Cobija

Cobija

Cobija es un municipio y ciudad capital de la Provincia de Nicolás Suárez y la única aglomeración urbana del departamento de Pando al norte de Bolivia.

Cuenta con una población de unos 42.200 habitantes, y está situada a orillas del río Acre, frontera con la República de Brasil, a una altitud de 228 msnm. Tiene un clima tropical y lluvioso. Es la capital departamental menos poblada del país.

Historia
Vista del paisaje desde la carretera entre Riberalta y Cobija, servido por un bus diario
La ciudad de Cobija fue fundada el 9 de febrero de 1906, por el teniente coronel Enrique Cornejo Fernández, con el nombre de “Puerto Bahía”, en el margen derecho del río Acre. Fundada por la visión geopolítica y preocupación del general Pando, que había dejado de ser presidente de Bolivia y era entonces Delegado Nacional en el Territorio de Colonias. Poco después de su fundación, la entonces Puerto Bahía se fue poblando de gente llegada de todas partes del mundo. En 1908 el Ministro de Colonización y Agricultura, Manuel Vicente Ballivián ordenó el cambio de nombre de Puerto Bahía por el de “Cobija”, en honor al puerto boliviano de Cobija, en el Departamento del Litoral y por que el nombre original causaba confusiones en los embarques y mercaderías llegadas desde Europa, al existir otra ciudad brasileña llamada casi igual.
El año 1915 el Delegado Carlos Gutiérrez, dispuso que la capital del Territorio de Colonias fuese definitivamente la ciudad de Cobija, por el vertiginoso progreso que había alcanzado. Para entonces, la ciudad albergaba a una numerosa colonia de extranjeros llegados de lejanos lugares que habían venido atraídos por la fiebre del “oro verde” (la siringa o Fiebre del Caucho).
La ciudad se vio llena de comerciantes, buscadores de fortuna y aventureros tratando de entenderse en sus respectivos idiomas, para obtener un lucrativo negocio que les permitiera llenarse los bolsillos de algunos miles de libras esterlinas oro, moneda de uso común en esos años. Se contaba con varios consulados, como el brasileño, el peruano, el italiano y el francés.
Probablemente, la primera época o periodo de la historia de Cobija, la que transcurrió entre su fundación y los años 30 del siglo XX, fue la mejor de su vida institucional. Existían en la pequeña y floreciente ciudad todos los adelantos de la técnica de la época y las libras esterlinas corrían en una ronda de riqueza que parecía que nunca iba a terminar. Se contaba con un excelente sistema de alumbrado público con un generador movido con una gran caldera de vapor; el agua potable por cañería era una realidad en 1912 y se la recogía de las vertientes superiores de la ciudad, lo que garantizaba su pureza y potabilidad; hacia 1920 la Delegación instaló una pequeña red de teléfonos a magneto; se estaba analizando proveer de un moderno servicio de correos sobre la base de la utilización de aviones (en diciembre de 1926 se realiza un vuelo de prueba con el hidroavión “Cnel. Salazar” que sale de Riberalta con destino a Puerto Maldonado, haciendo una escala en la barraca El Sena).
Las grandes embarcaciones llamadas “chatas” que venían a recoger la goma para llevarla después en barcos hasta los siempre ávidos e insaciables mercados de Europa, traían la más fina mercadería y productos lujosos para las barracas caucheras y para los habitantes y empleados de la Delegación. Entre estas grandes “chatas”, sobresalían por su capacidad de carga y pasajeros la “Tuchao” y la “Itacuatira”.
Según los censos realizados por la Delegación del Territorio de Colonias, en 1917 habían en Cobija poco más de 1.700 habitantes que representaban a más de veinte nacionalidades de todos los continentes, y en 1925 unos 3.000 habitantes.
En este periodo dorado, la ciudad de Cobija ganó el calificativo de “Perla del Acre”. Años después, se le honraría con el título de “Centinela de la Nacionalidad”.
José Salmón Ballivián en su obra “Por tierras calientes” decía de Cobija en 1929: “Tiene un aspecto peculiar, sui géneris que no es boliviano, es decir, no es colla, ni beniano, ni cruceño. Tampoco es una ciudad brasileña ni tiene parecido a ninguna otra fuera del aire señorial que caracteriza a todas las poblaciones tropicales, adornada por nobles y aristocráticas palmeras:”
Cuando los árboles de goma de la lejanísima Malasia comenzaron a producir el preciado látex, el imperio del caucho se desmoronó en América del Sur en forma irremediable. Las semillas sacadas de contrabando y aclimatadas exitosamente en Malasia el año 1876, a miles de kilómetros de su lugar de origen, originaron el fin del auge, que duró treinta años en el Territorio de Colonias y poco más de veinte en Cobija.
Las barcazas que llegaban de Europa trayendo finas mercaderías y anclaban en el puerto de Cobija durante semanas dejaron de venir. Los grandes comerciantes se marcharon de la ciudad, buscando un mejor futuro en otras latitudes. El lujoso Casino, que atraía a jugadores de diversos lugares, especialmente a los grandes potentados brasileños de la goma, cuya riqueza era tan portentosa como la de Nicolás Suárez, ya no llegaron más a Cobija y tuvo que cerrar sus puertas.
Nunca más se realizaron las suntuosas fiestas y banquetes en el “Chalet Yotala”, sede de la Delegación del Territorio de Colonias, donde el Delegado ofrecía espléndidas recepciones a la sociedad cobijeña en los aniversarios patrios y a las delegaciones internacionales que llegaban a Cobija.
Esta fue la peor época que vivió Cobija. El 24 de septiembre de 1938 se creó el Departamento de Pando, con la Ley del presidente German Busch Becerra que disponía que la capital del nuevo departamento fuera la localidad de Puerto Rico, a casi 200 kilómetros de Cobija. En 1939, por Decreto Supremo del 15 de mayo y, legalizada posteriormente, por Ley de la República de 29 de septiembre de 1945 en el gobierno del presidenteGualberto Villarroel, se trasladó la capital departamental a esta ciudad de Cobija, en la que textualmente dice: “Teniente Coronel Gualberto Villarroel Presidente Constitucional de la República: Por cuanto la H. Convención Nacional ha sancionado la siguiente Ley: La HONORABLE CONVENCIÓN NACIONAL DECRETA: Declarase capital del Departamento Pando la ciudad de Cobija, derogándose toda disposición contraria”.
Cobija siguió, sin embargo de su olvido y postración, completamente fiel a su tradicional apego a la nacionalidad boliviana. Prueba de ello es la tan épica como legendaria marcha de su juventud a la “Guerra del Chaco” a miles de kilómetros de su apacible ciudad. “Héroes de la Distancia” es el calificativo con que el que se los conoce en la historia a esos jóvenes que acudieron entusiastas y en forma voluntaria al teatro de operaciones, sin ser convocados. Este periodo, es considerado el más oscuro de Cobija, duró hasta, aproximadamente, mediados de la década del setenta.
Al año 1977, un joven militar llamado Alberto Sáenz Klinsky, que ocupó el cargo de prefecto y presidente del Consejo Regional del Noroeste, simultáneamente, dio inicio a una meritoria actividad que redundó en beneficio del departamento y de Cobija. Se ampliaron las principales calles y se las enladrilló; se construyeron algunos edificios públicos como el de CORDENO que después pasaría a ser la ex–CORDEPANDO y el Palacio de Justicia departamental; se construyó el Puente Internacional que une a Cobija con la población brasileña de Epitaciolândia, y se amplió la Catedral, entre otros trabajos realizados en la ciudad.
Lo único que unía la ciudad con el país, en esos años, eran los vuelos del Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), que se mantuvieron sin variación alguna. Cobija sostuvo una relación duradera con la aerolínea estatal (en esa época) y aunque nadie puede indicar con exactitud en qué año comenzaron sus vuelos, se puede asegurar que el LAB opero en la ciudad por más de setenta años.[cita requerida]
En la segunda mitad década de los ochenta del pasado siglo, se advierte ya en Cobija un prometedor aumento de las actividades económicas, coincidente con una etapa de bonanza económica en la vecina República del Brasil y con el inicio de la extracción del oro aluvional de los ríos del departamento, que produjo más de cien toneladas de oro en unos diez años de trabajo.
Esa actividad, aunque no generó ganancias directas para Pando ni para Cobija, logró que se empezara a mover el aparato económico a través de los negocios y la provisión de víveres y lubricantes para las grandes barcazas extractoras de oro y la numerosa gente que trabajaba en ella.
Por los años 90 en la ciudad de Cobija comenzaron a realizarse numerosos proyectos como la ampliación de las calles y avenidas, cambiando el tradicional ladrillo por losetas. Los servicios básicos, aunque no satisfacen hasta hoy la demanda total de la población, se modificaron sustancialmente para poder aumentar su capacidad. Antes de esto, en Cobija se daba energía eléctrica a la población sólo por horas, de 7 a 10 de la noche. Hoy existe energía eléctrica las 24 horas del día y se cuenta con uno de los sistemas de alumbrado público más modernos del país[cita requerida]; sistema televisivo por TV-cable, telecomunicaciones digitales, telefonía celular, internet, Hospital, clínicas particulares, Bancos, la Universidad Amazónica de Pando, un nuevo aeropuerto en 1999, con capacidad de recibir grandes aeronaves de reacción que, en cuestión de una hora, llegan a Cobija desde La Paz y otras ciudades del país, quedaron en la leyenda los viejos aviones Curtis, DC-3 y otras venerables reliquias, cuyos pilotos y pasajeros se jugaban la vida al pasar por la cordillera de los Andes para llegar a Cobija, de esas épocas, sobrevive el piloto Cap. Aníbal Arab, cuyo nombre lleva el nuevo aeropuerto, las amplias calles y avenidas bordeadas de jardines floridos, dando un mejor aspecto a la ciudad y a sus alrededores.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Cobija