alteraban ligeramente la uniformidad de las diferentes producciones.
De la misma manera, tampoco se optimizaba la capacidad de producción, ni en general se pagaban salarios decentes a los trabajadores industriales, en un contexto en el que la producción artesanal todavía era muy importante respecto a la producción en serie.
El contexto en el que nace es la popularización del vehículo automóvil de principios del siglo XX, en el que la capacidad de fabricación no llega a cubrir (o lo hace a duras penas) la demanda generada.
Es en dicho contexto en el que Ford toma determinadas medidas para potenciar la capacidad de producción, como son la estandarización de las piezas, la formación de los empleados con una alta especialización, y la adopción de la cadena de montaje en la que son los productos en construcción (en este caso, los coches) los que se mueven a través de la fábrica para pasar a las varias etapas a través de las cuales va siendo completado.
Gracias a estas medidas, se incrementa el volumen de producción, pero también se abaratan los costes y se consigue un mayor beneficio. Ford reinvierte parte de dicho beneficio en mejorar la paga de los trabajadores de su compañía, de forma que ellos mismos pueden convertirse en clientes comprándose un automóvil, que en la época materializa el sueño de independencia de cualquier familia media americana.
El Ford modelo T será el máximo exponente de esta corriente; fabricado desde 1908 hasta 1927, su precio irá descendiendo progresivamente con el tiempo y haciéndose con ello más asequible hasta llegar a costar, en el último año de fabricación, menos de la mitad del precio que había tenido en 1908.
Además, su gran estandarización permitió fabricar exactamente el mismo modelo en otros países, como Argentina o Alemania, algo que nunca antes en la historia había pasado.
A partir del ejemplo de Ford, la fabricación empleando las técnicas que este empresario diseñó, se aplicaron a otros campos y se esparcieron por el mundo, con la excepción de la URSS de los años 30 del siglo XX, que adoptó un modelo derivado del taylorismo, el sistema de producción en cadena masivamente empleado antes del fordismo.
No obstante, las evidentes carencias del taylorismo hicieron que este sistema dejara de utilizarse por las necesidades de la Segunda Guerra Mundial y, a posteriori, ya no hubo vuelta atrás.
Etapa del Posfordismo
Henry Ford era un hombre marcadamente clasista (entre otras defectos que tenía, como el de ser extremadamente antisemita, lo que le granjeó las simpatías de los nazis), hecho que influyó en la concepción de su modelo productivo y de negocio, y también ha influenciado su evolución posterior.
Entre los elementos que evolucionan del fordismo de posguerra, encontramos:
La producción de diversas líneas diferenciadas de producto para ‘nichos’ de mercado (eventualmente, dirigidos a consumidores de distinto poder adquisitivo).
La especialización de los trabajos también atañe al personal directivo.
La filosofía JiT (Just-in-Time), consistente en la fabricación de los productos una vez ya se ha recibido la orden de compra, la cual predomina en la industria automotriz actual debido al alto coste de los vehículos, aunque no se extiende a todos los campos como, por ejemplo, el de la informática.
El alto grado de robotización de las industrias para mejorar su eficiencia, que hereda directamente de la gran automatización introducida en la factoría de Ford para la época. Actualmente, sólo determinados productos de gran lujo reciben una gran cantidad de horas de manufactura humana, lo que justifica su elevado precio.
Fuente: https://significado.com/fordismo/